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Los «chalecos amarillos», de nuevo en las calles para desafiar al gobierno


Los «chalecos amarillos» celebran este sábado su octava jornada de manifestaciones para dar un nuevo impulso al movimiento y desafiar al gobierno, que denuncia un intento de «insurrección» y reclama la vuelta al orden. 

Será la primera movilización de 2019, pese a las concesiones del Ejecutivo, que se prepara para debatir las reivindicaciones del movimiento a mediados de enero. 

En París se prevén dos actos principales: una marcha y una concentración en los Campos Elíseos, punto fuerte de las movilizaciones de los anteriores sábados. 

A primeras horas de la mañana, unas 15 furgonetas de las fuerzas de seguridad estaban estacionadas en la conocida avenida, cerca del Arco del Triunfo, pero había pocos manifestantes, constató la AFP. 

Fue cerca de esa famosa avenida parisina donde Eric Drouet, figura controvertida del movimiento, fue arrestado el miércoles por la noche. Estuvo detenido una decena de horas, lo que generó indignación en la oposición y los «chalecos amarillos», que denunciaron una detención «política» y prometieron «no rendirse». 

Algunos «chalecos amarillos» pidieron al defensor del pueblo que abra una investigación por «vulneración de la libertad». 

   – Nueva estrategia

Este «acto VIII» de la movilización constituirá una prueba para el movimiento de protesta, que lleva mes y medio desafiando al Ejecutivo, si bien en las últimas semanas parece haber perdido fuelle. 

En la última manifestación, el 29 de diciembre, se registraron 12.000 manifestantes en todo el país, según el ministerio de Interior. 

Esa institución había censado 38.600 el 22 de diciembre y 282.000 el 17 de noviembre, durante el acto fundador del movimiento, que surgió contra el alza del precio de los carburantes, antes de defender reivindicaciones más amplias, relativas a la fiscalidad o al derecho a un referéndum de iniciativas ciudadanas. 

Debilitado por esta protesta inédita, el jefe del Estado, Emmanuel Macron, anunció el 10 de diciembre una serie de medidas – como el aumento de 100 euros del salario mínimo- y prometió, en un discurso el 31 de diciembre, una vuelta al «orden republicano». 

Pero las voces críticas distan mucho de acallarse. 

«La ira se transformará en odio si usted continúa en su pedestal, usted y los que son como usted, considerando al pueblo como mendigos, desdentados, gente que no es nada», advirtió el colectivo de los «chalecos amarillos» llamado «Francia en cólera» en una carta abierta dirigida al presidente y divulgada el jueves por la noche. 

Frente a esta determinación, el Gobierno endureció el tono. 

«[El movimiento], para quienes sigan movilizándose, se ha convertido en un acto de agitadores que quieren la insurrección y, en el fondo, derrocar al gobierno», consideró el viernes Benjamin Griveaux, portavoz del Gobierno. 

El ministro de Interior, Christophe Castaner, instó a los prefectos a seguir evacuando, echando mano de la fuerza si es necesario, el «centenar de puntos de concentración» que continúa habiendo en las carreteras francesas. 

Para tratar de esquivar a las fuerzas de seguridad, algunos «chalecos amarillos» parecen plantear una nueva estrategia basada en la discreción. 

Así, «Francia en cólera» sugirió a sus simpatizantes que se quiten los chalecos fluorescentes el sábado para «presentarse en las calles (…) como los meros ciudadanos que son». 

Desde el inicio del movimiento, más de 1.500 personas resultaron heridas, 53 de ellas de gravedad, entre los manifestantes, y casi 1.100 entre las fuerzas de seguridad. 

Además, diez personas han muerto, principalmente en accidentes al margen del bloqueo de carreteras.