Deportes

Los caballos y el coronavirus: la agonía de un turf con hipódromos cerrados


Debido a la pandemia que aqueja al mundo, el rubro sufre una gran incertidumbre, sobre todo desde lo económico. Por ahora, no hay campana de largada

Sin carreras a la vista, el turf argentino sufre, como cualquier otro sector de la sociedad, un parate que aumenta día tras día el nivel de incertidumbre económica en todos sus actores y la angustia de un público que hace de las apuestas un estilo de vida.

La situación actual, de absoluta parálisis, no tiene registro desde los años 70 cuando la organización del turf nacional lanzó un programa de carreras diarias a partir del sistema lumínico instalado en los principales hipódromos.

De esa manera, la actividad se transformó en una industria para algunos -propietarios de studs, cuidadores y jockeys- sin perder el carácter «religioso» para los apostadores empedernidos, que llegan a invertir entre cuatro y cinco horas diarias de entretenimiento en Palermo, San Isidro o La Plata. Esto también se vive en el interior del país, con Rosario como otro protagonista, debido a que no hay actividad en el Independencia, un lugar que se ha transformado en un Centro de Aislamiento para infectados leves de coronavirus, aunque el predio no está operativo hasta tanto aparezcan casos positivos de rosarinos que no puedan realizar la cuarentena en lugares acordes.

La pandemia de coronavirus planteó una compleja realidad para el turf argentino, que de celebrar jornadas diarias en distintos recintos hípicos pasó a más de 40 días sin carreras.

«Esto nos revienta por el lado económico», lamentó el entrenador Pablo Vlazevich, uno de los consultados por Télam.

«Los cuidadores cada vez tenemos menos caballos y en la provincia de Buenos Aires hay muchísimos con graves problemas financieros. Esta crisis va a ser muy grande», proyectó.

«Nunca vi nada igual», afirmó el uruguayo Pablo Falero, prestigioso jinete que se retiró a fines de 2019 para iniciar su nuevo ciclo como entrenador. «Esta pandemia agrava mucho más la crisis financiera que arrastraba el turf desde algunos años atrás», consideró.

Pero Falero, advierte también que el receso tendrá complicaciones para los jockeys, que «deberán cuidarse mucho en las comidas porque cuando retorne la actividad pueden llegar a tener problemas serios con el peso».

«No se puede hacer footing, por lo tanto tienen que alimentarse de manera liviana», aconsejó.

Paralelamente, el jockey brasileño Altair Domingo le admitió a Télam su ansiedad por regresar a los hipódromos: «Me muero por volver a correr, debe ser lo mismo para los jugadores de fútbol, supongo. Espero que en mayo ya estemos con las carreras. Uno se aburre porque en la cuarentena no hay permiso para salir».

En sintonía, el cuidador Guillermo Frenkel Santillán apuntó: «Se extraña mucho el hecho de no poder ir a la mañanas de ensayo, es muy complicado cambiar los hábitos. Uno comienza a ver televisión y a comer más de lo debido».

Si de aburrimiento se trata, también la pasan mal los apostadores. Néstor Mazzei, un hombre de 76 años que es un asiduo concurrente a los hipódromos, asumió que «hay dos problemas» con la situación actual.

«El primero, lógicamente, es que no hay carreras y el segundo es que no podemos salir de casa. No es nada fácil. Uno mira la televisión porque no queda otra», se resigna antes de trazar un panorama sombrío de un mundo que conoce en profundidad.

«El turf afrontará un tiempo para reflexionar. La situación económica será dura y bien difícil de superar», estimó.

Por su lado, Roberto Rossi, habitué de Palermo hace 40 años, cuenta con nostalgia: «He pasado una gran parte de mi vida en el hipódromo. Ahora veo televisión. No es lo mismo. Uno se cansa y se la pasa pensando en las tardes con sol en Palermo».

«¿Si estoy ahorrando? Claro, uno ahorra a la fuerza porque ha dejado de jugar pero el turf es mi vida y sin él uno se aburre de casi todo. Espero que en mayo se pueda volver a las carreras», anhela.

Sin carreras, el mundo del turf sufre a más no poder. El retorno no será nada fácil, los burreros lo saben y se salen de la vaina. La idea de los directivos más optimistas en volver en mayo pero será el coronavirus el que tenga la última palabra.