El tradicional grupo musical está de festejo. Y lo hace en medio de la supervivencia por continuar creando éxitos que traspasen no solo las barreras del tiempo, sino también las fronteras generacionales
Por Hernani Natale -Télam
Aunque puede ostentar la medalla de ser la banda argentina que probablemente haya aportado más hits al cancionero popular, Los Auténticos Decadentes celebra sus primeros 35 años de historia en medio de la supervivencia por continuar creando éxitos que traspasen no solo las barreras del tiempo, sino también las fronteras generacionales, a pesar de que las nuevas modalidades de escucha que se imponen hagan cada vez más difícil esta empresa.
«Estamos ante una cultura del zapping cada vez más urgente», reflexionó ante Télam Jorge Serrano, el cerebro detrás de los grandes clásicos del grupo, quien además remarcó que «hay un exceso de oferta», por lo que reconoció que ante este panorama «es difícil aportar nuevos hits».
Sin embargo, el autor de «Vení Raquel», «La guitarra», «Loco (tu forma de ser)», «Cómo me voy a olvidar» y «La marca de la gorra», entre otros, destacó que el grupo no renuncia a componer canciones con artilugios «gancheros», tal como siempre lo hizo, para alcanzar esa comunión tan especial lograda con el público y de la que afirmó sentirse «orgulloso».
«Uno de nuestros máximos orgullos son esas familias que te dicen que nuestras canciones le gustan al abuelo y al nieto. Somos la música que ha unido a distintas personas. Tal vez muchos grupos de rock se han permitido escuchar ciertas músicas, como el bolero y la cumbia, en nosotros. Me parece que hemos construido puentes», celebró el músico.
Mucho de esto pudo verse el pasado 18 de septiembre en el Estadio Obras, cuando Los Decadentes festejaron sus 35 años, y seguramente se repetirá este sábado 2 de octubre, cuando se lleve a cabo una segunda función por localidades agotadas.
«Para mí fue más la fiesta del reencuentro que la fiesta de los 35 años. Es como que eso pasó a un segundo plano. Fue muy emotivo. Además, cuando salimos a tocar sentí que no había pasado el tiempo. Este paréntesis no lo sentí», dijo Serrano, al referirse al parate obligado por la pandemia de coronavirus.
Sin embargo, el grupo no perdió el tiempo y continuó trabajando en estos últimos tiempos en «ADN», la trilogía de discos en la que junto a una gran cantidad de invitados especiales revisita canciones de otros autores que han servido de inspiración propia.
Así como primero se dio a conocer una versión de «Los viejos vinagres», de Sumo, junto a los mexicanos de Panteón Rococó y la participación de Roberto Pettinato en el saxo; en las últimas semanas hizo lo propio con «Golpes en el corazón», junto con Natalia Lafourcade.
«Es loco porque cuando hacés un disco, mal que mal, tenés el límite de las canciones que tenés; pero cuando hacés un disco de covers no hay límite, podés no parar nunca», apuntó el músico respecto a la decisión de hacer una trilogía, cuya primera entrega, con el nombre de «A», estará disponible a partir del 5 de noviembre.
—Pasaron 35 años desde la irrupción del grupo en la escena. ¿Qué balance hacés? ¿Cómo recordás esas primeras épocas en que eran mirados con recelo por la grey rockera?
—Siento orgullo y agradecimiento que la gente nos haya puesto en ese lugar de banda sonora de sus vidas. Solo tengo gratitud y no tengo mucha explicación porque el amor es así, te quieren o no. Eso que decís nos pasó más que nada con la prensa especializada de rock, no con el público que nos veía en los shows de Cemento o el Parakultural, ni con los colegas. Sucedió más en el «talibanismo» de la prensa rockera. Había una cosa prejuiciosa que lo nuestro era una payasada. Creo que después se valorizó el hecho de que fuéramos un grupo que pusimos un puente entre la música popular y el rock. Abrimos un poco a que el mundo del rock se permitiera tocar un bolero, una cumbia, una canción romántica, lo que sea; a no mirar a la música popular con un prejuicio de altivez rockera. Lo bueno es que, aunque nos sentimos un poco decepcionados con esas primeras críticas, siempre nos cagamos en eso. Finalmente, logramos un lugar como banda folclórica, que era lo que yo siempre quise, no en el sentido del género folclórico, sino de esa música que suena en la radio del taxista, en la radio de la cocina de casa, la que escucha la mamá, la prima, el hermanito. Eso quisimos ser, una fusión de todas las músicas que suenan en el éter.
—Miguel Zavaleta dijo alguna vez que si a la música le ponés humor, los críticos no te toman en serio. ¿Coincidís?
—Si y no, porque en realidad decir que si hacés música con humor no te toman en serio es un oxímoron. Ahora, es cierto que te toman despectivamente porque se considera al humor como un género inferior al drama. Tardó que nos tomaran, no en serio, sino con respeto, que es otra cosa. Al payaso no lo tomás en serio pero si está bien lo que hace, lo tomás con respeto. Son dos cosas distintas. Pero coincido con Zavaleta que si sos una banda alegre, ya eso parece un cascabel que te tira para abajo, una cucarda mala para el rock o para la música «seria».
—¿Coincidís que en los últimos tiempos hay una ausencia de hits en general? ¿Por qué crees que se da eso?
—Creo que estamos en una cultura del zapping cada vez más urgente. No nos bancamos terminar una canción y ya pasamos a la siguiente, entonces es lógico. Antes costaba tener un disco, lo atesorabas de otra manera, lo cargabas de otro valor y, además, en un vinilo costaba mucho saltear canciones. Ahora hay una oferta tan grande como enceguecedora que hace que no valoremos las cosas así. Las canciones para volverse clásicas necesitan una decantación para la cual parece que ya no hay tiempo. Si una canción logra eso, ya no la matás nunca más, es como una plaga que quedó ahí y no desaparece. Aportar nuevos hits es difícil por ese tipo de aturdimiento que hay con ese exceso de oferta.
—A pesar de que es imposible escribir una canción pensando en hacer un hit, ¿se compone distinto a partir de esta realidad?
—Nosotros siempre tuvimos una actitud pop, ganchera. Siempre fuimos de compartir con la gente y eso nos hace, de alguna manera, tener una visión complaciente, hitera. Así que siempre está el hecho de que un estribillo sea cantable y memorable, que la frase esté ahí, dar el golpe bajo.
—¿Cómo imaginás el futuro de Los Decadentes?
—Somos un tren que está en marcha y ya es difícil detener. Yo pienso que va a ser eterno. Es como Lincoln, que decía que tenía un hacha desde hacía 40 años, que le había cambiado cinco veces el mango y cinco veces el filo, y estaba como nueva. Así que cuando «palme» alguno, iremos poniendo alguien parecido de reemplazo y no se notará mucho (risas).