Por Santiago Fiszbein
Irónico, particular y con mucho para decir, Alfredo Casero regresa a Rosario para presentar su unipersonal «¿De qué no se puede hablar?»; en el que el actor hablará de muchos temas que pueden llegar a «incomodar» en la sociedad en la que se vive en la actualidad.
En esta entrevista exclusiva con CLG, el actor habló de todo.
—Jugando un poco con el título de tu obra… ¿De qué podemos hablar?
—Nosotros podemos hablar de lo que querramos. Lo que trato de demostrar es que uno puede hablar de lo que se le antoja desde que nace. Uno puede cometer errores y pedir disculpas con lo uno dice. De que no se puede hablar hoy en día es de un montón de cosas. Hoy por hoy te tenés que cuidar de lo que decís porque cualquiera se pude ofender. Eso de no poder hablar y de tener cuidado lo usan los políticos, que no son pelotudos, sino viejos chotos que saben manejar las mentes nuevas, que vienen mal barajadas con celulares bajo el brazo y que los manejás como querés.
—¿Entonces no se debaten ideas por temor a la ofensa?
—Yo creo que poder ofender a cualquiera porque cualquiera se puede sentir ofendido. Hoy ofendés hasta diciendo «buen día». Uno tiene derecho a decir lo que le parece, ahora no hay derecho a creer lo que me quieren imponer. Yo te puedo decir que soy una raqueta y vos lo tenés que creer según ese pensamiento. Me parece una barbaridad y aparte se mezcla todo. Los derechos de la gente, los de las feministas, los del aborto; se mezcla todo de una manera que no se entiende nada. Cualquier cosa puede ofender y eso hace que no puedas hablar y discutir. Si no tenés la libertad de discutir lo que pensás, estás viviendo dentro de una dictadura que no tiene dictador.
—¿Notás que los que debaten con vos tienen argumentos políticamente correctos?
—Claro, porque el discurso políticamente correcto cae bien. Yo escucho a veces a actores y tipos que fueron machistas acérrimos, que han dicho cosas terribles y que han hecho trabajar a mujeres en sus programas de televisión denostándolas. El ejemplo es (Jorge) Rial, después del daño que ha hecho ahora es feminista. La hipocresía hace que te quedes callado. Por eso en mi show me permito cagarme de risa y hablar de lo que yo quiera.
—¿Te divierte ver a estas personas que tienen ese discurso en la tele?
—No, antes me gustaba que lo hicieran calentar al economista Javier Milei, pero cuando vi que la gente le palmeaba mucho la espalda, el tipo se creyó importante.
—Has divertido a una generación. ¿Qué es lo que más le divierte a Alfredo Casero?
—Lo que más me gusta en la vida es subirme a un escenario a hacer reír a la gente.
—¿Qué pensás de los actores militantes?
—Es una cagada, yo milito por la libertad. Me da mucha pena por la gente que me siguió siempre y piensa que los defraudé. La gente cuando empieza a militar deja de tener individualidad creativa.
—¿Extrañás hacer cine?
—El cine es una especie de logia de amigos, son siempre los mismos. El único que me da trabajo en cine o en televisión es Adrián Suar. Después no tengo amigos, aparte tengo una postura respecto al Incaa y al fomento que se le da a las películas que ven sólo 400 personas. Tendrían que gastar la plata pública en otra cosa.