La llegada masiva de venezolanos al noroeste de Perú limítrofe con Ecuador superó este viernes las capacidades del paso fronterizo cercano a Aguas Verdes, horas antes de que Lima comenzara a exigir pasaporte a los migrantes que huyen de la crisis en Venezuela.
El paso que solía atender a unos 200 viajeros al día está ahora casi colapsado, con el ingreso diario de más de 2.500 venezolanos.
A ambos lados de la frontera la calle principal de Aguas Verdes está llena de tiendas y de puestos sobre la acera que venden ropa, artículos eléctricos y alimentos.
Cientos de personas, así como automóviles y motos, cruzan usualmente de un país a otro cada hora por este puente en el que hay presencia policial en ambos lados pero donde no existe control migratorio.
Muchos venezolanos llegan ahora a esta frontera después de pasar 20 días caminando, viajando en precarios buses rurales o pidiendo la «cola» (como llaman los venezolanos a hacer dedo o solicitar un aventón), tras dejar su otrora próspero país petrolero sumido ahora en la peor crisis de su historia reciente.
«Los niños estaban cansados, mareados, porque el viaje ha sido bastante complicado», dijo a la AFP Carolina Velandria, administradora de supermercados de 36 años, quien llegó al paso fronterizo con sus cuatro hijos, de entre uno y 15 años, para reunirse con su marido, que llegó a Lima hace cinco meses.
Los pequeños estaban felices porque en el puesto fronterizo funcionarios peruanos les regalaron globos.
El flujo migratorio ha aumentado porque muchos venezolanos se han apresurado en llegar a Perú antes de que entre en vigor este sábado la exigencia de presentar pasaporte, documento que muy pocos consiguieron en su país debido a su alto precio y engorrosos trámites.
«Llevamos cinco días de carretera. Viajamos en autobús y se veía gente, venezolanos, caminando» en la ruta, dijo a la AFP Jonathan Zambrano, de 18 años, quien viajó acompañado de su amiga Roxdaly Del Valle, de 21 años, quien abandonó sus estudios de ingeniería civil en busca de una vida mejor en Perú.
– Reglas más estrictas -.
Varios comerciantes y residentes de la Villa de Aguas Verdes dicen que estaban de acuerdo con que Perú controle la entrada de venezolanos, pero temen que la exigencia del pasaporte termine estimulando el ingreso ilegal.
Los residentes de este pequeño paso creen que la masiva llegada de venezolanos no se detendrá a pesar de las restrictivas normas migratorias que entran en vigor el sábado.
«Entrar al país (en esta zona) es fácil. No es como en otras fronteras. Tú te puedes ir al campo, a la chacra, y entras» ilegalmente a Perú, dijo a la AFP Luis Alberto Gutiérrez, quien se gana la vida cambiando dinero en una mesita instalada en la calle a menos de 100 metros del puente fronterizo.
Hasta ahora, solo circulaba por este puente internacional lugareños que iban a comprar al país vecino.
Algunos piensan que el éxodo venezolano puede estimular el negocio del tráfico de migrantes, como en México y América Central.
«Ahí saldrán los llamados coyotes, que les cobran a los venezolanos por llevarlos a Lima con engaños», dice Giannella Jaramillo, quien vende ropa en una mesa en la calle.
Jaramillo indica que muchos desean ayudar a estos migrantes, aunque existe temor de que eso genere desempleo entre los peruanos.
«Por una parte dan pena los venezolanos, (pero) les están quitando el trabajo al peruano», dice.
El Fiscal general del Perú, Pedro Gonzalo Chávarry, ya había alertado el jueves sobre el riesgo de que mafias locales pudiesen aprovechar el drama venezolano para incurrir en el delito de trata de personas.
Chavarry solicitó a los fiscales de Tumbes «estar atentos ante cualquier acto ilícito que pueda desarrollarse durante el ingreso masivo de venezolanos, especialmente en lo referido a la prevención de casos de trata de personas y crimen organizado».
– «Es duro ayudar a más gente» -.
Tanto en Ecuador como en Perú ha aumentado la presencia de venezolanos en los últimos días.
«Caminas dos cuadras y ves diez venezolanos, caminas otra cuadra y ves diez venezolanos», dice el ecuatoriano Gerardo Gutiérrez, quien se pasea por el puente binacional vendiendo accesorios para celulares.
Gutiérrez cree que las nuevas exigencias migratorias de Perú y Ecuador se deben a las dificultades económicas que enfrentan ambos países.
«Es una manera de frenar la caída económica de cada país», expresa.
«En países económicamente pobres, ayudar a más gente con lo poco que hay es duro», agrega.
La Federación Internacional de la Cruz Roja y la oficina del Alto Comisionado de la ONU para los Refugiados (ACNUR) mantienen personal desde abril en esta frontera para ayudar a los venezolanos.
«Las personas llegan con muy pocos recursos y después de haber hecho viajes, el más corto de cinco o seis días. Hay gente que lleva meses viajando», indica a la AFP la oficial de información de ACNUR, Regina de la Portilla.