El líder de una secta surcoreana fue condenado este jueves a 15 años de cárcel por violar a ocho mujeres, algunas de las cuales lo consideraban un dios.
Las víctimas del pastor Lee Jaerock, de 75 años, «eran incapaces de oponer resistencia, pues estaban sometidas a la autoridad religiosa absoluta del acusado», subrayó el juez Chung Moon-sung ante el tribunal del distrito central de Seúl.
La devoción religiosa puede ser muy fuerte en Corea del Sur, donde el 44% de los habitantes se declaran creyentes.
La mayoría de los fieles del país pertenecen a iglesias reconocidas, a menudo ricas y poderosas, frecuentadas por decenas de miles de fieles que no dudan en donar hasta el 10% de sus ingresos.
Pero también hay muchas iglesias marginales, algunas de las cuales estuvieron implicadas en casos de malversación, coacción, «lavado de cerebro», manipulación de fieles y otras actividades asociadas a prácticas sectarias.
Lee Jaerock fundó la iglesia de Manmin, de inspiración protestante, en Guro, un barrio pobre de Seúl, en 1982. Empezó con 12 fieles pero en la actualidad su iglesia afirma tener 130.000.
Cuenta con una gran sede, un lujoso auditorio y su página web destaca el gran número de milagros que en ella se han obrado.
A raíz de las revelaciones del movimiento #MeToo, que llegó también a Corea del Sur, tres fieles denunciaron este año al líder religioso, que las convocó en su casa y las forzó a tener relaciones sexuales.
«Ser divino»
«No fui capaz de resistirme. Él era más que un rey. Era Dios», contó una víctima, miembro de la iglesia desde su infancia, en la televisión surcoreana.
El pastor le dijo a otra víctima que ella estaba en el paraíso y que debía desnudarse como Adán y Eva en el jardín del Edén. «Lloré porque odiaba hacer eso», agregó la víctima.
Ocho mujeres denunciaron al pastor y el tribunal lo declaró culpable de haberlas violado «decenas de veces» durante un largo periodo.
«En sus sermones, el acusado sugirió directa o indirectamente que era el espíritu santo», subrayó el juez. Y las víctimas pensaban «que era un ser divino con poderes divinos», añadió.
Lee Jaerock, que rechaza las acusaciones, escuchó el veredicto con los ojos cerrados y no mostró ninguna emoción frente al centenar de fieles suyos que asistieron a la audiencia.
Su abogado acusó a las denunciantes de mentir para vengarse por haber sido excomulgadas tras haber violado las reglas de la iglesia.
«La iglesia central de Manmin se centra en la adoración del pastor Lee Jaerock», afirmó Kim Yu-sun, fiel de la misma durante 20 años. «Ahora que acudo a una iglesia diferente, venero a Jesús y rezo a Dios», asegura. «Soy feliz», señala.
Corea del Sur es un terreno fértil para los grupos religiosos con ideologías fuertes, que ofrecen esperanza de salvación a personas sobrepasadas por una sociedad ultracompetitiva donde el estatus lo es todo.
Según un estudio del gobierno en 2015, el 28% de los surcoreanos declaran pertenecer a una iglesia cristiana y el 16% se presentan como budistas.
Según Park Hyung-tak, director del Instituto Coreano de investigación sobre la herejía cristiana, dos millones de personas pertenecen a sectas. «En este país hay 60 líderes de sectas que pretenden representar la segunda venida de Cristo, o incluso Dios mismo», afirmó a la AFP.