Al menos 44 personas murieron este miércoles y decenas más resultaron heridas en un ataque aéreo que alcanzó un centro de detención de migrantes y refugiados cerca de la capital de Libia y que según la ONU podría constituir un crimen de guerra.
El gobierno libio con sede en Trípoli acusó del bombardeo a las tropas del mariscal rebelde Jalifa Hafter, cuyo Ejército Nacional Libio (LNA) lleva adelante desde abril una ofensiva contra las milicias islamistas que controlan la capital del país árabe del norte de África.
La matanza vuelve a poner en entredicho la política de la Unión Europea (UE) de cooperar con las milicias que mantienen detenidos a los migrantes en centros en pésimas condiciones para evitar que crucen el Mediterráneo en busca de vidas mejores en Europa.
La mayoría habían sido apresados en el mar por la Guardia Costera libia, que está financiada y entrenada por la UE para contener el flujo de migrantes.
Unos 40 migrantes murieron tras un bombardeo en un centro de detención en Libia. Califican el acto como un crimen de guerra. #InternacionalesTR pic.twitter.com/6ByxTdAgik
— Telemetro Reporta (@TReporta) July 3, 2019
Las fuerzas de Hafter dijeron que el ataque en Tayura, a 15 kilómetros de Trípoli, estuvo dirigido contra un campamento militar, no contra el centro de detención.
Sobrevivientes contaron que el ataque ocurrió a la madrugada y alcanzó un depósito de armas y vehículos ubicado dentro del campamento militar, así como un hangar donde había unos 100 o 150 migrantes, en su mayoría sudaneses y marroquíes.
«Todo el hangar se ha venido abajo. Mucha gente quedó bajo los escombros», aseguró un sobreviviente al diario español El País. La ONU dio una cifra preliminar de 44 muertos y 130 heridos.
La mayoría de los detenidos llegaron a esas instalaciones tras ser apresados en pleno mar Mediterráneo y estaban a la espera de que el Alto Comisionado de la ONU para los refugiados (Acnur) los derivara hacia países de Occidente.
Hace menos de dos meses, el Acnur advirtió que los detenidos en ese centro, unos 600, corrían el riesgo de quedar atrapados en los combates entre las diferentes facciones libias.
Médicos sin Fronteras, que había visitado el lugar pocas horas antes del ataque, dijo que los sobrevivientes temían por sus vidas y pidió su evacuación inmediata.
El secretario general de la ONU, António Guterres, reclamó una investigación independiente del ataque «atroz» y dijo que la ONU había dado las coordenadas exactas del centro a las partes en conflicto.
La Alta Comisionada de Naciones Unidas para los Derechos Humanos, Michelle Bachelet, dijo en un comunicado que ataque podría constituir «un crimen de guerra».
El bombardeo «mató por sorpresa a personas inocentes cuyas condiciones extremas los obligaron a estar en ese refugio», señaló el enviado de la ONU para Libia, Ghassan Salame.
Libia se convirtió en un importante punto de cruce hacia Europa para los migrantes en medio del caos que siguió al derrocamiento del ex líder Muammar Kaddafi por una rebelión de grupos mayormente islamistas apoyada por una intervención de la ONU.
Las milicias proliferaron y se adueñaron de ciudades enteras del país petrolero.
Al menos 44 migrantes y refugiados presos en un campo de detención de Trípoli, la capital de Libia, han muerto debido a un ataque aéreo. El GNA, gobierno reconocido por la ONU, ha culpado al mariscal Haftar de ser el responsable. pic.twitter.com/XILphUXGnK
— Descifrando la Guerra (@descifraguerra) July 3, 2019
Al menos 6.000 migrantes de Eritrea, Etiopía, Somalia, Sudán y otras naciones están encerrados en distintos centros de detención libios manejados por milicias acusadas de torturas. El Ancur dice que 3.000 de ellos están en centros cerca de frentes de batalla.
Hafter, quien es apoyado por Egipto, Emiratos Árabes Unidos y Arabia Saudita, dice que quiere restaurar la estabilidad del país. Sus rivales, en su mayoría grupos islamistas, están respaldados por Turquía y Qatar.
Las fuerzas de Hafter controlan el este y sur de Libia, pero sufrieron un gran revés la semana pasada cuando las milicias aliadas del gobierno retomaron Gharyan, una ciudad ubicada a 100 kilómetros de Trípoli en una ruta de abastecimiento clave para el LNA.
El ministro del Interior libio, Fathi Bashagha, condenó el ataque de hoy y dijo que los líderes extranjeros que apoyan a Hafter, que «se volvieron locos» tras la pérdida de Gharyan, aunque no dio más detalles.