Un grupo de la Universidad Nacional del Litoral confeccionó un prototipo de energía renovable sólida a partir del bagazo de cerveza y produce un 70% más de fuerza que la leña convencional
Por Gonzalo Santamaría
Con el paso de los años, el mundo comenzó a buscar maneras para lograr un mejor ecosistema, promoviendo la conciencia ambiental. Separar la basura, reciclar, consumir de manera responsable la energía eléctrica y el agua, usar transporte público, llevar una bolsa de tela propia al supermercado o aplicar energías renovables o ecológicas, son algunas de las medidas que se pueden realizar para disminuir la contaminación del aire, agua, la tala indiscriminada de árboles, entre otras.
A esto se le suman son muchos proyectos, impulsados mayoritariamente por las nuevas generaciones, para poder llegar a un equilibrio entre las necesidades de la población y el cuidado del planeta Tierra.
En Santa Fe capital nació la idea de producir energías alternativas con residuos industriales, puntualmente de cerveza, y formar una leña ecológica. “Me desperté un día a las 6 y dije que tenía que hacer una briquette ecológica”, contó a CLG Melisa Mendoza, estudiante de Ingeniería Ambiental en la Universidad Nacional del Litoral.
Ella, junto a Ezequiel Rodrigues Regoli y Franco Utrera, ambos estudiantes de la UNL de Licenciatura de Administración de la Salud y Licenciatura en Administración, respectivamente, idearon Combecol, una producción de bioenergía sólidad a partir de biomasa, similar a una leña ecológica. El grupo prevé que el producto esté en el mercado para 2021.
Melisa dialogó con CLG y expuso sobre este proyecto, que sería una novedad en Argentina y no sólo busca una fuente de energía alternativa beneficiosa para el ambiente, sino que apuntan a que su producto llegue donde las energías convencionales no lo hacen por incapacidad de la red.
El prototipo realizado por el grupo tiene base en el residuo de cerveza artesanal. Sin embargo la estudiante aclaró que puede ser a partir de otros residuos de similares características. Esto se relaciona con el alcance, ya que “permite abordar diferentes regiones del país donde el residuo es particular de la región, con sus distintos cultivos y producciones”, explicó Mendoza y agregó que algunos ejemplos, además del de la cervecera, podrían ser caña de azúcar o cáscara de maní.
“En otras partes de Latinoamérica hay desarrollo de carbón o leña a partir de restos de coco, con muy buenos resultados”, destacó la mujer.
El preparado es sencillo: se recibe el residuo, se estabiliza, preparan la mezcla y se construye. Cuando se seca ya está listo para usar. En tan sólo media hora se puede obtener este tipo de energía. La joven de 28 años ilustró que 10 kilos de Combecol equivalen a 17 kilos de leña tradicional, esto expone una “mayor capacidad”, que además es amigable con el medio ambiente.
“Nosotros somos conscientes de que implementar energías renovables requiere una inversión industrial muy costosa. Por eso apuntamos generar una fuente mucho más accesible”, afirmó Melisa y definió que la inversión inicial no es muy grande, algo que facilitaría el proyecto.
De todas formas, el grupo intenta “mudar a otra materia prima” ya que el bagazo de cerveza se utiliza también como harina para cocinar, por ejemplo pan o barras de cereal.
Sobre el producto, detalló que en Argentina existen energías a partir de restos forestales, es decir leña compactada de leña y eso, planteó Mendoza, “significa tala de árboles y es un problema ambiental que ataca a nuestros bosques nativos, ya desprotegidos por el Estado que no cuida nuestros recursos naturales”.
La bioenergía sólida que propone el grupo de santafesinos también apunta a una energía que pueda ser utilizada en los hogares. “Muchas empresas usan biodigestores, ya que tienen la capacidad de hacerlo, pero las familias argentinas no estamos a ese nivel de conducta ambiental porque requiere ciertos conocimientos técnicos”. En este sentido, agregó: “Mucha gente no implementa energía renovables porque no sabe, piensa que es costoso de mantener o renovar, la inseguridad desde el desconocimiento de manipular estás energías hace que la gente opte por lo que conoce” y se vuelque a las energías convencionales como la eléctrica o los derivados a partir de los fósiles.
Además, el grupo apuesta a “producir esta energía sólida porque es segura, fácil de manejar y además si no se utiliza se puede compostar”, manifestó Melisa Mendoza
Y si bien aseguró que es igualmente inflamable que todas las fuentes de energía, explicó que este tipo de bioenergía sólida tiene la ventaja de no correr riesgo de explosión como el biogás o derrame como el biodiesel.
Para conocer más sobre el proyecto podes escribir a combecol.arg@gmail.com