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Las «malas decisiones» lo dejaron en la calle y hoy lucha para salir adelante


Foto: Fernando Der Meguerditchian

Es la historia de Luis Ferreira. Con 34 años, vive hace ocho sin techo y ha aprendido mucho de la vida, según su relato

«Las personas que vivimos en la calle somos como fantasmas». Con esa frase Luis Ferreira resumió una realidad que lo aqueja a él y a muchísimos ciudadanos más. La dura situación de no tener un techo y vivir el día a día a la deriva, muchas veces sin ser siquiera notado.

Luis tiene 34 años, vive en situación de calle desde los 28. Según él mismo indica, fueron las «malas decisiones» las que lo llevaron a este lugar. Y si bien no está donde quiere estar, asegura que ha aprendido mucho por esta situación.

«En estos años me han pasado muchas cosas. En la calle hay otra realidad», sostuvo. E hizo énfasis en que hay muchas más personas en la calle de la que cualquiera nota: «A lo mejor pasás muchas veces al lado de alguien que está en la calle y no te das cuenta. Hay gente que está mucho mejor que yo, anda de traje, pero vive y duerme en la calle. Está hasta el más ignorante, hasta el que por las apuestas se ha quedado sin nada».

En cuanto a su propia historia, contó: «Esta realidad de la calle me hizo cambiar. El Luis de antes era un tipo jodido, un tipo muy malo». «Cuando te encontrás en ésta valorás hasta ir al baño, o poder calentarte un poquito de agua. Para otro son cosas normales y yo cuando las tuve no las supe ver», agregó.

Luis es plomero y albañil. Se esfuerza cada día para conseguir algún trabajo, pero no siempre hay suerte. «Es buscarla día a día. Una moneda, una comida, buscar un laburo… no está fácil. No sabés si decir la verdad o no, porque la gente juzga mucho. Lo primero que dicen es: ‘Por algo está en la calle’. Y es verdad», detalló.

A pesar de esto, señaló que «medianamente, en la calle se vive». «El que vive mal es porque no la lucha. Yo camino 30 cuadras para bañarme, pero me baño. Antes era más fácil para mí, capaz por la edad», añadió.

Por otro lado, relató que «el día a día de la calle te sorprende a cada minuto». «Un día encontrás a alguien que te lleva a su casa a comer y otro a alguien que te pasa por encima», ejemplicó. Además, el clima incide mucho en su calidad de vida: «Los días de lluvia no son como los de sol. Con el viento, el frío y el agua no sabés dónde meterte».

Luis se señala como el primer responsable de lo que vive y considera que sólo él mismo es el capaz de sacarse adelante. Sin embargo, no pasa por alto la falta de políticas públicas. «Yo estoy en la Plaza Pringles, los políticos hacen campaña y nosotros estamos durmiendo al lado. El sistema se está cerrando cada vez más», aclaró.

Por último, se refirió a su futuro y dijo cuáles son sus deseos y aspiraciones: «Una casa, una bicicleta y un trabajo». Aunque parezcan cosas sencillas, para Luis son cosas que le cambiarían rotundamente la vida.

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