Opinión

Por Carlos Duclos

Las esperanzas se habían hundido


Por Carlos Duclos

“Las esperanzas se habían hundido…” Con esas palabras, fuertes, hasta desgarradoras, comienza la crónica sobre el hallazgo del ARA San Juan el diario parisino “Le Monde”. Y es cierto, las esperanzas se habían hundido junto con la nave y sus 44 tripulantes en muchos corazones argentinos, aun en aquellos más optimistas.

Y era razonable que las ilusiones se sumergieran, se ahogaran en muchos espíritus. Todas las fuerzas de las superpotencias del mundo, con sus tecnologías más avanzadas, no pudieron lograr, en un año, lo que en apenas en un instante pudo el buque Seabed Constructor de la empresa Ocean Infinity. Eso sí, ¡extraña circunstancia, enigma del destino (o no)!, el milagro se produjo al año, cuando el buque se estaba por ir y después de que muchos países, incluso la empresa Ocean Infinity, recopilaran una importante cantidad de información sobre el riquísimo lecho marino de Argentina, en zonas alejadas del lugar en el que se encuentra el submarino hundido y desde donde el  ARA San Juan envió la última señal ¿Por qué no se puso énfasis en ese radio desde un principio como recomendaron algunos expertos?

Apenas los familiares se enteraron de la noticia del encuentro hubo reacciones diversas: dolor, más dolor, y enojo. María Rosa, la mamá del suboficial Villarreal dijo: “Yo no quería que los encontraran en la zona de los golpes del casco, no quería saber que habían sufrido”. El hermano de otro de los tripulantes, acongojado, exclamó: “Estaban ahí nomás, donde se dijo que el submarino dio la última posición. Nos mintieron, siempre nos mintieron”, lanzó.

El suceso es penoso e indignante, porque el submarino fue encontrado en el lugar donde el sonarista de una corbeta de la Armada escuchó «golpes del casco» que podrían provenir del submarino, seis días después de su desaparición. Sin embargo, las autoridades descartaron estos sonidos y no se buscó en el lugar. Este testimonio, importantísimo, pero a la vez devastador, del sonarista, por cuanto se deduce que los marinos sobrevivieron varios días, fue dado a la jueza de Caleta Olivia que entiende en la causa, Marta Yañez.

Se entiende entonces el dolor y malestar de los familiares. Zulma Burgos, la mamá del tripulante Jorge Mealla, le dijo al diario El Tribuno de Jujuy que si se hubieran hecho la realidad sería distinta, y hasta  se hubiera podido rescatar a los tripulantes con vida

Ahora vendrán muchas preguntas para las que tal vez no haya respuestas. En todo caso, habrá que exigir que se encuentre la verdad que por ahora subyace junto con el submarino y los 44, allí desde donde dio su última señal; allí, donde no se buscó o se buscó  mal.