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Las “creaciones de la Bandera” y Rosario, a 209 años de la creación de la enseña patria


Rememorando la tarde del 27 de febrero de 1812, el historiador Miguel Carrillo Bascary comparte diversas composiciones artísticas del momento histórico que atesora la cuna de la Bandera Argentina

Hoy Rosario recuerda la histórica jornada del 27 de febrero de 1812, cuando Manuel Belgrano enarboló la bandera por primera vez a la vera del Paraná. Ya han pasado 209 años y el historiador Miguel Carrillo Bascary compartió diversas composiciones artísticas del momento histórico que atesora la ciudad.

Como verdadera Cuna de la Bandera, Rosario ha sabido manifestarlo en diversas composiciones artísticas sobre el excelso día en que el primigenio paño en que, hecho bandera, ondeó en los cielos.

Estas creaciones salpican la geografía urbana expresadas en lenguajes de bronce; mármol; trazos de pinceles y vidrios de colores; surgidas de manos femeninas y varoniles, locales y extranjeros, en múltiples facetas y estilos culturales.

Sus rasgos se revelan en la historia, fragmentos todos del singular acontecimiento que muestran y cuentan. En un imaginario trayecto, hilvanando trazos, volúmenes y texturas, una y otra vez, recrean aquella tarde del 27 de febrero de 1812, cuando en la florida barranca de las ceibas la bandera blanca y celeste de una nueva Nación se recortó contra el cielo estival a la vista de rudos soldados y de un pueblo, humilde y patriota.

Su atrevido creador, aquel inmenso estadista en uniforme, Manuel Belgrano, hizo florecer bandera del capullo de escarapela y la presentó en desafío temerario de libertad e independencia. En esos tiempos confusos, de temores y esperanzas, el prócer soñaba un sueño del que todavía los argentinos de hoy somos discípulos y deudores del legado.

Al amparo de ese paño amanecido en el crepúsculo, Belgrano postuló a la América del Sud como templo de la independencia, de la unión y de la libertad. Así lo juró e hizo jurar a la guarnición de Rosario; hermanado con aquellos que mandaba. Cuenta su informe que un potente ¡Viva la Patria! selló este compromiso vital, pronunciado a la vera del Paraná con vocación continental inocultable.

Rescata la tradición que María Catalina, esa mujer próxima a ser madre, con sus manos de trabajo, cosió los paños; blanco y celeste, colores de la Virgen del Rosario. Manuel Belgrano, con visión de trascendencia, confirmó su decisión con el agua bendita que el presbítero Navarro esparció en los pliegues del símbolo naciente. Cuentan las memorias que Cosme Maciel, cabildante electo, la más alta autoridad presente, tomó firme la driza y proyectó la enseña hasta lo alto.

Pasaron los años, las décadas y dos siglos. Rosario toda atesoró ese histórico momento. Fue su pueblo el que impulsó levantar un memorial que expresara esa vivencia. Cuatro generaciones bregaron y, por fin, el frío 20 de junio de 1957, a 145 años de aquella tarde inolvidable, el mármol mostró al mundo su tributo a la Bandera.

En cuanto a la bandera en sí, en la casi totalidad de las imágenes se presenta de tres franjas, simplificando la apasionante cuestión de cómo fue su original; que hoy la crítica histórica define blanca y celeste, en dos paños.

No bastó a Rosario el grandioso Monumento; tamaño hecho trascendió sus dimensiones. Dejemos ya los sueños que inspiran recuerdos y presencias; vayamos a los hechos que con ellos constrúyese la historia.

Fue un italiano afincado en Rosario, Nicolás Grondona (1826 – Buenos Aires, 1878), quien desde su cargo de concejal, advirtió que la ciudad estaba indisolublemente unida con la enseña nacional. Inspirado por haber leído la “Historia de Belgrano” que escribió Mitre, concibió el escudo cívico que debía identificar a Rosario. En 1862 fue aprobado por ordenanza. En una de sus primeras versiones que se ha conservado se observa el brazo colosal del prócer que se eleva desde una muralla que remite a la histórica batería “Libertad” empuñando la bandera, que en su blanca franja reza “27 FEB 1812” y la muestra al mundo. Un gran río; navíos; un ancla y atributos de labranza referencian el designio agroportuario de la ciudad. De 1964 data su actual y oficial diseño, ejecutado por Julio Vanzo (Rosario, 1901 – 1984) con el asesoramiento histórico de Julio Marc (Rosario, 1884 – 1965).

Al analizar los vínculos entre la creación de la Bandera y Rosario, es imposible omitir el primer intento de construir un monumento que testimoniara el histórico suceso. No pudo lograrse, pero persistió en la memoria social como un acto de justicia que prologó las iniciativas que siguieron. Es la pirámide coronada por una “Victoria” que ideó construir Nicolás Grondona. Tendría dos elementos; uno de menor porte, que se emplazó en la isla, donde estuvo la batería “Independencia”, pero años después fue arrastrado por una crecida del río. El otro, de mayor volumen, se proyectaba levantarlo sobre la barranca adonde existió la batería “Libertad”, más precisamente en un solar que hoy estaría a unos 30/40 metros, sobre los números pares de calle Santa Fe, altura del 600, pero no pudo ser. En su cara este se vería el perfil del prócer y la leyenda, “A Manuel Belgrano, la Patria agradecida”. La litografía que lo ilustra fue grabada por Eduardo Fleuty en 1872, y se expone en el Museo Histórico “Dr. Julio Marc”.

Otra referencia concreta al protagonismo de Belgrano con relación a Rosario y a la creación de la Bandera, lo testimonia su esfinge; entre las cuatro que ornamentan el fuste de la “Columna de la Libertad”, en la plaza “25 de Mayo”. En traje militar, el prócer porta la enseña patria con su mano derecha que cruza sobre el pecho, como confiando el símbolo a su corazón; flanqueado por los escudos nacional y de la ciudad. Es obra del italiano Alessandro Biggi (Carrara, 1858 – Fossola, 1926) que la ejecutó en mármol por encargo de la Municipalidad, su solemne descubrimiento se concretó el 9 de julio de 1883.

 

En el Museo Histórico Provincial “Dr. Julio Marc” puede verse el gran óleo terminado en 1895 por el catalán Pedro Blanqué, que lleva por título “Juramento de la Bandera a orillas del Río Paraná”; fue encargado por la Municipalidad de Rosario. Expresa un error conceptual, ya que de la propia mano de Belgrano el voto que pronunció en la solemne ocasión fue “… juremos vencer a nuestros enemigos interiores y exteriores y la América del Sud será el templo de la independencia, de la unión y de la libertad” (Fuente: proclama que acompañó al oficio cursado al Triunvirato el 27 de febrero de 1812).

 

Medalla elaborada por la casa “Gottuzzo y Piana”, sin que haya trascendido el nombre de su artífice. Fue encargada por la Municipalidad de Rosario y la Comisión popular para celebrar la colocación de la piedra fundamental del Monumento a la Bandera, ocurrida el 9 de julio de 1898. La leyenda del perímetro anticipa el lema que hoy caracteriza a la ciudad como “Cuna de la Bandera”. Sus reducidas dimensiones impidieron un mayor desarrollo de la alegoría.

 

También en el mismo museo se encuentra la muy difundida acuarela ejecutada por Guillermo da Re (Milán, 1867 – Italia) hacia el año 1900. Su principal crítica desde los históricos radica en el reducido ancho del cauce fluvial; además de presentar una segunda bandera, en la isla; que no la hubo.

Como vestigio del Monumento a la Bandera que no fue, es la talla que debió integrar el conjunto surgido de las manos de Dolores Mora Vega, “Lola Mora” (1866 – Bs. Aires, 1936), por encargo del Gobierno nacional con motivo de celebrarse el centenario de la “Revolución de Mayo”. El contrato se suscribió en 1909 pero se rescindió en 1925, mediando polémicas circunstancias. Después de una azarosa trayectoria, en 1997 la pieza se instaló en el pasaje Juramento. No cuenta con una denominación formal, pero habitualmente se la llama “Belgrano y la Bandera”.

Cuando se celebró el centenario de la creación de la Bandera, el pueblo de Rosario ya estaba plenamente comprometido con la idea de construir un monumento digno de la fecha. Hasta que fuera posible se dispuso emplazar en la plaza “Belgrano”, sitio donde luego se levantaría, una corona conmemorativa fijada en madera, que elaboró la casa Gottuzzo Hnos., de Buenos Aires. Consta de dos ramas de laurel y palma unidas por una cinta donde puede leerse: “Ciudadano. Detente, es tu emblema” e “Inspírate en él y se virtuoso”, que encierran un escudo nacional. La antigua fotografía que se muestra lo testimonia; más tarde la pieza fue donada el Museo Histórico de Rosario, donde hoy se encuentra.

Una bellísima representación luce como vitral sobre la cancel de la iglesia Catedral de Rosario desde 1927, cuando se remodeló el templo. Fue diseñado por Francisco Stella (Roma, 1862 – Buenos Aires, 1940). Lo ejecutó y montó la firma “Vilella y Thomas” de Buenos Aires. Como observación, iza el paño un efectivo del Regimiento “Patricios”, cuando la tradición informa que cupo este honor al oidor del Cabildo de Santa Fe, Cosme Maciel.

El monumento a poco de ser inaugurado

Cuando el Monumento a la Bandera todavía era un sueño, la colectividad italiana de Rosario quiso reconocer su agradecimiento y vínculos para con la ciudad. El proyecto inspirado por Santiago Pinasco promovió instalar dos estatuas gemelas; una lo fue en Génova, en 1927; la otra se inauguró en 1929, en Rosario. Originalmente se pensó ubicarla en la plaza “Belgrano”, sitio del primer izamiento de nuestra enseña, donde hoy se levanta, pero finalmente se optó por hacerlo en el “Parque de la Independencia”. Ante ella se concretaron muchas de las conmemoraciones del “día de la Bandera” hasta el año 1957. El trabajo se contrató al artista Arnaldo Zocchi (Florencia, 1862 – Roma, 1940) y la figura del prócer se fundió con el bronce del cañón Nº 618 bis, año 1775, tomado a los españoles en la batalla de Salta. Una maqueta a escala se guarda en el Museo “Julio Marc”.

Producto netamente rosarino es el magnífico friso en bronce instalado desde 1938 en el ingreso del palacio de Correos. Su autor es Osvaldo Lauersdorf, el segundo director del Museo “J. B. Castagnino”. Fue donada a la ciudad por el Jockey Club de Rosario, del que era socio el artista. Se la identifica con las palabras de Belgrano, cuando tomó juramento a sus tropas el día 27 de febrero de 1812, que consta en su pie (“… y la América del Sur será el templo de la independencia y de la libertad”). Como curiosidad, se observa la presentación de la Bandera en el “bajo de los Sauces”, junto al río Paraná, y no en la plaza de armas de la batería “Libertad”, que estaba en lo alto de la barranca. De entre todas las obras seleccionadas es la que muestra mayor representación al pueblo de Rosario.

Antonio Berni (1904 – Buenos Aires, 1981), es autor de la cartulina, que se reprodujo en el almanaque publicitario que en 1946 distribuyó la empresa “Esso”. La comitente de la obra fue la West Indian Oil Co. de Argentina que luego la donó al Instituto Nacional Belgraniano, donde hoy se encuentra. Posiblemente sea la representación más aproximada de las circunstancias fácticas del histórico acontecimiento.

El bajo relieve labrado en travertino por José Fioravanti (Buenos Aires,1896 – Buenos Aires,1977), tiene una impronta conceptual de alto vuelo. Se recorta en uno de los muros laterales en el Atrio del Monumento, y lleva por nombre “La creación de la Bandera”. El artista se mantuvo neutral en la polémica sobre la composición original de la Enseña patria y por ello la representó lisa, sin ningún rasgo. En uno de los ángulos de la composición se advierte el follaje de un “palo borracho”, característica especie de la zona, que define el lugar del acontecimiento, la “barranca de las ceibas”, apelativo con que entonces se conocía al vegetal. Por dos veces la obra fue tema de emisiones filatélicas conmemorativas.

 

Invitado por el gestor del Monumento a la Bandera, Ángel Guido, del que era amigo y asesor artístico, el escultor Eduardo Barnes (Rosario; 1901 – 1977) nos dejó uno de sus característicos bajo relieves, en bronce patinado. Los planos esquemáticos encuentran en el paño un notable dinamismo. En él plasmó el primer izamiento donde la figura de Belgrano, en simbólico diálogo entrega la enseña patria a Cosme Maciel, que se dispone a elevarla. La obra está en la “Galería de Honor de las Banderas de América”, en el interior del memorial.

Otra acuarela alusiva que se expone en el Museo Histórico Provincial de Rosario es la de Víctor Cajani, artista especializado en temas históricos que ejecutaba generalmente por encargo de Adolfo Carranza. Destaca la rigidez de sus elementos, pero resalta, más aún, la ausencia del pueblo rosarino, protagonista esencial del fasto día. Como data se consigna lacónicamente, “siglo XX”.

 

Pocos reparan en esta hermosa placa que contiene una sintética representación de la creación del símbolo. Fue un homenaje “a la Bandera y a su creador”, que el club Rosario Central ofreció cuando se inauguró el Monumento a la Bandera, en 1957. Se debe al famoso taller “Olinto Gallo”. La encontramos en el muro de placas conmemorativas ubicado en el pasaje Juramento.

En el despacho del Intendente de la ciudad destaca el colorido óleo del porteño Enrique Mac Grech (1890 – 1969), carece de referencias sobre la fecha de su elaboración. El protagonismo principal corresponde al coronel Belgrano, en lujoso uniforme de gala. Como referencia al 27 de febrero de 1812, en segundo plano, se ilustra una batería de campaña donde luce ¡una versión de la bandera del Ejército de los Andes! Grueso error que no afecta el valor de la pieza, pero que la descalifica como alegoría histórica. Para el rostro del prócer se tomó como modelo el retrato que le pintara Casimir Carbonnier durante su estancia en Londres (1815).

La profesora Catalina Brunori de Sutti (Iesi, Italia,1899 – Rosario, 1980), realizó este óleo, existente en el Colegio de “Nuestra Señora del Huerto”. Además de sus brillantes colores destaca como originalidad, el balance entre la representación del pueblo de Rosario y la guarnición al mando de Belgrano.

Tras esta relación no se puede olvidar que en Rosario existen otras representaciones de la creación de la Bandera Nacional, cuya referencia exceden del espacio disponible. Todas y cada una son un vívido homenaje a nuestro símbolo y a su creador, el general Manuel Belgrano; pero también a las mujeres y hombres cuyo compromiso patriótico aportaron el marco social que inspiró el histórico acto.

Por Miguel Carrillo Bascary | Historiador

Fuente: www.rosarioesmas.com