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Las acusaciones de agresiones sexuales atormentan al tesorero del Vaticano


De sacerdote en una parroquia rural a gran tesorero del Vaticano: la trayectoria ascendente de George Pell, el más alto representante de la Iglesia Católica en Australia, se vio empañada en los últimos años por controversias del pasado.
Para quienes lo admiran, el cardenal Pell, de 76 años, encarna el tradicionalismo católico australiano. Para sus detractores, es el rostro de una institución que no supo enfrentar las acusaciones de pederastia.

Un tribunal de Melbourne decidió este martes enviar al número tres del Vaticano a juicio por acusaciones relacionadas con viejos casos de presuntas agresiones sexuales que el prelado rechaza categóricamente y que la policía no detalló.
También asegura que no tenía conocimiento alguno de prácticas pederastas generalizadas en el seno de la Iglesia de Australia.
Pell, nacido en 1941, creció en la ciudad de Ballarat, donde fue un entusiasta miembro del equipo de debate de su universidad.

Tenía los papeles principales en las obras de teatro escolares y destacaba en fútbol australiano.
Su madre, una ferviente católica, estaba entusiasmada con que su hijo tomara el camino de la iglesia, según la prensa australiana. Su padre, un anglicano, no comprendía que hubiera rechazado un suculento contrato con uno de los equipos de fútbol más pujantes del país.
Siguió parte de sus estudios en Roma antes de ser ordenado cura de la diócesis de Ballarat, en 1966.
– Ascenso y acusaciones -.

Vivió un rápico ascenso hasta ser nombrado arzobispo de Melbourne, posteriormente de Sídney y, en 2003, fue incluido en el poderoso Colegio de Cardenales, lo que le otorgaba la posibilidad de votar en la elección de un papa.
En 2014, el papa Francisco lo eligió para lograr una mayor transparencia en las finanzas del Vaticano, convirtiéndose en número tres de la Santa Sede.
«El cardenal Pell es uno de los hombres eclesiásticos más grandes que Australia haya tenido», dijo de él el ex primer ministro conservador Tony Abott.
Ante sus fieles y la opinión pública, el cardenal Pell defiende los valores tradicionales del catolicismo, con una línea dura en temas como la eutanasia o el matrimonio homosexual, y rechaza las críticas contra la política represiva de Australia con los solicitantes de asilo.
Pero su reputación se vio perjudicada en los últimos años por las acusaciones de que habría encubierto abusos sexuales cometidos por los curas en el estado de Victoria cuando ejercía allí su ministerio.

– «Crímenes y disimulación» –

Una investigación nacional sobre la respuesta institucional que se dio a los abusos sexuales contra menores en Australia entre 1950 y 2010 concluyó que un 7% de los curas habían sido acusados de actos de pederastia. Estas acusaciones no dieron lugar a ninguna pesquisa.

La comisión de investigación real que llevó a cabo durante cuatro años esas investigaciones halló que a la Iglesia australiana se le señalaron 4.444 presuntos casos de pederastia.
En algunas diócesis, más del 15% de los sacerdotes eran sospechosos de abusos, añadió.
El cardenal Pell declaró varias veces ante esta comisión de investigación sobre el caso de los curas pederastas de la diócesis de Ballarat en los años 1970 y 1980. Afirmó que fue engañado por la jerarquía católica sobre lo que realmente ocurría en una época de «crímenes y de disimulación».

Las víctimas están seguras de que debía estar al tanto de las agresiones entre los rangos de la Iglesia.
«Hizo su trabajo protegiendo las ventajas de la Iglesia, protegiendo su reputación, pero no creo que haya protegido a los niños», declaró Julie Stewart, víctima de abusos sexuales durante su infancia, tras el testimonio del cardenal Pell ante la comisión de investigación.
En 2002, cuando era obispo de Sídney, George Pell ya fue acusado de abusos sexuales en el pasado, pero fue exculpado.