Los equipos interesados tendrán tiempo de presentar sus proyectos hasta el 25 de julio.
El Colegio de Arquitectos de Rosario lanzará este martes el concurso nacional de ideas “Borde Ribereño Parque de la Cabecera”, una convocatoria abierta a profesionales de todo el país para diseñar un nuevo centro cultural en la cabecera del puente Rosario-Victoria. La obra se enmarca dentro de un ambicioso plan de urbanización que transformará 35 hectáreas en la zona norte de la ciudad.
Además del espacio cultural, el concurso abarca el diseño del entorno inmediato, que incluirá un parque público, edificios de oficinas y un hotel de categoría internacional. Si bien se trata de un concurso no vinculante, desde el gobierno provincial aseguraron que los resultados tendrán un peso real en la definición del proyecto: los pliegos para la licitación del desarrollo urbano se publicarán una vez que se conozcan las propuestas ganadoras, previstas para el 7 de agosto.
Los equipos interesados tendrán tiempo de presentar sus proyectos hasta el 25 de julio. El concurso repartirá un total de 47 millones de pesos en premios, con un primer lugar que se llevará 32 millones.
Un megaplan con aspiraciones de cambio
El centro cultural proyectado tendrá una capacidad para 5 mil personas y estará acompañado de un anfiteatro al aire libre sobre la barranca del Paraná, pensado para espectáculos masivos de hasta 20 mil asistentes. La obra aspira a ser un nuevo emblema arquitectónico para Rosario, en línea con lo que alguna vez se pensó para el frustrado Puerto de la Música del arquitecto Oscar Niemeyer.
El desarrollo de la zona del parque de la Cabecera forma parte de una estrategia más amplia del gobierno provincial para reposicionar a Rosario como polo cultural, urbano y económico. En total, se proyecta la construcción de 2.500 viviendas, áreas comerciales, escuelas y espacios universitarios. Se estima que la nueva urbanización albergará a unas 15 mil personas.
Como en el caso del ex Batallón 121, el esquema prevé que el Estado aporte las tierras y que desarrolladores privados –a través de una licitación– financien y construyan tanto las viviendas como las obras públicas comprometidas, entre ellas el centro cultural. Los privados, a cambio, podrán comercializar parte del desarrollo inmobiliario.