Las plantas de Clason, Lehmann y Suardi permanecen paralizadas tras nuevos incumplimientos en el pago de sueldos
El conflicto en Lácteos Verónica volvió a escalar en los últimos días y ya mantiene paralizadas a todas sus plantas en la provincia de Santa Fe. La decisión de los trabajadores de retomar la retención de tareas se produjo luego de que la empresa incumpliera el cronograma de pagos acordado con la Asociación de Trabajadores de la Industria Lechera de la República Argentina (Atilra).
El esquema preveía depósitos semanales de un millón de pesos por trabajador para saldar deudas salariales acumuladas, pero durante diciembre los pagos comenzaron a realizarse de manera parcial y fuera de término. Ante esta situación, las plantas de Clason, Lehmann y Suardi quedaron completamente detenidas.
A la tensión salarial se suma un problema estructural que agrava el escenario: la falta de leche para sostener la producción. La planta de Clason se encuentra sin actividad por ausencia total de materia prima, mientras que las otras dos plantas también permanecen paradas, sin elaborar productos de la marca Verónica.
La crisis productiva está directamente vinculada a la delicada situación financiera de la compañía. Según datos del Banco Central, Lácteos Verónica acumula cheques rechazados por más de 10.900 millones de pesos, reflejo de una severa falta de liquidez y de la ruptura de su cadena de pagos.
Además, la empresa mantiene una importante deuda con productores tamberos, estimada en alrededor de 60 millones de dólares. De ese monto, entre 18 y 20 millones corresponderían a leche cruda entregada y nunca abonada. Más de 150 tambos, junto a transportistas y proveedores, se encuentran afectados por estos incumplimientos que se arrastran desde comienzos de año.
La pérdida de confianza provocó una fuerte caída en el envío de leche, incluso durante la primavera, período de mayor producción. Muchos productores optaron por derivar su materia prima a otras usinas, mientras que parte de la leche proveniente de tambos vinculados a los propios dueños de la firma estaría siendo procesada fuera de la empresa.
En los últimos meses, Lácteos Verónica sostuvo una actividad mínima a través de contratos de fasón, principalmente en la planta de Lehmann, donde se procesó leche para terceros. Sin embargo, ese esquema vence el próximo 8 de enero y aporta escasos ingresos, lo que suma presión a un panorama ya crítico.
En paralelo, volvieron a circular versiones sobre una posible venta de activos o de alguna de las plantas. La presencia, semanas atrás, de representantes de Adecoagro en la planta de Clason reavivó las especulaciones, aunque hasta el momento no hubo anuncios oficiales. Distintas fuentes del sector aseguran que las diferencias internas dentro de la familia Espiñeira, propietaria de la empresa, complican cualquier definición estratégica.
Con las plantas paralizadas, salarios impagos, productores organizando reclamos y las fiestas cada vez más cerca, trabajadores y proveedores atraviesan uno de los momentos más delicados de la historia de Lácteos Verónica, sin señales claras de una salida en el corto plazo.
