En el marco del Día Internacional del Crecimiento Infantil, especialistas destacaron la importancia de realizar controles pediátricos regulares para supervisar la evolución de la talla de los niños, que es un indicador de salud general
La detección a tiempo de trastornos de crecimiento infantil puede contribuir al diagnóstico y tratamiento oportuno de varias enfermedades, por lo que los controles pediátricos son fundamentales.
En el marco del Día Internacional del Crecimiento Infantil, especialistas destacaron la importancia de realizar controles pediátricos regulares para supervisar la evolución de la talla de los niños, que es un indicador de salud general.
Entre las patologías que alteran el crecimiento infantil se encuentran la enfermedad celíaca, el hipotiroidismo, algunas enfermedades crónicas y la falta de hormona de crecimiento.
Si el crecimiento de los niños se detiene, puede ser un síntoma de esas y otras enfermedades, que requieren diferentes tratamientos.
La Asociación Civil Creciendo, una organización que acompaña a niños con trastornos del crecimiento y a sus familias, advirtió, junto con diferentes especialistas, sobre la importancia de llevar a los niños al pediatra de manera periódica, inclusive cuando están sanos: ello permitirá, entre otros aspectos, supervisar sus índices de crecimiento en altura, que es un indicador de salud general.
«Los niños tienen que ir a los controles pediátricos ´en salud ´. Allí, el médico los pesará, medirá su estatura y graficará una curva de crecimiento», señaló pediatra endocrinóloga Ana Keselman, integrante de la División de Endocrinología del Hospital de Niños Ricardo Gutiérrez.
Y añadió: «El crecimiento es un indicador de salud general. Si se ve alterado, hay que ver qué está sucediendo».
En algunos casos, el crecimiento de los niños es afectado por la deficiencia de la hormona de crecimiento, lo que puede tratarse con una terapia de reemplazo: el caso de Lionel Messi es tal vez el más conocido en ese sentido.
Sin embargo, existen otras patologías que también alteran la curva de crecimiento infantil.
La jefa del Servicio de Endocrinología Pediátrica del Hospital Juan P. Garrahan, Marta Ciaccio, detalló que «hay causas nutricionales, como la enfermedad celíaca; también puede deberse a hipotiroidismo o enfermedades crónicas intestinales, renales, respiratorias, cardíacas o hematológicas».
«Otra razón posible es el retardo de crecimiento intrauterino.
Sabemos que del total de niños que nacen con bajo peso para la edad gestacional, entre el 10% y el 15% no recupera la talla genética y puede necesitar un tratamiento», agregó.
El retardo de crecimiento intrauterino, una condición que en Argentina afecta al 7,3% de los niños, es decir uno cada catorce recién nacidos: consiste en que el bebé deja de crecer durante la gestación.
Actualmente, existen métodos de diagnóstico (ecodoppler y ecografías) para identificar esta afección antes del nacimiento.
«La causa más frecuente del retardo de crecimiento intrauterino es un problema placentario, que ocurre cuando, por algún motivo, la placenta no nutre bien al feto. Otras causas están relacionadas con las madres: si están desnutridas, si son madres muy jóvenes o madres niñas. El consumo de cigarrillos, alcohol y otras drogas durante el embarazo, algunas virosis y los embarazos múltiples también son posibles causas», precisó Ciaccio.
Por su parte, Keselman se refirió a otros factores que alteran el crecimiento de los niños, como «la desnutrición primaria, es decir la falta de nutrientes» y los «trastornos genéticos o cromosómicos como los síndromes de Turner, de Noonan o de Prader- Willi, entre otros».
«Muchos de estos síndromes presentan una prevalencia superior a la que registra el déficit de hormona de crecimiento», remarcó.
La medición regular y precisa del peso y la estatura es la mejor herramienta para la detección temprana de los trastornos de crecimiento, lo que a su vez permite un diagnóstico precoz de la enfermedad de base que los genera y la indicación de un tratamiento oportuno.
El Ministerio de Salud de la Nación indica que los controles pediátricos deben realizarse con una frecuencia que va cambiando a medida que los niños crecen: los recién nacidos reciben un primer control entre los 7 y los 10 días de vida; los bebés de entre 1 y 6 meses, reciben controles todos los meses; luego, entre los 6 meses y el año, los chequeos se realizan cada 2 meses. Cuando los niños tienen entre 1 y 2 años, deben concurrir al pediatra cada 3 meses; luego, entre los 2 y los 3 años, cada 6 meses y, a partir de los 3 años, 1 vez por año.
Además de la medición periódica de la estatura por parte del pediatra, hay señales que podrían indicar que un niño o niña tiene un problema de crecimiento, a las cuales el entorno familiar puede estar atento.
«Si gasta la ropa antes de que le quede pequeña, si es mucho más bajo o baja que los otros nenes o nenas de su edad, si lo confunden con un niño o niña de menor edad, si es más bajo que sus hermanos menores y, cuando pasa el tiempo y el ruedo del pantalón no cambia, es importante consultar al médico», afirmó la presidenta de la Asociación Civil Creciendo, Inés Castellano.
Si bien es habitual la diferencia de estatura entre niños de la misma edad, existen tablas de crecimiento validadas que utilizan los pediatras que establecen cuáles son los parámetros normales, teniendo en cuenta la etapa de la vida -abarcando desde el nacimiento a los 19 años-, el peso y el género.
De acuerdo con el Manual de Crecimiento elaborado por la Organización Panamericana de la Salud (OPS), la etapa que va del nacimiento y los tres años, es decir la primera infancia, «se caracteriza por un crecimiento rápido»; mientras que, en la segunda infancia, que llega hasta el comienzo de la edad puberal, «la velocidad de crecimiento se mantiene constante».
Luego, en la etapa de «aceleración o empuje puberal», ocurren «rápidas transformaciones» que incluyen «crecimiento del esqueleto y de los músculos y de la cantidad y distribución de la grasa».
«El trastorno en el crecimiento puede presentarse en cualquier momento a lo largo de la vida. Por ejemplo, un niño que crecía normal, a partir de un momento baja la velocidad de crecimiento; si eso se da en forma sostenida durante al menos seis meses, merece una evaluación por parte del pediatra, quien, si es necesario, lo derivará al especialista, es decir a un pediatra endocrinólogo», explicó Ciaccio.
«La desventaja en la altura en comparación con sus pares puede afectar a los niños tanto desde lo emocional como en lo social y durante toda su vida. Nos han llamado personas adultas lamentando no haber hecho un tratamiento a tiempo. En la actualidad, afortunadamente, hay más posibilidad de acceder a un tratamiento», destacó Castellano.
En los casos en los que la indicación es suplementar con hormona de crecimiento, la medicación debe indicarse cuando se hace el diagnóstico de la deficiencia de la misma; en otros síndromes, como el retraso de crecimiento intrauterino o el síndrome de Turner, a partir de los 3 a 4 años y en otros varía de acuerdo al síndrome y estado del paciente. Dependiendo la patología de base, el tratamiento está contemplado por el Plan Médico Obligatorio (PMO).
La Asociación Civil Creciendo, creada en septiembre de 1987, está integrada por un grupo de padres de niños y adolescentes que, por distintas patologías orgánicas que inciden directamente sobre el crecimiento, presentan en común la característica de la baja talla.
Además, trabaja a nivel nacional sobre detección temprana de estas patologías (orientación para la consulta y difusión y concientización social sobre los trastornos que pueden estar asociados a problemas de crecimiento); facilitar el acceso al tratamiento y realizar las acciones legales para que este no se vea interrumpido (Asistencia Legal gratuita); y brinda apoyo al niño y su familia en relación a los problemas emocionales, psicológicos y sociales que estas patologías producen, teniendo como meta su inserción social y mejorar su calidad de vida.