Alejandro Cané es el jefe de Investigación Científica y Asuntos Médicos de la División Vacunas de la compañía farmacéutica que junto con BioNtech desarrollan la candidata que acaba de lograr la autorización de uso de emergencia en Estados Unidos
Se podría decir que la vacuna candidata contra el COVID-19 que llegó primera a la meta fue la desarrollada por la compañía farmacéutica Pfizer en conjunto con su socia alemana BioNtech. Una importante señal de esto es que en el Reino Unido fue la primera nación en aprobar el uso de emergencia de la vacuna de Pfizer, a pesar de ser el país que a través de la Universidad de Oxford y la compañía AstraZeneca produce una vacuna que desde el primer momento fue vista por gran parte de la comunidad científica como la opción que mejores resultados mostraba.
La vacuna de Pfizer y BioNtech BNT162b1 aplica una fórmula basada en la tecnología del ARN mensajero, la misma que la candidata Moderna, que lleva instrucciones de ADN para que las células del cuerpo humano generen ciertas proteínas protectoras. La eficacia del 95% frente al virus SARS-CoV-2 se logró siete días después de la segunda dosis de vacuna y 28 días después de la primera. Debido al reciente comienzo de los estudios, no es posible saber cuánto tiempo dura la inmunidad.
La vacuna, según especificaron desde las compañías, fue en general bien tolerada, aunque en algunos casos causó fiebres y dolores locales donde fue inyectada y se registraron dos casos de anafilaxia o reacciones alérgicas graves. Según una investigación, ocurre en aproximadamente 1 de cada 760.000 vacunaciones.
Las dos compañías usaron esta información recabada para llevar a cabo una prueba mucho más amplia, con hasta 30.000 participantes, que todavía está en marcha en los Estados Unidos, Brasil, Argentina, Alemania y distribuida en 120 locaciones a nivel global.
Desde la Argentina, Alejandro Cané, jefe de Investigación Científica y Asuntos Médicos de la División Vacunas de Pfizer, aportó su vasta expertise y larga trayectoria al producto final. Es una mente brillante y una pieza fundamental para la compañía y para la vacuna candidata. Con más de once años en la empresa, desde el 2014 se desempeña liderando el sector de Asuntos Médicos y Científicos de Vacunas para América Latina y Canadá. A su vez, estudió su carrera de médico pediatra experto en enfermedades infecciosas en la prestigiosa Universidad de Buenos Aires (UBA) y realizó una maestría en Investigación Clínica y Farmacología en la Universidad Austral de Buenos Aires.
“La idea es tener la vacuna autorizada en Estados Unidos”, sostuvo Cané en una reciente entrevista con Reuters en Buenos Aires. “Estamos seguros de que en las próximas semanas o meses vamos a tener la vacuna no solo en uso en Estados Unidos y Europa, sino también en países de América Latina”, vaticinó.
“Nuestro objetivo fue demostrar que la vacuna candidata de ARN mensajero es segura y eficaz (en este caso inmunogénica, es decir capaz de producir anticuerpos que protejan contra la enfermedad), dos condiciones irrenunciables en la producción de cualquier vacuna”, explicó el experto argentino.
“La vacuna está basada en una plataforma a la que llamamos ARNm (ARN mensajero) que copia la secuencia genética del virus que tiene la información para producir una de sus proteínas más importantes. Se envuelve en una nanopartícula lipídica que permite que esté protegida en la sangre y pueda ingresar en la célula del humano”, amplió Cané.
En relación a la necesidad de la vacuna de mantenerse a temperaturas ultrabajas, lo que genera complicaciones en regiones menos desarrolladas como América Latina, Cané explicó que la firma espera tener una segunda generación de la vacuna para el 2022. “Sabemos que es complicado en comparación con otras vacunas, pero estamos en medio de una situación pandémica y estamos tratando de brindar la solución más eficaz de la manera más rápida”, sostuvo.
“Pfizer y BioNTech desarrollan conjuntamente este programa de cuatro vacunas candidatas con el objetivo de prevenir la infección por COVID-19 basadas en una tecnología llamada ARNm. Las vacunas basadas en ARNm tienen algunas ventajas teóricas: actúan en el citoplasma celular, sin necesidad de llegar hasta el núcleo, ni de interactuar con el genoma de las células huésped. El proceso de fabricación es más corto que el estándar actual y los dispositivos inyectores sin aguja permiten abordar con seguridad las campañas de vacunación de grandes cantidades de personas con dispositivos multidosis”, precisó el experto, quien a su vez vaticinó que “la vacuna contra COVID-19 de Pzifer BioNtech que se probó en Argentina es de muy fácil producción a futuro”.
Consultado por las diferencias que tiene esta vacuna del resto de las que buscan demostrar prevenir clínicamente la enfermedad severa, puntualizó: “Nuestra vacuna no utiliza el virus completo o las proteínas del virus ya fabricadas afuera. En lugar de ir por ese camino, por nuestra experiencia, nos pusimos a trabajar en el desarrollo de esta vacuna basada en otra plataforma y los resultados son muy esperanzadores.
“Todo esto es una gran oportunidad para demostrar el trabajo que se realiza desde las distintas autoridades regulatorias y de salud pública para crear una solución a un problema que nos afecta a todos. Ojalá dentro de un mes podamos estar hablando a raíz de que los resultados de la última fase fueron positivos”, concluyó Cané.