La policía había pedido a líderes comunitarios que pusieran fin a los disturbios registrados durante gran parte de la última semana
La violencia en las calles de Irlanda del Norte estalló nuevamente por cuarta noche consecutiva a pesar de los reiterados llamados de la policía a la calma, después de que varios agentes fueran atacados con bombas molotov y de que se incendiaran más autos.
La policía había pedido a líderes comunitarios que pusieran fin a los disturbios registrados durante gran parte de la última semana, protagonizados por grupos de jóvenes unionistas, es decir favorables a la pertenencia de Irlanda del Norte al Reino Unido.
Estos grupos salieron a las calles a cometer desmanes en rechazo a los controles aduaneros impuestos por el Brexit entre la región autónoma de Irlanda del Norte y el resto del Reino Unido.
Los enfrentamientos ocurrieron anoche luego de hechos similares durante el sábado y el domingo último, en zonas unionistas en los alrededores de Belfast, la capital de Irlanda del Norte, y en otras localidades como Newtownabbey, Carrickfergus y Derry.
Los jóvenes lanzaron proyectiles y bombas incendiarias contra la policía además de prenderle fuego a vehículos.
En total 32 policías fueron heridos en los enfrentamientos con los manifestantes, algunos de tan solo 12 años, que además bloquearon calles, informaron autoridades.
En Carrickfergus, cerca de Belfast, se produjeron violentos incidentes, mientras que la policía antidisturbios y los bomberos tuvieron que apagar un vehículo en llamas en la zona de Sperrin Park, en Derry.
Tras el Brexit, la creación de una frontera tanto entre las dos Irlandas -la República independiente y miembro de la Unión Europea (UE), e Irlanda del Norte, la región autónoma de Reino Unido- o entre esta última y el resto del territorio británico podría revivir el conflicto armado que azotó la región durante décadas.
Las tensiones estallaron cuando algunos miembros del Parlamento de Irlanda del Norte intentaron censurar a una veintena de políticos del partido republicano irlandés Sinn Fein que asistieron al funeral en junio pasado de Bobby Storey, un exjefe de inteligencia del Ejército Republicano Irlandés (IRA).
La decisión del Sinn Féin enfureció a todo el espectro político, porque según las reglas establecidas por el Ejecutivo por el coronavirus, no se permite la asistencia a funerales de más de 30 personas, pero se estima que unas 2.000 personas, incluida la viceprimera ministra, Michelle O’Neill, y otras figuras del Partido, asistieron a los funerales.
Los líderes del DUP, (Partido Unionista Democrático) y del Partido Unionista del Ulster pidieron al jefe de policía Simon Byrne que renuncie por el manejo del funeral.