Por Leo Ricciardino
La vida no es justa. La política, que es la vida misma, tampoco. Que el ministro de Salud más importante de los últimos años de la historia argentina haya tenido que renunciar por el escándalo generado alrededor de lo que los medios dieron en llamar “vacunatorio VIP”; es sin duda una gran injusticia pero era el único camino que podía seguir el presidente Alberto Fernández y Ginés González García también así lo entendió. Que Carolina Píparo no haya renunciado a su cargo de secretaria de Asistencia a la Víctima luego de arrollar con su auto junto a su marido a dos personas; marca la injusticia pero sólo eso.
La renuncia es la única manera de reparar que tiene la política. Y las renuncias de los ministros están para salvaguardar al presidente y sobre todo al gobierno y la gestión. Y hay muchos ejemplos, mayores y menores. En Rosario, en la década del ’90 un muy buen director de Tránsito tuvo que renunciar porque no hizo a tiempo el cambio de patente alfanumérica de su vehículo personal que todos los días estacionaba frente a la sede de esa dirección en el parque Independencia. Alguien le tomó una foto (en esa época no había redes sociales) y un diario la publicó. Hoy sería una gran pavada.
Mucho más acá en el tiempo, el año pasado, dos funcionarios del gobernador Omar Perotti también debieron presentar sus renuncias. Una experimentada y solvente funcionaria de Educación y un muy buen funcionario de Cultura. La primera se descuidó y fue a un bar donde luego se desató una fiesta que no estaba autorizada en el marco de la pandemia. El segundo festejó su cumpleaños con más gente de la permitida. Esta vez sí las redes sociales fueron decisivas.
Lo simbólico y el contexto son muy importantes en estos casos. En eso se equivocó Ginés. Hace un par de meses las autoridades estaban invitando a los famosos a que se vacunen. Incluso Moria Casan recibió la invitación de parte del gobernador Axel Kicillof. Había que generar confianza en torno a la vacuna rusa y por eso también se vacunaron públicamente el presidente, la vice Cristina Fernández, el propio gobernador de Buenos Aires, el intendente de Rosario Pablo Javkin y muchos más aparte del personal esencial de salud en todo el país. Pero el panorama cambió bruscamente. En unos pocos días el tema ya no era la confianza en la vacuna sino la necesidad de contar con más y más dosis porque de pronto todo el mundo quería vacunarse. El tema ya no era la confianza en las vacunas sino la falta de vacunas. Y en ese momento quien consiguiera una pasaba a ser un privilegiado.
La vida no es justa, la política menos. Pero hay que reparar de alguna manera y a veces esa manera es dolorosa y puede afectar a todo un buen proyecto político. Eso es lo que se intenta salvar.