Desde este martes ya se puede ver en el canal estatal "Checho y Batista, el taller" con la participación del humorista Tomás Quintín Palma
El humorista rosarino Tomás Quintín Palma, quien está al frente junto a Señorita Bimbo del ciclo de comedia «Checho y Batista, el taller» desde ayer por la pantalla de la TV Pública, celebró que «el canal apueste a la búsqueda de un nuevo lenguaje».
«Es una propuesta bastante experimental. Estamos en la construcción de un universo desde cero. Confiar en algo que tiene que ver más con la intuición que con la razón es una celebración absoluta», expresó en diálogo con Télam el comediante que en mayo pasado hizo una distendida entrevista con el presidente Alberto Fernández.
A partir de distintos personajes y a través del humor, Checho (Palma) y Batista (Bimbo) recorrerán de lunes a viernes temas de actualidad y crearán situaciones absurdas, con sketches, improvisaciones y juegos, además de entrevistas a conocidas figuras.
Charo López, Juan Ísola, Julián Lucero, Mariano Saborido, Marcos Aramburu y Maida Andrenacci se turnarán en distintos episodios con sus respectivos personajes para dar el puntapié inicial a las diversas situaciones que ocurren en el taller, ambientado con un viejo televisor, un mate y un auto clásico que arreglarán durante toda la temporada.
“Estuve viendo algo de lo que hicimos y es raro, hay pelucas, máscaras, y hay una extraña búsqueda de la cual no me voy a hacer cargo”, contó entre risas Palma, quien forma parte del programa «De mil humores», conducido por Claudio Villarruel (El Nueve) y, además, hace radio en Futurock.
—¿Cómo describís la forma de trabajo de ustedes?
—Somos un grupo que labura mucho con la improvisación, estamos todo el tiempo inventando mundos, jugando, y a veces hay situaciones que no tienen tanto guion desarrollado sino más bien son premisas con las que hay que ir a un cierto lugar y con el personaje construir una dinámica para hacer un sketch o un juego. Es un espacio muy loco para nosotros; yo recordaba cuando tenía 13 años y veía «Todo por dos pesos», un programa que renovó en ese momento el lenguaje televisivo, una propuesta de culto, no era algo popular, y hoy no podemos creer estar en el mismo canal que cuenta con toda la historia de los ciclos y personajes de Mex (Urtizberea), (Pedro) Saborido, (Diego) Capusotto o (Fabio) Alberti. Es muy bueno que los “millennials” podamos estar ahí con nuestro lenguaje y con una nueva forma de hacer humor.
—¿En qué consiste ese humor?
—Bimbo habla de un error en “la matrix”. Nuestro humor tiene más que ver con el absurdo. Hay una serie animada para adultos, “Rick and Morty”, que tiene un humor muy disparatado y a nosotros nos gusta eso. Por un lado hay guionistas, pero también hay espacio para la improvisación y chocamos los dos mundos. El proceso creativo está bastante en movimiento. Hacemos pasadas antes de grabar y estamos aprendiendo a movernos con las cámaras. Hace años que hago contenidos para un circuito off alternativo y ahí nos fuimos conociendo todos. Ahora surge la posibilidad de que estos bichos raros y no tan masivos tengamos un espacio en la televisión, con códigos nuevos y un universo por construir.
—¿Cuál es la particularidad del ciclo?
—Me parece interesante que no se pueda clasificar y que no se pueda etiquetar en una sola palabra porque esa indefinición es lo interesante de la propuesta. Me parece que buscarle una definición a lo que hacemos sería encasillarlo y es precisamente lo que no queremos. Bimbo canta, actúa, escribe; todos somos pibes que tenemos mucha versatilidad, lo que no significa que seamos buenos en todo. Yo hago un montón de cosas y algunas las hago mal (risas), pero me permito hacerlas. Nos gusta esto de experimentar la libertad. El no poder clasificar en una palabra lo que hacemos habla de lo que somos.
—¿Van a abordar temas de actualidad?
—Sí, va a haber un momento de noticias, en el que Checho y Batista escuchan la radio. En general van a ser de pensamiento lateral, como este tipo que se enamoró de un cenicero, pero también es cierto que nosotros somos pibes con un sentido crítico y la actualidad nos atraviesa como personas. Por ejemplo, si viene Charo (López) con un personaje pro vida dentro de un sketch estamos hablando de actualidad.
—¿Qué implica una mujer protagonista al frente de un taller mecánico?
—Nos estamos cuestionando un montón de mandatos, situaciones que pasan con nuestra generación, con ideas que ya no queremos sostener y que nos interpelan. Bimbo es la que sabe arreglar autos y se pone el taller adelante y yo tengo una masculinidad bastante frágil.
—¿Buscan correrse de los estereotipos en sus personajes?
—Mi personaje no sabe hacer nada con las manos, es sensible y tierno. Estamos rompiendo con ciertos estereotipos y proponiendo algo que está pasando con nuestra generación, somos parte de un colectivo que se cuestiona un montón de cosas. Buscamos armar un universo de ficción pero que tenga nuestros códigos y acabar con ciertas lógicas que vemos en la tele que son vetustas o con discursos retrógrados.
—En ese sentido, ¿cuál es la singularidad de cada uno?
—Ella es una luchadora que se lleva todo puesto y yo soy mucho más cobarde, no sé hacer nada, soy más tímido, puedo expresar sensibilidad, vulnerabilidad, de alguna manera se invirtió el estereotipo, porque son lugares que queremos habitar, yo quiero habitar una masculinidad frágil y Bimbo a una mujer que se lleva el mundo por delante con alegría y locura.
—No existen los clichés de un taller mecánico…
—Claro, acá Bimbo tiene fotos colgadas de Sandro y de Leo Mattioli y yo de la trova rosarina, de (Juan Carlos) Baglietto y de (Roberto) Fontanarrosa.
—¿Cómo ves la llegada de esta propuesta a la Televisión Pública?
—Volviendo de una grabación Bimbo me dijo: «vamos a ser la alegría de las gordas de Tucumán, de Tilcara, de los pibes de Chubut». Se necesita que la gente que está más invisibilizada tenga pantalla, sin la necesidad de cumplir con los cánones tradicionales para funcionar en el aparato productivo y poder ser parte. Es importante que un canal público te legitime, que abra espacio para gente como nosotros, a personas que están más en los márgenes que en las vidrieras.