La desconfianza hacia el Congreso obedece a la personalidad beligerante del presidente, pero también a la debilidad de origen de La Libertad Avanza con minorías en ambas cámaras
Por Sebastián Hadida – Noticias Argentinas
El presidente Javier Milei empezó su relación con el Congreso de la manera más icónica posible: dándole la espalda.
En su asunción presidencial, eligió subvertir la tradición y ofrecer su discurso en las escalinatas del Palacio Legislativo, de cara a la plaza, con los legisladores nacionales dentro del recinto siguiendo el desarrollo de la ceremonia, insólitamente, a través de las pantallas gigantes.
Esa pose, casi de desprecio por uno de los poderes de la República, sería premonitoria de la relación conflictiva que mantendría el primer presidente liberal-libertario con la institución legislativa durante su primer año de gestión.
“Nido de ratas”, fue uno de los primeros calificativos que utilizó, incluso para referirse a muchos de los bloques dialoguistas que ayudaron a La Libertad Avanza a sacar leyes.
También abusó del uso del término “degenerados fiscales” para despotricar contra los opositores que sancionaron las leyes de movilidad jubilatoria y de recomposición salarial en universidades públicas.
En cambio, elevó a la apoteósica categoría de “héroes” a los más de 80 diputados que ayudaron a blindar los vetos a estas leyes de “degeneración fiscal”, y los agasajó con un asado en la Quinta de Olivos (que los homenajeados debieron pagar de su bolsillo).
La desconfianza hacia el Congreso obedece en primer lugar a la personalidad beligerante de Milei, pero también a una condición objetiva de debilidad de origen que condicionó la praxis del oficialismo en el Congreso: minorías en ambas cámaras, con menos de 40 diputados y seis senadores.
Al menos por un año más, hasta que se consume la renovación parcial de las cámaras, esa situación se mantendrá inalterable y el oficialismo deberá buscar los circuitos para cumplir con sus objetivos parlamentarios.
Menem, el hombre clave de Milei en el Congreso
En la Cámara de Diputados, Milei confió en el riojano Martín Menem, un lugarteniente de su hermana Karina Milei, para presidir el cuerpo y conseguir las leyes del Poder Ejecutivo, así como obturar las iniciativas opositoras más “dañinas”.
El equipo negociador se completa con el jefe de Gabinete, Guillermo Francos; el vicejefe de Gabinete, José Rolandi, y el jefe de Gabinete de Interior, Lisandro Catalán.
Menem, otro outsider que por primera vez accedía a un cargo público, tuvo que aprender a los golpes los gajes del oficio, y cometió algunas torpezas, como quedó explicitado en el primer fracaso de la Ley Bases.
Pero mostró resiliencia para aguantar el temporal, e hizo un curso acelerado de realpolitik que le permitió ganar experiencia y capacidad resolutiva, lo cual daría sus frutos con el paso del tiempo.
En el Senado, en cambio, Milei no tiene correa de transmisión de mando ya que el titular del cuerpo no se elige a dedo sino que allí la conducción recae por mandato constitucional en el vicepresidente elegido, en este caso Victoria Villarruel.
La relación con quien fuera su compañera de fórmula nunca fue armónica y se fue desgastando a lo largo del año, al punto que en una entrevista reciente sinceró la ruptura: dijo que Villarruel está “más cerca de la casta” y que ella decidió unilateralmente apartarse de las reuniones de gabinete.
Milei nunca le perdonó que haya abierto el recinto del Senado para que la oposición pudiera rechazar el mega DNU 70, uno de los pilares normativos de su modelo económico.
Además, hay diferencias marcadas sobre el pliego de Ariel Lijo para la Corte Suprema y, entre otras cuestiones, al presidente le generó malestar su foto con Isabel Perón.
La visita de un grupo de diputados libertarios a genocidas presos en el penal de Ezeiza, entre ellos Alfredo Astiz, también se coló en la interna, ya que Milei salió a decir que había que “investigar qué vínculos había ahí”, en una implícita alusión a su vice.
El escándalo por el encuentro de legisladores de La Libertad Avanza con condenados por delitos de lesa humanidad generó un terremoto político, pero en Balcarce 50 jugaron a dejar pasar el tiempo para que el tema se desplazara de la agenda, y exactamente eso sucedió.
Alianzas parlamentarias y disciplinamiento a gobernadores
Para compensar parcialmente la falta de musculatura propia, Milei logró concretar una alianza tensa con el PRO, su principal socio parlamentario en términos numéricos.
La relación con la bancada presidida por Cristian Ritondo atraviesa su peor momento desde que algunos días atrás el oficialismo operó fuerte para dejar sin quórum la sesión por Ficha Limpia impulsada por los amarillos.
El proyecto para eliminar las PASO que el Gobierno busca aprobar este mes introduce un nuevo frente de tormenta con el PRO.
Más allá de su alianza con el partido liderado por Mauricio Macri, el Gobierno logró cooptar casi sin despeinarse a bancadas más chicas asociadas a gobernadores, con la amenaza de cortar fondos para esas provincias.
La estrategia del látigo y la billetera (más látigo que billetera) le salió a la perfección para disciplinar a gobernadores.
Éstos no solo firmaron el Pacto de Mayo en Tucumán, una escenografía que sirvió para mostrar las virtudes de un oficialismo “domador” y la servil mansedumbre de provincias “domadas”, sino que además le dieron votos claves (o se ausentaron en sesiones convocadas por la oposición) a cambio de promesas de partidas en el Presupuesto.
El 15 de septiembre pasado, Milei -a contramano de la historia- hizo comparecer un domingo a los legisladores nacionales al recinto de Diputados, en horario “primetime”, para hacer un show vinculado a la presentación del Presupuesto 2025.
A fines de noviembre, se caería la farsa cuando el diputado libertario José Luis Espert anunció que se suspendía la negociación del Presupuesto 2025.
Las esperanzas se terminaron de derrumbar cuando el miércoles pasado se dio a conocer el temario de la convocatoria a sesiones extraordinarias y el Presupuesto brillaba por su ausencia.
Los gobernadores, algunos peronistas y también de los otros, que tan eficazmente habían hecho los deberes con el Gobierno, mordiendo sistemáticamente el anzuelo, se notificaron ese día del engaño.
El último servicio prestado por esos mismos mandatarios provinciales había sido a fines de octubre, cuando sus diputados dejaron sin quórum la sesión de un sector de la oposición para aprobar una ley que buscaba restringir la posibilidad de Milei para gobernar vía DNU.