El informe indicó que "el cerebro humano desde que comienza a formarse en el embrión, presenta receptores para cannabinoides involucrados en el desarrollo neurológico, entre otras funciones"
La Sociedad Argentina de Pediatría (SAP) alertó que el consumo de cannabis en la Argentina aumentó en la última década y señaló que diferentes estudios aportan evidencia acerca de los efectos adversos en el embarazo y en el lactante como alteraciones de las funciones ejecutivas, habilidades cognitivas y de comportamiento de niños, niñas y adolescentes.
El informe «Cero Marihuana durante el embarazo y la lactancia», dado a conocer hoy, indicó que «el cerebro humano desde que comienza a formarse en el embrión, presenta receptores para cannabinoides involucrados en el desarrollo neurológico, entre otras funciones».
«El consumo produce que los fitocannabinoides presentes en el cannabis -durante el embarazo y la lactancia- interaccionen con éstos, generando cambios en las diferentes etapas de la vida embrionaria y perinatal», remarcó el texto.
Y agregó que «durante la lactancia se observa la presencia de componentes psicoactivos del cannabis en la leche materna, identificándose también en las heces y orina de recién nacidos y lactantes».
El documento remarcó que el consumo de cannabis se convirtió en nuestro país en la cuarta sustancia más consumida en adolescencia y edad fértil.
«Los cannabinoides se unen al tejido adiposo lo cual resulta en su acumulación en el organismo y consecuente prolongación de sus efectos», y añade que «la completa eliminación puede durar hasta 30 días», refirió el documento.
Advirtió que «existe evidencia de que los cannabinoides y otros componentes del cannabis atraviesan la placenta y se excretan a través de la leche materna y, de esta forma, tanto feto como el recién nacido y el lactante pueden verse expuestos a éstos».
«A nivel placentario disminuye la circulación a través de la arteria uterina modificando el aporte de nutrientes. El uso en forma fumable genera monóxido de carbono que disminuye el aporte de oxígeno al feto con aumento de afinidad por la hemoglobina fetal generando hipoxia (falta de oxígeno)», subrayó la investigación.
Y destacó: «Asociado a tabaco se registran alteraciones múltiples en placenta y feto, generando retraso del crecimiento intra uterino, amenaza de aborto, prematurez y riesgo de muerte súbita del lactante».
Silvia Cabrerizo, médica Pediatra y Toxicóloga, y miembro del Grupo de Trabajo de Adicciones de la SAP dijo que «existe evidencia científica con estudios a largo plazo que han demostrado asociación del consumo de cannabis durante el embarazo con alteraciones de las funciones ejecutivas, habilidades cognitivas y de comportamiento de niños, niñas y adolescentes».
Por su parte, Marta Eugenia Braschi, médica pediatra, hebiatra y toxicóloga del Grupo de Trabajo en Adicciones de la SAP, sostuvo que «también se han reportado alteraciones en el razonamiento, la expresión verbal, en la memoria a corto plazo, en la comprensión del lenguaje, en percepciones visuales, habilidades de la lecto-escritura y modificaciones en las escalas de impulsividad e hiperactividad».
Otras manifestaciones generadas por el consumo en el embarazo y la lactancia indican variaciones en el tamaño cerebral en la primera infancia, alteraciones de la conciencia y deterioro en el proceso de succión y de la tonicidad muscular.
Incluso por el consumo de cannabis, en el primer mes postparto se detectaron alteraciones del desarrollo motor al año de vida.
Todas estas consecuencias «se explicarían por la disrupción del sistema endocannabinoide en las etapas tempranas del neurodesarrollo» e «incluso a nivel inmunológico se observa mayor susceptibilidad a infecciones en la vida adulta», continuó el trabajo.
En referencia al aumento del consumo de cannabis en nuestro país, Cabrerizo explicó que «podría estar en la baja percepción de riesgo que hay en la población general acerca de su consumo, mientras que otro factor podría ser que se confunde el uso de cannabis con fines medicinales con el uso ´recreacional’, siendo dos productos totalmente distintos en composición y seguridad».
El consumo de cannabis se da mayoritariamente en forma inhalatoria (fumando cigarrillos de marihuana, pipas y vapeadores), pero también se está observando su aumento por vía oral, en forma de alimento como galletas, tortas u otras preparaciones con cannabis. También mediante la ingesta directa de aceites de cannabis que la gente busca con fines medicinales.
En relación a los aceites artesanales, el estudio señaló que «tienen un riesgo adicional: además de desconocer la composición, no poseen control de calidad, es decir que no se sabe a ciencia cierta la concentración de cannabinoides o si están contaminados con plaguicidas, metales o restos de otras sustancias inherentes al proceso de producción».