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Yom Kipur

La reflexión del rabino Daniel Karpuj en vísperas del Día del Perdón


 

El martes, antes del anochecer, el mundo judío iniciará Yom Kipur (Día del Perdón), la jornada más sagrada y solemne del calendario hebreo, de ayuno -el único decretado en la propia Torá- y contrición, durante la cual Dios termina de juzgar a la humanidad y sella su dictamen para el resto del año, preferentemente en el Libro de la Vida.

El precepto más importante es la abstinencia de ingerir alimentos y bebidas, la cual se extiende por unas 26 horas, hasta la salida de las estrellas del día siguiente, que es anunciado con el toque del shofar (tradicional instrumento a base del cuerno de un carnero).

La prohibición involucra a todo hombre y mujer judíos mayores de 13 y 12 años, respectivamente, que esté en condiciones físicas de cumplirla, y también incluye el bañarse, mantener relaciones sexuales y usar calzado de cuero, cosméticos y perfumes.

Los enfermos de cierta gravedad, las embarazadas, quienes amamantan y los niños están exceptuados de ayunar, y en el caso de los tres primeros, están obligados a no hacerlo.

En vísperas de un nuevo Día del Perdón, el rabino Daniel Karpuj envió una reflexión sobre la jornada más importante de la comunidad judía;

«Pido perdón, porque no tengo la más mínima duda, que muchos de mis actos, y mis palabras, y mis silencios, perjudicaron, dañaron, decepcionaron y desilusionaron.

¡No, no tengo ninguna excusa!

No pretendo justificar absolutamente nada.

Perdón a cada uno de ustedes.

Perdón individual y personal.

Perdón, también, porque seguramente pude ser más sensible, más perceptivo, más humano.

Perdón por no dar la talla, por no estar a la altura de las circunstancias.

Perdón por crear falsas expectativas, por llegar tarde, por responder cuando ya no me necesitaban.

Me comprometo, ante cada uno de ustedes, a intentar hacerlo mucho mejor.

Me comprometo, ante cada uno de ustedes, a intentar rectificar, reparar, crecer, y mejorar.

Por favor, desde mi más plena y absoluta conciencia de no ser más que polvo y ceniza, les ruego vuestro más sincero perdón.

¡QUE TODOS SEAMOS SELLADOS PARA UNA VIDA SIGNIFICATIVA!»