Un 30 de junio de 1975 el boxeador santafesino derrotó al italoamericano Tony Licata en el Madison Square Garden y con Susana Giménez en el ring side
A la vuelta de 46 calendarios es digno de evocar que en un centenar de peleas como profesional Carlos Monzón subió una sola vez a un ring de los Estados Unidos, el del viejo Madison Square Garden de Nueva York, en el marco de una mega velada en la que por vez primera dos argentinos disputaron un título del mundo (Víctor Galíndez y Jorge Ahumada) y en la lejana Kuala Lumpur el mismísimo Muhammad Alí defendió su título pesado ante Joe Bugner.
Fue Tony Licata, un italoamericano que llegaba con una foja de 49 victorias en 53 salidas rentadas, aunque sin nombres de relieve, el que fracasó en su intento de terminar con un reinado que el santafesino ostentaba desde noviembre de 1970 tras noquear al Nino Benvenuti en el Palazzo dello Sport de Roma.
Próximo a cumplir 33 años y con 97 luchas en su haber, Monzón ya era considerado uno de los mejores medianos de todos los tiempos, disponía de una generosa cuenta bancaria y se sentía atraído por la posibilidad de saltar de forma decisiva al cine, a la televisión, a la farándula propiamente dicha.
Ya vivía un ardoroso romance con Susana Giménez y de hecho la diva estuvo aquella noche del lunes 30 de junio de 1975 en el Madison: se hizo presente a las 20, de vestido largo, negro, y peluca pelirroja.
Monzón llegó a «La ciudad que nunca duerme» un par de semanas antes de la gran velada y se alojó en un hotel enfrente del Central Park en condición de principal atracción de una nutrida delegación que incluía a su entrenador Amílcar Brusa, al promotor Juan Carlos «Tito» Lectoure y a otro de sus representados, Víctor Emilio Galíndez, campeón mundial medio pesado de la Asociación Mundial de Boxeo (AMB).
Ambos campeones nacidos en la Argentina cumplieron con las formalidades de posar juntos para las fotografías de rigor y ocasionalmente uno presenció el entrenamiento del otro, pero sin embargo siempre sobrevoló la inferencia de que se tenían recelo.
Galíndez era campeón desde diciembre de 1974 cuando propinó una paliza a Len Hutchins, venía de salir airoso de su primera defensa ante el sudafricano Pierre Fourie (el 7 de abril en el Ellis Park Rugby Stadium) y se aprestaba a vérselas con un viejo conocido.
Con el mendocino «Aconcagua» Ahumada se había medido en cuatro oportunidades, con tres triunfos por nocaut y una derrota por puntos, pero una vez establecido en los Estados Unidos, el retador había experimentado un salto de calidad gigantesco.
El 30 de junio de 1975, Galíndez y Ahumada brindaron un gran espectáculo de 15 rounds, con rúbrica de decisión unánime a favor del campeón, en un estadio con claros superiores al 50 por ciento.
Recién hubo clima de gran acontecimiento cuando se acercó la hora de la pelea de un Monzón cuya fama, macerada en Europa, promovía intereses variopintos: Palito Ortega, el actor Jean Paul Belmondo, la actriz Laura Antonelli, su ex rival Jean Claude Bouttier e incluso el mismísimo Ray Sugar Robinson, considerado el más grande peso mediano de todos los tiempos.
Licata dispuso en su rincón de una celebridad con la que compartía la condición de italoamericano, Willie Pep (Gugliermo Papaleo, notable campeón mundial pluma), pero aun lejos de su mejor versión Monzón dominó a voluntad, lo derribó siete veces y se impuso por nocaut técnico en la décima vuelta para alcanzar su éxito número 84 en 97 presentaciones.
Un par de horas después de Galíndez-Ahumada y Monzón-Licata, en un cuadrilátero de Malasia tuvo lugar el plato mayor del emprendimiento del legendario promotor Don King: sin despeinarse, Alí (ex Cassius Clay) dio fácil cuenta de Joe Bugner, nacido en Hungría, nacionalizado británico y profesional del ring hasta los 49 años.
Tres serían los combates que redondearían la excepcional campaña de Monzón; uno con el tunecino Gratien Tonna, en París, en diciembre de ese mismo 1975, y dos con el colombiano Rodrigo Valdez, en junio de 1976 y en julio de 1977.