Análisis

La primera crisis global en casi 100 años


Imagen: elordenmundial.com

Por Diego Añaños

Como bien dice Ignacio Fariza en una nota de hace unos días en El País de Madrid, nos enfrentamos a la primera crisis verdaderamente global en muchísimo tiempo. Él sostiene su afirmación en las investigaciones de Kenneth Rogoff, ex economista jefe del FMI, que asegura que la del 2008 fue una crisis financiera restringida estrictamente a las economías avanzadas. Efectivamente, más allá de que pasará a la historia con la etiqueta de “global”, fue en realidad una crisis netamente norteamericana y europea. Hoy el mundo entero está involucrado, según palabras de Anne Krueger, la tristemente recordada ex Jefa de Análisis del Banco Mundial, y son muy pocos los países que mostrarán números positivos en 2020.

Como destaca el economista italiano Ugo Panizza, en lo peor de la crisis financiera del 2008, 75 de los 190 países miembros del FMI estaban en positivo. De acuerdo a las estimaciones de los analistas, sólo 17 de los 190 evitarán la recesión en 2020. Sólo dos de esos 17 son potencias (China e India), y ambas lo evitarán por muy poco. Aquellas voces de alerta que sindicaban como fuentes posibles de inestabilidad económica a la disputa comercial entre Estados Unidos y China, el conflicto por el petróleo entre Rusia y Arabia Saudita o la fragilidad del sistema bancario alemán, han quedado en el olvido. Hoy el doble estrangulamiento de una oferta que se resiente y una demanda que cae por efecto del deterioro de los ingresos como fruto de las medidas de distanciamiento social, se están llevando puestas todas las hipótesis previas de los analistas.

Hasta el mejor alumno latinoamericano del capitalismo occidental de los últimos 47 años tiembla ante la crisis. Aunque no parecía estar en los cálculos de nadie, Chile acaba de acudir al FMI para pedir un crédito por U$S23.800 millones. La directora gerente, Kristalina Georgieva, ya adelantó públicamente que recomendará la aprobación de la solicitud. Se trata de una línea de crédito flexible, lo cual significa en términos prácticos, que no implica el establecimiento de condicionalidades de los tradicionales programas del organismo. Fue creada en 2009 y ha sido utilizada anteriormente por países como México, Polonia, Colombia y Perú. No tiene por objeto financiar el gasto público, sino que se otorga como una ayuda precautoria, destinada a blindar al Banco Central antes la aparición de shocks externos severos. Sin embargo, la apelación al recurso muestra a las claras que, incluso para los países que aparentemente descansaban sobre fundamentos macroeconómicos más sólidos, será muy difícil blindarse frente a el tsunami que se viene.

Paralelamente, la situación se deteriora aceleradamente en los Estados Unidos. Una economía que hasta hace algunos meses crecía aceleradamente, hoy muestra evidentes signos contractivos. El fenómeno se hace particularmente notable en el “rust belt” (cinturón oxidado) situado al noreste del país, ya que es un área industrial que suele acusar rápidamente los efectos negativos de una recesión. Y cuando decimos rápidamente en los EE.UU., nos estamos refiriendo literalmente a “días”. Don Grimes, un economista especializado de la región, suele decir que “cuando Estados Unidos se resfría, Michigan tiene neumonía”. El efecto devastador de las medidas de aislamiento social, han sumido en la pobreza al 33% de la población de Detroit, la antigua meca de la industria automotriz norteamericana. El dato a tener en cuenta, es que precisamente Michigan, uno de los estados clave para la victoria de Donald Trump en 2016, fue el epicentro de una de las manifestaciones más ruidosas contra las medidas de confinamiento social.

La crisis parece acomodarle las ideas a unos cuántos. Hasta Melconian parece mostrar síntomas de razonabilidad. Reconoció que las grandes decisiones económicas de Mauricio Macri estuvieron equivocadas. Que la salida del cepo fue inapropiada, que el régimen de metas de inflación más un tipo de cambio flotante estaba condenado al fracaso, y que el endeudamiento asumido era impagable (él sostiene que en privado manifestó su desacuerdo, no sabemos si es verdad o no). Reconoce que, si bien no sabemos muchas cosas, parece estar claro que es mejor mantener a la gente en sus casas, y que “ni Copperfield” (textual), puede determinar con certeza cuál es el equilibrio exacto entre cuarentena y economía.

El dato de esta semana tiene que ver con el mercado de trabajo. Según los datos recientemente procesados de la Encuesta de Indicadores Laborales que elabora mensualmente el Ministerio de Trabajo, el empleo registrado del sector privado tuvo una caída del 0,5% entre febrero y marzo. Para encontrar una contracción más severa en la serie histórica en un mes de marzo, hay que remontarse hasta marzo de 2002, cuando la caída fue del 1%. Los números no reflejan las suspensiones o despidos, sino que se relacionan directamente con la no incorporación de personal.

Es evidente que los efectos de las medidas de distanciamiento social sobre el sistema económico en todo el mundo son brutales, pero quién se atreve a sacar a la gente a la calle con el argumento de que hay que volver a producir? El presidente Fernández lo expresó claramente cuando dijo que de una recesión se vuelve, pero de la muerte no.