Por Ivan Couronne
Cada semana, en el estado brasileño de Pará, las autoridades reciben alertas que les muestran qué superficie de la selva amazónica fue deforestada, hectárea por hectárea, con fotos que lo prueban.
A las 10H30 cada mañana, pequeños satélites toman estas fotos, que proporcionan un nivel de detalle que va de tres a cinco metros del suelo. Un algoritmo detecta automáticamente las áreas taladas.
Las autoridades envían luego agentes para verificar y, tal vez, para detener a los responsables antes de que hayan completado su delito.
«Antes nos tomaba seis días, o dos meses, o tres meses», dice a la AFP Iara Musse Felix, directora de la firma SCCON, que comercializa este sistema de alertas a las regiones. «Ahora tenemos imágenes diarias».
Esta revolución en el monitoreo de los bosques y de toda la Tierra es posible por la constelación de satélites desplegada por la compañía Planet, que los produce en cadena en San Francisco en una nueva planta presentada esta semana con motivo de la Cumbre Mundial de Acción Climática, donde se reúnen gobernadores, alcaldes, empresarios, expertos y representantes de oenegés que buscan soluciones para el calentamiento global.
Fundada en 2010 por tres exfuncionarios de la NASA, es una de las firmas líderes en la revolución de los nanosatélites, fáciles de producir y de reemplazar, con una vida útil de entre tres y cinco años.
Este modelo de negocio «desechable» es radicalmente opuesto a la industria aeroespacial tradicional, que produce satélites grandes, altamente sofisticados y potentes que requieren años de trabajo y cientos de millones de dólares.
Planet ha colocado casi 298 satélites en órbita desde 2013, la mitad de ellos el año pasado. Hoy tiene 150 activos, incluidos 130 nanosatélites. Los otros cayeron hacia la Tierra y se desintegraron al entrar en la atmósfera.
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– Cada kilómetro cuadrado –
Los nanosatélites son pequeños artefactos de 5 kg bautizados «Dove» (paloma).
«Un solo técnico puede ensamblar tres Dove por día», dice el director de fabricación de Planet, Chester Gillmore, de 33 años, cinco de ellos en Planet. «Con solo diez herramientas». La compañía asegura poder fabricar 40 por semana.
Los componentes electrónicos, estándares, llegan, se prueban y ensamblan. El Dove es de formato «Cubesat 3u», un cilindro de 30 cm de largo con una cámara dentro y dos paneles solares que se desplegarán a los lados cuando esté en órbita.
Seis Doves terminados esperan en un mueble con ruedas a ser enviados a India para ser cargados a bordo del cohete que los colocará en órbita, a unos 500 km de altitud.
«Estamos mejorando constantemente los satélites», explica a la AFP el cofundador Robbie Schingler, ex-NASA. «Trabajamos con los últimos chips y tecnologías de otros sectores como el automotriz o la electrónica de consumo, y los adaptamos al espacio».
El resultado es una imagen diaria de cada kilómetro cuadrado de la Tierra, accesible en internet.
La compañía aún no obtiene ganancias, pero las aplicaciones futuras son numerosas para todas las organizaciones que desean monitorear el planeta a diario, por ejemplo para conocer el estado de los cultivos a nivel mundial para constatar el impacto de una sequía.
Otro proyecto financiado por la fundación del multimillonario Paul Allen, cofundador de Microsoft, consiste en monitorear los corales de cinco atolones. Las cámaras de los nanosatélites pueden ver mejor si se blanquean, están muriendo o están creciendo.
En cuanto a la selva amazónica, los deforestadores ilegales saben que todos los días, a las 10H30 de la mañana, las «palomas» los captan con las manos en la masa.