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La pistola de Manuel Belgrano que se conserva en el Museo Histórico Nacional


Se trata de una pistola de viaje, para defensa personal, por eso se la llevaba en los bolsillos

Además del legado que dejó en términos históricos, como por ejemplo la creación de la bandera nacional, el general Manuel Belgrano también vive en algunos de los objetos que le pertenecieron y que dan testimonio de cómo fue su vida. Pese a que el más recordado de sus bienes es su reloj de oro y esmalte, robado en 2007 del Museo Histórico Nacional (MHN), en el mismo lugar se conserva una espectacular pistola de viaje.

La particular pieza del prócer se enciende con un mecanismo de chispa, también llamado a pedernal. Se trata de una pistola de viaje, para defensa personal, por eso se la llevaba en los bolsillos.

Esta arma en particular tiene grabado en el caño el nombre y el grado militar del abogado que integró la Primera Junta de Gobierno como vocal y que falleció el 20 de junio de 1820.

Es una pistola de avancarga, lo que significa que se carga por la parte delantera: para ello, cuenta con una baqueta con la que se empuja la munición hasta el fondo del caño.

La historia de la histórica pieza -valga la redundancia- no sólo se debe al hombre que la empuñó, sino también a su vida en el Museo Histórico Nacional, ubicado en Defensa 1600, en el barrio porteño de San Telmo.

Durante el proceso de acondicionamiento y limpieza, escondido en el agujero donde se guarda la baqueta, los expertos del MHN encontraron un papel con una nota escrita a mano, con tinta ferrogálica. «El anillo de bronce no pertenece a la pistola. Lo he hecho poner para asegurar el cañón», pudieron leer los trabajadores del área de Conservación del edificio emplazado en el Parque Lezama. La nota no tenía firma ni fecha.

La explicación dejada en la misiva se debe a que en este tipo de armas el anillo o boquilla no es fijo, por lo que es muy posible que el original se haya perdido.

En el MHN también se exhibe la histórica bandera que en 1812 acompañó a Manuel Belgrano en las batallas del Alto Perú y que muchos años después fue encontrada detrás de un cuadro en una parroquia del distrito boliviano de Macha. Había sido escondida por el Ejército de Belgrano para preservarla de los enemigos – junto a otra blanca con una franja celeste, denominada Bandera de Sucre- y fue encontrada por un párroco mientras limpiaba su capilla. En 1896, el Gobierno boliviano cedió la Bandera de Macha al Museo Histórico Nacional argentino, donde se exhibe desde entonces.