Opinión

La pandemia dejó en claro que las grandes empresas mandan y los gobiernos son sus títeres


Por Rubén "Pollo" Sobrero*

Existía una necesidad grande de vacunar contra el Covid a los trabajadores ferroviarios, y del transporte en general, porque estamos muy expuestos a diferencia de otros trabajadores, pero no logramos que se pudiera incluirlos antes en el esquema de vacunación.

En ese sentido, 17 personas murieron sólo en el Sarmiento por el coronavirus.

Creo que podríamos haber salvado a algunas de ellas si se las hubiera vacunado antes, por ser trabajadores esenciales. Un boletero de una estación está en contacto con más de 15 mil personas por día, o sea que está en un grado de exposición muy grande.

A nosotros nos pegó muy fuerte la pandemia, fueron muchos los ferroviarios fallecidos en el marco de una desgracia que hay que decir que fue nacional y mundial. Nadie lo puede desconocer.

Y creo que todo esto nos obliga a hacer un balance de lo que se hizo hasta ahora. Fue acertado hacer cumplir un aislamiento, que algunos dicen que fue por mucho tiempo e involucran la pérdida de trabajo. Está claro que el Estado debió jugar un rol más fuerte, porque si le decís a un tipo ‘quedate en casa’, que estaba bien, pero si no lo ayudas económicamente, lo terminás obligando a que salga a trabajar.

Tampoco se tomaron previsiones que se debían haber tomado.

Por ejemplo, hablan de fiestas clandestinas en las que 200 pibes fueron a un lugar a bailar, lo cual claramente está mal.

¿Pero cuántas fiestas clandestinas transportamos por tren todos los días?.

Después está el tema de la vacunación, en el que un sector de la política actuó como enemigo de la salud. Dijeron que la vacuna era veneno y llegaron a plantear que venía con un chip.

Es gente que se va a postular en las próximas elecciones y si perdonamos esto, nos merecemos entonces los políticos que tenemos.

En la vacunación quedó claro también que los laboratorios tienen más poder que todos los gobiernos del mundo. Quedó demostrado con la discusión por las patentes de las vacunas, que si se hubieran liberado, se hubieran producido a gran escala y más rápido, evitando muchas muertes.

No se hizo porque es más importante el dinero que la salud y ningún gobierno tuvo el coraje de decir ‘No, es más importante la salud de la gente’. El único país que hizo sus propias vacunas sin acudir a laboratorios fue Cuba.

En Argentina se ve el poder que tienen los laboratorios por encima del Gobierno. En el laboratorio de Garín de Hugo Sigman, que fue construido con aportes del Estado, se pueden hacer millones de dosis.

Desde la prensa y sectores políticos se buscó ridiculizar y decían que el principio activo no se hacía en Argentina, eso fue una mentira que se pudo demostrar.

Pero así y todo, el Gobierno le pagó 22 millones de dólares a AstraZeneca para que mandaran millones de vacunas desde diciembre, que al final fueron llegando a cuentagotas. También se fueron a buscar vacunas a Rusia.

Pero en los laboratorios de Argentina había capacidad para fabricar millones de dosis y hasta altura tener a casi toda la población vacunada. Lo que pasa es que hubo muchos lobbies.

Pagamos cinco veces más vacunas cuando las podemos fabricar acá, esto demuestra la presión de los laboratorios en un sistema capitalista, que se basa en las ganancias de las empresas sin importar la salud y la vida del ser humano.

La pandemia trajo muchos temas malos, pero también sirvió para desnudar el sistema político que gobierna el mundo, donde las empresas poderosas mandan y los gobiernos son sus títeres. .

 (*) – Delegado ferroviario de la línea Sarmiento y dirigente de la Izquierda Socialista.