Opinión

La pandemia de Covid-19 ha sido una experiencia que dejará huellas en nosotros y en las próximas generaciones


Por Marita Carballo (*)

La pandemia de Covid-19 ha impuesto una disrupción en la forma en que viven las personas y los impactos son visibles en todos los aspectos de la vida.

Ha afectado la forma en que se trabaja, se estudia, se consume, se socializa, se desarrolla y experimenta la vida familiar y las relaciones, cómo se abordan los problemas de salud, nuestro papel como ciudadanos, las percepciones de las autoridades e incluso el significado de los hogares.

La pandemia ha sido una experiencia muy fuerte que nos afectó a todos y que tiene implicancias sociales, económicas, sanitarias y psicológicas a largo plazo. Ha sido una experiencia traumática que ha dejado más experiencias negativas que positivas como saldo, cosas que se aprenden y otras que se sufren.

En primer lugar, debemos señalar que estos años en pandemia han provocado más de 127.000 muertes por Covid-19 y más de 9.000.000 de contagiados con consecuencias en estudio, pero todavía desconocidas. Su impacto mental ha sido menos considerado y me interesa recalcarlo por su enorme implicancia en el bienestar de las personas.

El efecto combinado de pandemia y aislamiento social dio lugar a trastornos psicológicos como estrés, depresión, ansiedad, ataques de pánico, insomnio, agotamiento, trastornos de comportamiento. Hemos realizado numerosas investigaciones para entender cómo estaba viviendo la sociedad la situación de pandemia y aislamiento.

Estudios de la UADE y Voices! en 2015 y 2021 permiten comparaciones y muestran que crecen marcadamente quienes se sienten tristes, deprimidos, desganados, solos, sin energía, cansados, ansiosos, con estrés, aumentan los desórdenes de alimentación y de sueño, así como el consumo de alcohol y de drogas.

Todos los sectores se vieron afectados y son fundamentalmente los adolescentes y los jóvenes, las mujeres con hijos en edad escolar, los sectores de menor poder adquisitivo quienes más han sufrido el impacto de la pandemia. Es que la pandemia ha alterado los principales factores de felicidad.

La felicidad está asociada en primer lugar con la calidad de las relaciones personales, que con el encierro y la cuarentena se han visto seriamente afectadas. El segundo factor que hace a la felicidad es el estado de salud y hemos visto como el coronavirus ha afectado la salud física y la psicológica.

En el plano emocional, el impacto ha sido muy fuerte y se requerirá un enorme trabajo de recuperación y atención post-pandemia. Y el tercer factor asociado a la satisfacción con la vida lo ocupa la situación económica del hogar y la pandemia trajo consigo una enorme crisis económica que ha afectado los ingresos de la mayoría de los hogares.

El impacto económico ha sido tan grande que ocupa el primer lugar en las preocupaciones de la gente, aun mayor al mismo Covid. Y quizá lo más preocupante es la falta de perspectiva hacia futuro.

En lo que respecta al mundo del trabajo, la pandemia y sus cuarentenas prolongadas han ocasionado un shock en la vida de las empresas. De un día para otro los empleados tuvieron que cambiar su modalidad de trabajo, dejar de ir presencialmente a las oficinas y realizar el trabajo desde sus casas.

En un comienzo, ello generó un impacto negativo y muchos tuvieron problemas de adaptación y falta de productividad. Las casas no estaban preparadas para ello y menos aún con la familia entera conviviendo las 24 horas. Pero ya hoy con la vuelta a una mayor normalidad (los niños en la escuela, el levantamiento de la cuarentena) vemos que la mayoría de los trabajadores prefieren un sistema híbrido de alternancia entre el trabajo presencial y el «home working».

Un sistema que llegó para quedarse

Creo que este sistema remoto e híbrido vino para quedarse. Se modificará la forma en que trabajamos e iremos a un sistema mixto de actividad presencial con «home working» en los sectores que la actividad lo permita.

Un tema importante por observar es la brecha tecnológica. A pesar de los avances en la cobertura de la banda ancha y del gran
porcentaje de personas que tienen teléfono móvil, de acuerdo con datos del PNUD (1), solo tres de cada 10 trabajadores realizan tareas compatibles con el teletrabajo y dos de cada 10 personas no tienen acceso a internet fija con banda ancha.

Debemos resolver la brecha digital garantizando conectividad y educación digital para todos porque quienes no tienen acceso a la tecnología quedan fuera del sistema. La pandemia ha puesto en evidencia esta problemática tanto en el plano educativo como laboral.

El impacto para la educación y las familias de la educación a distancia ha sido muy fuerte. Un estudio de Voices! que asisten a escuelas primarias o secundarias de Capital Federal y provincia de Buenos Aires muestra que si bien los docentes se han visto revalorizados por su esfuerzo en la adaptación al nuevo sistema, hay una creencia mayoritaria de que los alumnos han aprendido menos.

A su vez, el sistema virtual en pandemia requirió de la ayuda de los padres, lo cual los dejó en un rol de «maestros», papel para el que algunos no se sintieron capacitados y a otros les resultó una pesada carga, sobre todo los que trabajan. Los chicos se sintieron desmotivados con la educación a distancia (si la comparamos con la educación presencial).

Cerca de la mitad de niños y adolescentes muestran menor entusiasmo. A la desmotivación que sienten los alumnos se suma la incomodidad que les genera estudiar desde sus casas: la mitad de los jóvenes no se siente nada cómodo aprendiendo y haciendo actividades escolares desde su hogar (48%), según UNICEF. Los alumnos extrañaron la relación con sus compañeros y docentes. El aislamiento social los afectó negativamente desde el punto de vista psicológico y esto puede dejar rastros a futuro.

Sin duda, estos dos años de Covid-19 que parecen no terminarse han sido una experiencia que va dejar huellas en nosotros y en las próximas generaciones. Pero esta pandemia nos deja también aprendizajes y cosas positivas. Entre ellas quisiera señalar:

1) La revalorización de nuestras relaciones personales.

2) Una mayor empatía y actitud colaborativa con quienes lo necesitan, que se tradujo en un crecimiento importante del número de voluntarios. Un estudio de Voices! en nuestro país muestra que el crecimiento hoy es aún mayor que en otras crisis, como la de 2002. Vemos que la gente tomó más conciencia de las necesidades del otro y colabora más.

3) El avance en la adopción de la tecnología por amplios sectores de la sociedad y de las empresas y la toma de conciencia de la enorme brecha digital a resolver. La necesidad de conectividad para todos.

4) La importancia de la ciencia y el trabajo conjunto.

5) La revalorización de la educación y de los docentes.

6) la toma de conciencia de la importancia de la salud psicológica.

También vinieron para quedarse cuidados preventivos de la salud, como lavarse frecuentemente las manos, no tocarse la cara, no estornudar sobre el otro.

El futuro es incierto y debemos seguir investigando para entender mejor. La pandemia nos ha dejado nuevos aprendizajes, sin
cambios profundos de valores y con mucho temor por las urgencias económicas que se ven venir. Para enfrentar los problemas es necesario el diálogo y el trabajo conjunto de la dirigencia. Los argentinos han demostrado una gran resiliencia en estos dos años
de pandemia y sus necesidades deben ser escuchadas.

(1) – Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo.

(*) – Marita Carballo es socióloga y presidente de la consultora Voices!)