Más noticias
Mundo

La OTAN, entre la paranoia con Rusia y el futuro de Europa


¿Obsesión o realidad? Basta con ver lo que ocurrió esta semana en Washington, donde se reunieron los 29 ministros de la Organización del Atlántico Norte para comprobar, de nuevo, que la OTAN considera a Rusia como su principal amenaza.

Una vez más el nombre del país que preside Vladimir Putin fue citado hasta el cansancio, durante los dos días que duraron las deliberaciones realizadas en la sede del Departamento de Estado, con motivo de cumplirse 70 años de la creación de este organismo multilateral.

La OTAN, creada el 4 de abril de 1949 bajo la presidencia del estadounidense Harry Truman, enfrenta varios desafíos en la actualidad. Sin embargo todas las miradas parecen apuntar al gobierno de Putin.

“Lo que pasa es que Moscú ha buscado siempre extender sus dominios desde hace muchos siglos, y este anhelo se concretó finalmente después en la Segunda Guerra Mundial”, dijo a Télam el ex embajador argentino en Turquía, Sebastián Brugo Marcó (2001-2009)

Para este analista,”Putin es una persona imperial, que busca de alguna manera recuperar la influencia de su país sobre Europa”.

Otros observadores, por el contrario, critican el estilo arrogante del presidente estadounidense, Donald Trump, que incluso mantiene una buena afinidad con tres gobiernos de la Alianza Atlántica -Polonia, Hungría y Turquía-, criticados por su estilo autoritario.

“Turquía esta jugando a dos bandos: por un lado le dice a Europa que quiere ser occidental y, por el otro, hace planes para comprar el sistema antiaéreo ruso”, apuntó Brugo Marcó.

Lo cierto es que setenta años después de su creación, la OTAN cuenta con algunos episodios polémicos como su intervención en Libia en 2011 durante la guerra civil en la que fue asesinado Muammar Kaddafi.

En aquellos días el líder libio, otrora mentor del Movimiento de Países No Alineados, había sido acusado de crímenes de lesa humanidad por la Corte Penal Internacional (CPI).

Además de haber contribuido a la división del país (se fracturó en al menos tres gobiernos), la intervención de la OTAN causó también la muerte de varios civiles durante un bombardeo en Tripolí, la capital del país, así como la caída de la producción de petróleo, principal fuente de recursos.

Hoy, con Trump exigiendo a sus miembros un mayor compromiso en los gastos de Defensa para llegar a la meta del 2% del Producto Bruto Interno de cada país, la alianza se debate entre dejar atrás el pasado y mirar hacia el futuro.

No fue casual, entonces, que el secretario general de la OTAN, el noruego Jens Stoltenberg, anunciara en Washington que esta diferencia económica ha empezado a solventarse.

Sin embargo, el funcionario anunció también una serie de medidas para incrementar la presencia de la Alianza Atlántica en el mar Negro, donde según su opinión crece la influencia de Moscú.

Stoltenberg insistió en que es necesario abordar “las agresivas acciones de Rusia” en ese escenario de su conflicto con Ucrania por la península de Crimea, anexada por Moscú en marzo de 2014.

Aunque dijo que la Guerra Fría con la desaparecida Unión Soviética ha pasado a la historia, Stoltenberg insistió en la unidad de la Alianza para hacer frente a los grandes desafíos mundiales.

Al hablar ante ambas cámaras del Congreso de Estados Unidos, un honor reservado a pocos líderes mundiales, afirmó: “La fortaleza de una nación no se mide por el tamaño de su economía y su poder militar, sino por su número de amigos”.

Seguramente Stoltenberg pensaba en Trump, ya que el presidente estadounidense parece más inclinado al unilateralismo que al multilateralismo.

Sin embargo no todos festejaron los 70 años de la creación de la Alianza Atlántica, a la que en Europa se la critica por la acostumbrada hegemonía que ejerce Estados Unidos sobre el resto de los 29 países.

“La OTAN no solo está obsoleta sino que también representa un riesgo significativo para el mundo, porque usa la fuerza militar exclusivamente para mantener sus propios intereses imperiales”, dijo Alexander Neu, diputado del partido alemán Die Linke (La Izquierda) en Cámara Baja del Bundestag (Parlamento).