La emergencia en torno al COVID-19 está afectando a casi todos los habitantes del planeta. Sin embargo, es probable que la crisis económica golpee con especial dureza a los jóvenes
Especialistas de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) advirtieron este jueves la necesidad de proteger a los jóvenes en los lugares de empleo porque «las consecuencias económicas de la pandemia de coronavirus se transformará en un duro golpe» para ese sector societario a partir de «cinco factores determinantes».
La recesión, el cumplimiento de tareas en la economía informal, las formas atípicas de empleo, las industrias especialmente afectadas por la pandemia y la automatización constituyen «los cinco factores determinantes» para el trabajo de los jóvenes, según los investigadores y especialistas de la OIT en empleo juvenil y políticas macroeconómicas y empleo, Susana Puerto y Kee Kim.
«Las crisis golpean más duro a los más vulnerables. Uno de esos grupos es el juvenil, particularmente expuesto al impacto socio-económico de la pandemia. La transición hacia el empleo decente es un enorme desafío para ese sector, incluso en tiempos de máxima prosperidad económica. Así lo indican las cifras de 2019 previas al brote del virus, según las cuales una de cada cinco personas menores de 25 años (267 millones) no trabajan ni estudian ni se forman», dijeron los especialistas en un documento difundido por la OIT.
Para los investigadores y especialistas del organismo laboral tripartito mundial, «la recesión afecta más a los trabajadores jóvenes, ya que son los primeros en sufrir el recorte de horas laborales o el despido».
«La ausencia de redes y experiencia dificulta la búsqueda de otro empleo decente, por lo que son empujados hacia tareas de menor protección jurídica y social», describieron.
Los emprendedores jóvenes y sus cooperativas afrontan problemas similares a partir de las dificultades económicas para obtener recursos y financiación, y ese sector desconoce cómo afrontar escenarios comerciales complicados, explicaron.
Tres de cuatro jóvenes trabajan en la economía informal, en especial en países de ingresos bajos y medianos (en agricultura, pequeñas cafeterías o restaurantes), y sus ahorros son escasos o nulos, por lo que «no pueden permanecer confinados».
Y, apuntaron que muchos de esos trabajadores tienen «una forma atípica de empleo» (tareas a tiempo parcial, temporal o plataformas digitales) y mal pago, horarios irregulares, escasa o nula seguridad o protección social y falta de prestación por desempleo.
«Los jóvenes trabajan por lo general en sectores e industrias afectadas por la pandemia, como el comercio al por mayor o al por menor, la hotelería y la restauración (asistentes de tienda, cocineros, camareros). Además, son los más amenazados por la automatización total o parcial, por lo que urge de parte de los gobiernos de los países medidas de apoyo o estímulo», afirmaron en el estudio.
Además, el aumento del desempleo juvenil representa un elevado costo a largo plazo para todas las sociedades, dado que incorporarse al mercado laboral en recesión les puede provocar «una pérdida de ingresos significativa y persistente» e ignorar esa problemática sectorial implica «el desperdicio de talento, estudios y formación, por lo que las consecuencias del virus podrían prolongarse décadas», concluyeron los especialistas del organismo que conduce el ex sindicalista británico Guy Ryder.