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La nutria gigante vuelve, después de 50 años, al Parque Nacional Iberá


Después de más de cincuenta años vuelven al Parque Nacional Iberá las nutrias gigantes.
Los ejemplares ingresaron al país el 21 de marzo pasado tras ser inspeccionados por un agente del Senasa que cumple funciones en el Aeropuerto Internacional “Ministro Pistarini” de Ezeiza. El Servicio Nacional de Sanidad y Calidad Agroalimentaria (Senasa) supervisa en Corrientes, la cuarentena de control postingreso en la Argentina de Lobo y Alondra, un macho y una hembra de la especie nutria gigante o lobo gargantilla (Pteronura brasiliensis) – extinguida en la década del 70– que llegaron al país desde Suecia y Hungría para repoblar el Parque Nacional Iberá.

Luego del control, el Senasa otorgó un permiso de tránsito para el transporte de la pareja de nutrias gigante hasta el Parque Provincial San Cayetano ubicado en Corrientes, donde se encuentra el predio cuarentenario de importación habilitado por el organismo sanitario nacional.

Permanecerán aislados unos 15 días y el jefe de la Oficina Senasa de Corrientes, Omar Senosiain, constatará el estado sanitario de los ejemplares a través de inspecciones clínicas. Luego serán liberados y llevados al Parque Iberá. “Tras la primera inspección en la cuarentena, observamos que ambas nutrias gigantes se encuentran en buen estado sanitario. La semana que viene realizaremos otra visita y si los animales no presentan signos clínicos de enfermedades en poco tiempo más serán liberados”, explicó Senosiain.

Fue a medidos de la década del 70 cuando se vio por última vez esta especie que se denomina también “predador tope acuático”

La reintroducción de esta especie al ecosistema del Iberá será posible gracias a un proyecto de conservación de la especie impulsado por la Fundación The Conservation Land Trust Argentina S.A. (CLT) y la colaboración de Parken Zoo de Eskilstuna (Suecia) y al Budapest Zoo (Hungría) que donaron a Lobo y Alondra, respectivamente.
Sería algo así como el equivalente en el agua al yaguareté en la tierra. Su función es fundamental para que Iberá vuelva a estar funcional ecológicamente y pueda ofrecer todos sus servicios en un ambiente sano, explicó Alicia Delgado, bióloga de CLT Argentina.
Llega a medir hasta dos metros y pesar hasta 35 kilogramos, se caracteriza por vivir en familias de 10 a 20 individuos, es un gran predador y se alimenta casi exclusivamente de peces. Esta especie ha sido perseguida por el valor de su piel.
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