El crack rosarino del Barcelona tuvo el mejor homenaje. Además, no le importó la marca deportiva de su club y celebró con una casaca histórica de Newell's
Lionel Messi clavó la pelota al ángulo para el cuarto de Barcelona ante Osasuna y en cuanto la red se infló, sabía perfectamente lo que debía hacer. Respetuoso como es, abrazó a sus compañeros primero y luego, en soledad, se quitó la cinta de capitán y dio paso a su jugada más maradoniana.
Ante la vista del mundo, ese que aguardó expectante por su gesto en memoria de Diego Maradona, se quitó la camiseta del Barsa y relució la de Newell’s, el club de sus amores, para maravilla de todos y todas.
Messi jugó todo el partido con la rojinegra debajo. Nadie lo sabía. A su manera, buscó el momento exacto para un tributo de diez. A lo Diego, gambeteó y convirtió; no podía ser de otra forma.
La camiseta es mucho más que un sentido mensaje con beso y mirada al cielo. Fue la misma que Maradona utilizó en su corta estadía en Rosario durante 1993. La del debut ante Emelec de Ecuador, del 7 de octubre, que tuvo a un Messi de seis años entre los espectadores en el estadio leproso. Para Lionel, la casaca contiene tiene un valor emocional enorme, invaluable.
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El fútbol actual está atado al negocio con contratos exclusivos y derechos comerciales. Europa es la meca. Y a Messi no le importó que la camiseta de Newell’s tuviese la marca rival de la indumentaria que utiliza Barcelona. Ni tampoco otros sponsors en el pecho y la espalda. A lo Diego, pero también con su estilo, se dejó llevar por el corazón y gambeteó a la razón, a lo establecido. Bien argento.
Y como Diego, Messi no se olvidó de sus raíces. De Rosario, del Parque de la Independencia, del barrio. Porque está claro que para Lionel, Rosario siempre estuvo cerca y eso es verdad.
El mundo llora la partida de Diego aún. Los tributos serán eternos, como el propio Diego, y en eso, Messi, tantas veces criticado por su forma de ser, sabe que estuvo a la altura en su jugada más maradoniana.