Según la española, "una clave esencial" para que esto pase "es el control de las autopistas de la comunicación"
La periodista e investigadora española Cristina Martín, sostiene en una entrevista concedida hace unos días, que la pandemia es una estrategia del poder global. Investigadora desde hace años del misterioso y poderoso Club Bilderberd dice al diario Correo de España que «una clave esencial es el control de las autopistas de la comunicación y, como esta élite globócrata o globalista es propietaria de los grandes conglomerados de información y entretenimiento, controla el mensaje que recibe la ciudadanía».
La entrevista completa:
¿Por qué tras el éxito de su último libro sobre el club Bilderberg escribe una sobre la verdad de la pandemia?
Porque el Club Bilderberg y la pandemia son fenómenos interconectados. Hace diez años, en uno de mis libros, ya escribí y advertí de lo que llamé “la táctica de las pandemias” para forzar a las sociedades a aceptar un control tecnológico de vigilancia exhaustiva en todos los ámbitos de sus vidas, como el Big Brother. Llegué a esa conclusión al descubrir lo que llamé las tres últimas mentiras de Bilderberg: la pandemia, la gripe A y Obama. En la investigación que he realizado en mi nuevo libro he descubierto que el club de los filántropos es el nuevo Bilderberg. Ese libro fue atacado y censurado.
¿Qué le hizo sospechar sobre la veracidad del mensaje oficial que están dando los gobiernos?
Como le digo, debido a mis dieciséis años de investigaciones previas, ya estaba al tanto de su metodología y ofensivas psicológicas. Así que, al analizar la tipología de las diversas fuentes que difundían el mensaje, pude concluir la unicidad del mismo. También analicé que era coincidente con las tesis de las elites globócratas. Y, por último, comprobé que el objetivo que perseguía el mensaje se mantenía en una línea de continuidad en el tiempo, pues llevan años propagando que debemos aceptar una gobernanza global para solucionar todos los problemas que surgen a nivel global, como las pandemias, el terrorismo, el cambio climático, la educación o las desigualdades de género.
¿Cómo es posible que se haya creado una gran mentira a nivel global?
Hay estrategias y mecanismos para conseguirlo. Según mis investigaciones, el diseño de esta táctica de la pandemia COVID19 parte de los laboratorios de ingeniería social, que llevan cien años activos desde que el clan Rockefeller funda la Escuela de Chicago y sus chicos convirtieran esta famosa ciudad en un laboratorio viviente. “La elite del poder”, como la definió el sociólogo Charles Wright Mills en su libro homónimo, publicado en 1956, así como otros trabajos académicos, demuestran que ésta tiene miedo a la rebelión de las masas y, al considerarlas peligrosas para su posición de privilegio usurpado, lleva cien años sin cesar de crear ofensivas psicológicas contra los pueblos. Y las lanzan de un modo sutil y discreto para que las personas incautas ignoren que están siendo atacadas.
Tras el diseño en el laboratorio elitista, el plan es conocido sólo por una camarilla de personas muy reducida y estratégicamente ubicada en posiciones de mando ejecutivo de organizaciones supranacionales como la ONU y sus distintas agencias, como FAO, OMS, OMC, ONU Mujeres, UNICEF, BM, FMI, BCE, UE, OTAN, así como los departamentos de universidades cuyos estudios subvencionan, los laboratorios farmacéuticos y los conglomerados de comunicación de los que son propietarios, las fundaciones filantrópicas, determinados departamentos del ámbito de los servicios secretos y el sector militar, ONGs y sociedades civiles, tertulianos de televisión, periodistas y afines, famosos y músicos de las industrias del entretenimiento, artistas, escritores, gobiernos… Si logran colocar a uno de los miembros de su red al frente de la dirección de dichos centros (o compran determinados espacios en medios de comunicación), estos acaban al servicio de los intereses y la ideología de la elite del poder. Así crean redes interconectadas, donde los integrantes se unen a ellas por distintos motivos. En algunos casos, porque pagan sus salarios; en otros, porque coinciden ideológicamente y, aunque algunos no conozcan todo el plan maestro, a su lado se consideran parte de la élite.
Es decir, una clave esencial es el control de las autopistas de la comunicación y, como esta elite globócrata o globalista es propietaria de los grandes conglomerados de información y entretenimiento, controlan el mensaje que recibe la ciudadanía. Sus medios de comunicación solo entrevistan a los científicos que pertenecen a la red. La selección de entrevistados ya es manipulación. En definitiva, es la estrategia de Goebbels: repetir la misma mentira por distintas vías: científicos, famosos, políticos, directivos, filántropos y pseudo-intelectuales. A estos propagandistas al servicio del sistema, Armand Mattelart los llama “intelectuales orgánicos”.
¿Por qué la mayoría de la gente se ha creído esta mentira a pies juntillas?
Por el miedo y porque esta red ha creado un psicoescenario, como explico en el libro, modificando el Entorno, con la Teoría de Campo.
Algunas personas son muy ingenuas y creen lo que les dice el líder al que siguen, ya sea este un político, una actriz, un youtuber, una filósofa o una cantante. Otras personas son muy miedosas y el temor les bloquea. Y las hay que son malas e interesadas y seguirán a su tirano hasta el infierno.
El miedo como instrumento de control social no es algo nuevo, se ha dado en la historia.
Al observar cómo los tiranos de todos los tiempos recurren al uso el miedo como arma de coacción y control social, podemos comprender que la elite actual no es vanguardista ni innovadora en el campo de la manipulación de las emociones. Lo único que ha cambiado ahora es que la Cuarta Revolución Tecnológica y sus TIC, el Big Data y la Inteligencia Artificial tienen la capacidad de propagar el miedo por todo el planeta. La situación que han provocado es muy grave, pues no solo se trata de miedo sino de un chantaje, una presión, una coacción atroz. En 2015, Bill Gates afirma, en una conferencia, que vendría una pandemia y que “tenían” (hablaba en plural) todas las herramientas para hacerle frente, como “la ciencia y la tecnología (…) teléfonos para obtener información y transmitirla, mapas satelitales donde podemos ver dónde están las personas y hacia dónde se mueven, avances en biología que el tiempo de respuesta para observar un patógeno y poder fabricar medicamentos y vacunas”.
Y luego, acaba afirmando literalmente: “Podemos construir un sistema de respuesta realmente bueno. Tenemos las herramientas, pero esas herramientas necesitan ser implantadas en un sistema global de salud”. Vengo advirtiendo, desde hace 16 años, que el objetivo de las elites globalistas es implantar un gobierno global dirigido por ellos; entonces, ¿cómo podemos entender el mensaje de Gates ahora que amenaza con un nuevo virus más mortal? Después de tantos años observándolos, mi conclusión es traducirlo en clave de tiranía: o hacéis lo que os digo o ateneos a las consecuencias. ¿Es esto el chantaje del nuevo club de los filántropos y quienes integran sus redes interconectadas?
Tampoco es nuevo el debate entre la seguridad y la libertad.
Efectivamente, es un dilema antiguo. Pero sin libertad no hay seguridad y lo estamos comprobando. Si me obligan a ponerme una vacuna que han obtenido en menos de un año, es una vacuna sin garantías, no se ha testado lo suficiente, puede atentar contra mi salud, o sea, es lo contrario a la seguridad y así lo están advirtiendo los médicos que trabajan bajo el principio hipocrático. Lo que me ofrecen como seguridad solo es una trampa. Perderé mi libertad y mi seguridad. Siendo presidente, Obama ya dijo que no se podía tener un 100 por 100 de seguridad y al mismo tiempo un 100 por 100 de libertad. Esto es cierto, pero al mismo tiempo es mentira.
¿Por qué una pandemia es el escenario propicio para realizar un cambio de paradigma, que de otra forma sería más difícil?
Porque esta operación de guerra psicológica se sustenta en el eje de la muerte. Nos han dicho que somos bombas biológicas y nos han convertido en una amenaza a la vida de nuestros familiares. Y este silogismo, no solo van a usarlo en un escenario de pandemia sino en la ecología, en el cambio climático provocado por el hombre, como ellos lo expresan. Tienen planeado prohibirnos que nos bañemos en el mar, en los ríos, en los lagos porque somos “bombas biológicas” para el planeta, que ya consideran de su propiedad. Nosotros somos el virus que atenta contra la “salud ecológica” de la Tierra. De ahí que planteen, como solución, la cultura de la muerte. Sustituyen la moral por la ética utilitarista, así solucionan el problema de la rebelión de las masas. A menor número de individuos, mejor y más eficazmente pueden controlarlos.
¿Y por qué los globalistas no habían logrado una alianza con China antes? Hay una hipótesis: ¿han soltado ellos el virus en China para obligar esta alianza contra su enemigo Trump?
Esa es la dirección a la que todas las pruebas analizadas apuntan. La alianza que buscaban con las élites chinas desde hace décadas ha sido posible ahora ante la llegada inesperada de un enemigo común. Perder el trono presidencial les obstaculiza el desarrollo de los planes así como los plazos temporales establecidos.
Sin embargo, mucha gente sigue sin verlo y creyendo a pies juntillas el mensaje oficial.
El miedo a lo invisible está en nuestro ADN desde que vivíamos en las cavernas. Ahora, en las escuelas no nos enseñan a controlar el miedo. Principalmente, son las abuelas y las madres, con sus canciones y cuentos alrededor del fuego, las que nos han enseñado a enfrentarlo desde el origen de la cultura. De ahí el ataque a las relaciones familiares. Es un virus muy inteligente.
¿Qué es lo que aporta el libro para abrir los ojos al respecto?
Considero que aporta claves principales para comprender lo que está pasando, los posibles escenarios en los que podrían desembocar sus ataques y presiones y quiénes están detrás de ello. En ese sentido, mi libro es un mapa del tesoro. El tesoro es el conocimiento. Y también es un mapa de situación, ¿dónde estamos? ¿Cuál es el contexto del fenómeno? En 2010 hablé de la Tercera Guerra Mundial en un programa en televisión e intentaron ridiculizarme. Luego, en mi libro Perdidos, de 2013, realicé un análisis sobre la Tercera Guerra Mundial y sus fases, que vuelvo a incluir de manera sintetizada en La verdad de la pandemia. En octubre de 2014, el Papa Francisco habló de la Tercera Guerra Mundial, a continuación, lo hizo el rey de Jordania, Abdalá II, y luego, el presidente de la Duma Estatal Serguéi Naryshkin.
No estoy señalando que nuestros análisis coincidan, pero la conclusión, sí. Como expongo en mi libro, a nivel geopolítico, “la táctica de la pandemia” es un arma de guerra y, como podemos observar, está desembocando en la formación de dos bloques. Por un lado, el que llamo el Eje, el de los alineados con la China de Xi Jinping, los filántropos anti-Trump, la Francia de Macron, Rutte en Holanda, el presidente de Ghana, los organismos internacionales como la OMS, Irán, Pakistán… Y, por otro, la Administración Trump, el Brasil de Bolsonaro, la Hungría de Orbán, la India de Ram Nath Kovind , el México de López Obrador, la Biolorrusia de Aleksandr Grigórievich Lukashenko. Es decir, los que se niegan a aceptar el chantaje de la agenda globalista de las elites. Pero hay que seguir observando porque, en el desarrollo de esta tercera fase, puede haber cambios y movimientos entre las alianzas de partida. Se sabe como empiezan las guerras, pero no como acaban. La pregunta, en esta contienda por la hegemonía global, es la siguiente: ¿llegarán a la fase de la guerra armada?
Un trabajo importante de documentación para poder argumentar todo lo que en el libro se dice…
Mis lectores ya saben que la parte más sólida de mis libros es la documentación. Soy una científica, doctora en Comunicación-Periodismo, con la primera tesis crítica sobre el Club Bilderberg. Nos han perseguido, silenciado y ridiculizado en los medios de comunicación y sus redes sociales. No solo a mí, como periodista de investigación, sino a médicos, científicos, y ciudadanos en una nueva caza de brujas para quemarnos en la hoguera a todos aquellos que plantemos dudas acerca de la “verdad oficial”. La persecución de la verdad sólo se da en regímenes totalitarios. Ya vengo denunciando, desde hace tiempo, que el globalismo es el nuevo totalitarismo. Éste contiene lo peor de los sistemas previos: capitalismo, comunismo, socialismo, liberalismo y la teología de la liberación, pues también han diseñado su religión única: la Carta de la Tierra de la ONU. Junto con la Agenda 2030 y los objetivos de desarrollo sostenible son instrumentos de presión a los más vulnerables, siempre le toca a los mismos. No podemos callar ante esto. Frente a las leyes injustas, nuestro deber moral es desobedecer, ante el abuso de los gobernantes, existe el derecho de rebelión.
¿Qué reacción puede haber en la sociedad frente a la imposición de un nuevo modelo de vida?
Eso es lo que están midiendo con el Big Data y la Inteligencia Artificial. Por eso no podemos callar. El último derecho que nos queda, cuando nos quitan todos los demás, es el de rebelión, como hicieron nuestros tatarabuelos cuando Napoleón invadió Europa nos impuso a su hermano Pepe Botella.