Por Belén Escobar
La inflación avanza a paso firme y achica cada día un poco más el margen de maniobra del gobierno, que no reacciona ante una problemática que agiganta los indicadores de pobreza e indigencia.
Luego que el presidente Mauricio Macri asegurara que la inflación estaba «empezando a bajar» y pronosticara que «lentamente» iba a mejorar la actividad económica, el INDEC dio un cimbronazo al difundir una cifra más alta de la esperada.
Es que la suba de los precios minoristas fue en enero del 2,9%, según datos oficiales, los cuales superaron a las estimaciones realizadas por consultoras privadas que apuntaban al 2,5%.
En ese escenario, algunos especialistas anticiparon que el incremento en febrero será aún mayor y superará el 3%, en parte como resultado de los incrementos de transporte y luz, dispuestos por la misma administración de Cambiemos.
Todo ello ya pone en jaque el número pautado de inflación en el Presupuesto para este año, ubicado en un 23%.
El estudio del organismo que conduce Jorge Todesca reflejó que el rubro Alimentos y Bebidas registró en el primer mes del año un aumento más alto que el índice general, dado que fue del 3,4%.
Ese segmento es el que más impacta en los sectores vulnerables de la sociedad por lo que la suba se traducirá en un incremento de la pobreza, mientras empujará a más gente a la indigencia.
Por el momento, el gobierno tiene a su favor la tranquilidad temporal en la plaza cambiaria, algo que se puede modificar por tensiones en el plano internacional o frente a la cercanía de las elecciones y la consecuente dolarización de carteras, algo habitual para ese tipo de períodos.
La estabilidad del dólar dependerá también de la estrategia del Banco Central que, si bien recortó la tasa de las Leliq en las últimas semanas, todavía las mantiene en niveles muy elevados.
En Hacienda entienden que un salto brusco en la cotización de la moneda norteamericana puede afectar de manera inmediata a los precios en las góndolas de supermercados, por lo tanto, continuará apelando a los altos rendimientos en pesos para contener una disparada todavía mayor del costo de vida.
Será prácticamente imposible que se recuperen el crédito y el consumo en ese escenario, lo cual impactará negativamente en la creación de empleo.
En un principio, el equipo económico de la Casa Rosada había apostado a la posibilidad de que una economía congelada pudiera contribuir a una menor inflación, pero hasta el momento los planes han fallado.
Tras finalizar el año 2018 con la inflación más alta en 27 años, al llegar al 47,6%, la gestión de Mauricio Macri tiene que analizar de qué forma revertir el partido que viene perdiendo por goleada.
Algunas consultoras puntualizaron que para el próximo trimestre el costo de vida estará presionado también por ajustes en las tarifas de gas, prepagas y educación, al tiempo que continuará el cronograma de alzas en el transporte público.
Ante una situación cada vez más compleja, el Gobierno ya anticipó que las cifras de pobreza van a empeorar, principalmente como consecuencia de la devaluación. .
Ese panorama comenzará a levantar la temperatura en las calles, que en las últimas jornadas empezaron a sentir una mayor tensión y malestar social.
En marzo, el INDEC publicará la Incidencia de la pobreza y de la indigencia (EPH) del segundo semestre de 2018 y así se confirmará que hay una profundización en esas problemáticas.
Ante la insuficiencia de programas sociales, la caída en el empleo y la pérdida de poder adquisitivo, todo indicaría que las estadísticas mostrarán un panorama más grave cuando llegue la hora de los datos de 2019.
Macri, antes de asumir la Presidencia, pidió que su gestión fuera evaluada por la cantidad de personas que efectivamente lograron salir de la pobreza.
Por ahora, la gestión Cambiemos, desaprueba.