Pablo Bloise, enviado especial a Mendoza Expectativa auriazul en la capital mendocina. El día gris, lluvioso y fresco no deja lugar a otra cosa: pensar en el partido de esta noche. La ruta ya es conocida para los canallas. Autopista a Córdoba, desvío, autopista a Mendoza. Ya han recorrido esos caminos, aunque esperan que esta vez el resultado sea distinto. Hay aroma a revancha. No con el rival ni con la ciudad, consigo mismo. Central volvió a quedar en las puertas de un nuevo título, la chance de jugar otra final (Superfinal ante Boca, ganador de la pasada Superliga) y nada menos que de disputar la Copa Libertadores de América. Es temprano y hay poco movimiento en el hotel canalla. Agentes de seguridad, el de Central incluido, van y vienen por la puerta. Mendoza luce, quizás, ajena a la efervescencia. Se comenta: “¿qué pasa que hay tantos rosarinos? ¿Juegan acá?”. Los negocios abren sus puertas y los empleados se miran entre sí cuando pasa alguien con los colores de Central o Gimnasia. “¿Qué hacen acá?”, deben pensar. El Malvinas Argentinas será el escenario. El clima, amenazante, promete castigar con lluvia a la hora del partido. Poco importa: ya se vive la final. Las entradas se agotaron casi de manera automática. Desde la noche del miércoles varios canallas emprendieron viaje hacia el cuarto objetivo, a pesar de los tres que quedaron en el camino. Unas 30 cuadras separan el epicentro de Mendoza con el estadio Malvinas Argentinas, donde cada 15 días juega Godoy Cruz por la Superliga. La capital provincial se irá poblando poco a poco. Las rutas albergan a cientos de autos y colectivos que ya hace rato han dejado Rosario y tienen destino cuyano, pensando en llenar la cabecera sur de la mencionada cancha. Central se permite soñar. Esta vez por el rival, por las condiciones en las que llega y porque tiene a Bauza, un hombre que sabe de copas, en el banco de suplentes. No deja de ser una final y un partido de fútbol, donde todo puede ocurrir. Sin embargo, el aire esta vez se respira distinto y la atmósfera se percibe diferente. Es la ciudad elegida, es el momento y es la chance. Central llegó a Mendoza con un plantel muy distinto al que jugó la última final ante River. ¿Menos jerarquía? Quizás, pero los hombres del Patón ya han demostrado que no están dispuestos a dejar pasar esta oportunidad.]]>
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