La primera autoridad de la Iglesia católica portuguesa ha recordado que las parejas divorciadas que quieran casarse por segunda vez por la Iglesia deberán vivir “como hermanos”, en «continencia sexual». Su recomendación parroquial ha soliviantado a algunos y ha dividido a los teólogos; unos opinan que el cardenal Manuel Clemente no ha hecho más que aplicar la doctrina del Papa, otros creen que el Patriarca no sabe lo que encarna el “matrimonio” y otros se inclinan por el pragmatismo: hagan lo que quieran que para eso existe el sacramento de la confesión.
El Patriarcado de Lisboa —un título de la iglesia que solo tienen Venecia y Jerusalén— emitió esta semana una nota a sus sacerdotes sobre los criterios a seguir en el caso de los católicos que se casaron una vez, se divorciaron y quieren casarse por segunda vez por la Iglesia, es decir, acceder de nuevo a los sacramentos
La tradición católica expulsaba de la Iglesia a los divorciados, pero en 2016 el Papa Francisco abrió la posibilidad de integrar a los descarriados en su doctrina Amoris laetitia. Aunque en el texto se reafirma en la indisolubilidad del matrimonio, también recuerda que “un pastor no puede sentirse satisfecho apenas aplicando leyes morales a aquellos que viven en situaciones irregulares, como se fuese piedras que se lanzan contra la vida de las personas». Abrió la puerta a recoger a los descarriados, pero sin concretar. La jerarquía eclesiástica argentina —a misma del Papa—, fue la primera en publicar un texto sobre cómo se debía hacer eso, qué condiciones debían exigir los sacerdotes para readmitir en la Iglesia a los matrimonios pecadores, en situación ‘irregular’.
En noviembre, el patriarca de Lisboa desaconsejó el ingreso de homosexuales en los seminarios
En ese contexto de normas de actuación de la Iglesia ante un matrimonio que quiera casarse por segunda vez, es donde el cardenal Clemente ha recordado que hay que vivir como hermanos y abstenerse de actividad sexual. La recomendación no es novedosa, pues para la Iglesia el sexo es propio y exclusivo de los esposos, fuera del matrimonio es pecado. El matrimonio católico es para toda la vida, ergo si una pareja se separa y luego vive con otra pareja podrá acceder a los sacramentos (comunión, confesión, extremaunción, etc.) pero si no tiene sexo nunca, pues para la iglesia el matrimonio sigue siendo indisoluble (a no ser que haya habido anulación, menos de 200 el pasado año); si tiene sexo fuera del matrimonio sigue siendo pecado.
El cardenal patriarca Manuel Clemente pide a sus sacerdotes que si se les llega el caso, deben proponer a la pareja en situación irregular (casado y sin anulación) “la posibilidad de vivir en continencia en la nueva situación”.
El llamado a la continencia ha levantado revuelo, hasta el punto de que el director de comunicación del Patriarcado, Nuno Rosário Fernandes, ha tenido que salir en defensa de su jefe, recordando que lo que ha dicho ya lo dijeron Juan Pablo II y el Papa Francisco. Y en su condición de católico, pero sobre todo de portugués, ha matizado: “El documento dice que los sacerdotes no deben dejar de proponer la continencia, pero teniendo en cuenta las dificultades se puede recurrir a la confesión”.
Teólogos y profesores de religión se han dividido. Están los que critican a la Iglesia por desconocer la vida matrimonial y también los que se escandalizan porque alguien se escandalice por aplicar la doctrina tradicional de la iglesia.
Para la teóloga de la Universidad de Coimbra Teresa Toldy, el consejo del cardenal Clemente revela un desconocimiento de lo que hablan «y corren el riesgo de hacer propuestas ridículas». En entrevista al DN, se pregunta, «¿cómo es que después van a ayudar a tomar decisiones si no tienen noción de lo que es la vida de una pareja?».
En el caso del grupo Nosotros Somos Iglesia las palabras de cardenal no vienen a cuento, las califican de “radicales” y echan en falta más palabras de misericordia.
No es la primera vez que el cardenal ocupa los titulares de los periódicos. En noviembre, desaconsejó «vivamente» que los homosexuales ingresaran en los seminarios. Preguntado por si no había obligación de celibato para todos, el cardenal Clemente contestó: «Mejor no crear la ocasión».
FUENTE: EL PAÍS