Jorge Lozano, arzobispo de San Juan, reconoció que hay gente que vive "del rebusque, el delito, los planes sociales y las changas"
El arzobispo de San Juan, monseñor Jorge Lozano, advirtió hoy que «el desempleo o la inestabilidad laboral están marcando la vida de varias generaciones», por lo que hay gente que vive «del rebusque, el delito, los planes sociales y las changas», y llamó a «multiplicar iniciativas como las huertas familiares, microemprendimientos y cooperativas de producción y consumo».
En un mensaje previo al Día Internacional de los Trabajadores, Lozano, secretario general del Consejo Episcopal Latinoamericano (Celam), dijo que «mañana celebramos a San José Obrero, un padre trabajador, a él encomendamos a hombres y mujeres que sufren las injusticias de la explotación y la exclusión».
El arzobispo sanjuanino sostuvo, citando al papa Francisco, que «en nuestra época actual, en la que el trabajo parece haber vuelto a representar una urgente cuestión social y el desempleo alcanza a veces niveles impresionantes, aun en aquellas naciones en las que durante décadas se ha experimentado un cierto bienestar, es necesario, con una conciencia renovada, comprender el significado del trabajo que da dignidad y del que nuestro santo (San José) es un patrono ejemplar».
Y seguidamente advirtió que «en muchos hogares el desempleo o la inestabilidad laboral están marcando la vida de varias generaciones».
Así, reseñó que hay «adolescentes que no vieron con trabajo a su papá y a su abuelo. Acostumbrados al rebusque cuando no al delito o lo ilegal. Viviendo de planes sociales, changas esporádicas».
«Es importante volver a afirmar que por medio del trabajo, sea manual o intelectual, colaboramos con Dios en su obra creadora. Mirando a San José contemplamos que Dios encarnado quiso crecer en un ambiente familiar y laboral», señaló el prelado.
Añadió que «uno de los efectos de la crisis que estamos atravesando implica la pérdida de fuentes de trabajo que impacta de modo dramático en hombres y mujeres que no encuentran cómo sostener sus necesidades más urgentes. Más lo padecen quienes tienen trabajos no registrados o cuentapropistas, que viven al día».
«A nivel global muchas sociedades se están pensando estructuradas en torno a muy pocos empleos. Un reto que tenemos que asumir sin dejar pasar el tiempo en piloto automático», precisó en su mensaje difundido por la agencia católica AICA.
El arzobispo sanjuanino afirmó que «ante tantos y tan grandes desafíos nos resulta poco lo que podemos hacer. Debemos multiplicar las iniciativas de huertas familiares en quienes tienen un poco de terreno, los talleres de capacitación laboral, los microemprendimientos, las cooperativas de producción y consumo».
Detalló que «ha crecido la cantidad de personas que trabajan dedicando su tiempo y capacidades al ‘cuidado de otros’: ancianos o enfermos, impulsando merenderos o comedores, docentes en espacios alternativos. Son mano de obra que se pone en movimiento en horarios fijos con importantes responsabilidades».
Con todo este contexto, lamentó que en las grandes ciudades se haya perdido «el vínculo entre los vecinos». Atribuyó esta situación a «la inestabilidad en el lugar de vivienda, el anonimato imperante, las largas horas que se pasan fuera de casa; todo incide en el desconocimiento de quienes habitan en la misma cuadra o incluso pared de por medio».
«Sin embargo, en otros barrios se producen relaciones de mayor cercanía y conocimiento de historias familiares. Además, se mantienen algunas personas como referencias emblemáticas», destacó.
Memoró que «cuando era niño había gente a la cual se la conocía por su trabajo antes que por el nombre. El panadero, el lechero, el plomero, la pedicura, la enfermera… A Jesús se lo denominaba como ‘el hijo del carpintero’, mostrando no solo la pertenencia familiar, sino también el oficio de San José».
«A San José lo figuramos habitualmente de dos modos: con el Niño Jesús en brazos, o en su lugar de trabajo. Es clásico identificar a José con sus tareas laborales en la carpintería, junto a la Virgen y el Niño».
Y recordó que en 2021 el Papa escribió una carta sobre San José titulada «Con corazón de padre», en la que lo destacó como «padre trabajador». Citando otra vez al Pontífice dijo: «San José era un carpintero que trabajaba honestamente para asegurar el sustento de su familia. De él, Jesús aprendió el valor, la dignidad y la alegría de lo que significa comer el pan que es fruto del propio trabajo».