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La hora de las mujeres


Por Sofía Botto

Todo listo para un nuevo 8 de marzo. Todo listo para un día internacional de las mujeres con aroma a momento histórico. Por segunda vez en la historia que conocemos, las mujeres vamos a parar el mundo. Lo paramos porque tenemos mucho para decir y mucho para hacer. Lo paramos porque somos más de la mitad de él y se lo vamos a hacer sentir.

Este 2018 es para las mujeres argentinas el año del segundo paro internacional y el tercer paro nacional, nacidos ante las injusticias, ante los ajustes económicos promovidos por el gobierno nacional encabezado por Mauricio Macri, ante los femicidios que no cesan y que se cobran la vida de una de nosotras cada 30 horas. Somos el resultado y la continuidad de años de luchas, de miles de mujeres que dejaron su huella en la historia, que lucharon por nuestros derechos sociales y políticos, que dejaron escrita la realidad que veían a través de sus miradas rebeldes y feministas.

Somos la brecha salarial del 27%, que nos pone en desigualdad de condiciones con nuestros compañeros varones, somos la cara de la pobreza, representamos el 70% de los pobres del mundo y 7 de cada 10 madres adolescentes están en situación de pobreza. Somos los brazos y el cuerpo del trabajo reproductivo, de las tareas domésticas, del cuidado de la familia, de los niños, niñas y mayores, somos las tareas de limpieza del hogar y las acompañantes a la escuela, porque hacemos el 76% del trabajo no remunerado en cada una de nuestras casas.

Somos las miles de mujeres muertas por femicidios, abandonadas en contenedores y basurales, violentadas de todas las formas posibles. Somos Lucía Pérez, cuyo femicidio en Mar del Plata desencadenó el primer paro nacional en nuestro país; somos cada una de ellas que murieron en manos de sus parejas y ex parejas, víctimas de la violencia machista y abandonadas por el Estado; somos las mujeres desaparecidas; somos Marita Verón y todas las víctimas de las redes de trata; somos cada una de las 50 mujeres por año que mueren como consecuencia de la clandestinidad del aborto, obligadas por el Estado a tomar esa decisión en soledad y sometiéndolas a las condiciones de la ilegalidad, donde son las más pobres las que mueren.

Por todas estas razones, este 8 de marzo vamos a llenar las calles de mujeres, queremos que todas nos encontremos y salgamos juntas a luchar por nuestros derechos. Queremos que nuestros compañeros varones nos ayuden a garantizar nuestra participación, cubriendo nuestras tareas y haciendo ese trabajo reproductivo que ocupa tantas horas de nuestras vidas, y sin el cual ninguna persona podría subsistir.

Este 8 de marzo, si las mujeres paramos se detiene el mundo.