Un puñado de partidos y un regalo futbolístico histórico para un pequeño pueblo cordobés de 9 mil habitantes que vio y vivió de cerca a la leyenda rosarina
Imagen: gentileza Club Deportivo Argentino de Monte Maíz
Ya sea por su llamativo porte físico o su inconfundible melena, en pocos segundos se lo puede identificar. El Trinche Carlovich tiene un andar pausado a sus 42 años. El video que salió a la luz en las últimas horas y lo muestra con el número 7 y metiendo bochazos largos tiene un valor inexplicable. Será porque llegó para meterse en los ojos sedientos de sus maravillas y por fin darle forma a un mito que sólo fue dibujado de boca en boca, o para de una vez por todas poder pintarle al cuadro un césped verde y una pelota blanca, siendo pisada por una suela de un botín izquierdo, moviéndose al calor de un artista que se adueñó de los muros, y también del corazón, de la ciudad más futbolera del país.
A 220 kilómetros de la mencionada ciudad de Rosario, en Córdoba, hay un pueblo llamado Monte Maíz. En ese lugar, donde viven unas 9 mil personas, se respiró magia hace 32 años. El Club Deportivo Argentino tuvo en su césped, tirando tacos y metiendo goles, a ese melenudo que según Maradona era mejor que él. El orgullo por haber no sólo visto, sino vivido al Trinche, no entra en el pecho.
El video que fue publicado corresponde a la gentileza de Pablo Grecco. Se vio por primera vez el domingo 10 de mayo, dos días después de conocerse la muerte del Trinche, quien falleció el viernes anterior, luego de haber recibido un ataque feroz para robarle su bicicleta en la zona oeste de Rosario. Luego de luchar por su vida durante horas, murió a sus 74 años.
La historia en números fríos contará que Carlovich jugó 11 partidos para Argentino de Monte Maíz en 1987, en los que convirtió cuatro goles, y que un año más tarde lo haría nuevamente en la primera final ante el Club Atlético Lambert, el clásico del pueblo, en el que marcó un tanto que, desde este domingo, se transformó en patrimonio de toda la humanidad futbolera. Los retazos de su habilidad, aunque filmados y ya con una edad un tanto lejos de sus mejores años, ponen vidriosos los ojos de quienes hallan en el Trinche el reflejo del amor por una pelota.
El relato será obra de Mauricio Menna, directivo del club Argentino y erudito en lo que a la historia de la institución se refiere. “Escuchar a Maradona decir que el Trinche era mejor que él… imaginate. Y pensar que nosotros lo tuvimos acá, que jugó para nosotros”, relata en diálogo con CLG.
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Para comenzar a entender la historia hay que remontarse a fines de 1986 y comienzos de 1987. Miguel Ángel Bustos, quien fuera carrilero de Central a fines de la década del 60, llegó a ser entrenador de Argentino de Monte Maíz. Amigo de Carlovich, lo convenció para viajar a Córdoba y jugar durante el torneo de 1987, luego de que algunos relatos afirmaran que un Trinche de 41 años pensaba que “no estaba” para jugar debido a su edad y a su estado físico.
Hasta que un día, caminando a lo lejos, finalmente apareció Tomás Felipe Carlovich en aquella localidad industrial, de grandes campos y buenas cosechas. Era, por supuesto, el mismo que constituía el mito rosarino: con su humildad a cuestas, sin creerse más que nadie y con sus habituales pocas palabras, se hizo un lugar y comenzó a jugar con la pelota. Así arrancaba una etapa que empezaría a cobrar importancia y a envolverse en una creencia mítica con el correr de los años, de las jugadas y de las declaraciones, por ejemplo, de Maradona. La leyenda todavía no se reconocía como tal.
La unión entre el Trinche y Argentino parecía haber durado sólo un puñado de partidos: un total de once, nueve de ellos jugados como titular. Carlovich no participó del campeonato de 1988, aunque su ficha quedó en el club. Según se supo, sólo viajó una vez a Monte Maíz para estar en el cumpleaños de 15 de la hija de Bustos, quien le dedicó unas sentidas palabras tras su fallecimiento, justamente evocando ese momento.
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El equipo llegó a la final contra Lambert y esa definición (a ida y vuelta) se convertiría en el primer clásico del pueblo que decidiría un campeonato. “Como el club tenía el pase del Trinche, lo fueron a buscar. Y vino a jugar. Ese es el partido que está filmado, en el que hizo el gol y se lo ve meter grandes pases”, indica Menna.
Luego de ese cotejo, que terminó 1 a 1, comienza otra curiosa historia. “Acá empieza un mito que hasta el día de hoy se mantiene y es motivo de cargadas del clásico rival. Después de ese partido y de su gol, él no vino a jugar la revancha. Siempre hubo muchas versiones. Se habló hasta de que alguien había ofrecido plata para que él no jugara. Lo cierto es que él no estuvo en la definición”, relata el directivo del club. La final en cuestión terminó siendo para Lambert, que se quedó con el título ganando 2 a 1 en el cotejo de vuelta.
“Con el tiempo, investigando qué había pasado, fue como que no quiso quedar mal con nadie. Decía que para que no se hablara mal de él no iba a estar, porque si por ahí jugaba mal se iba a decir que estaba vendido. Son mitos del fútbol de antes y nunca se termina de saber bien qué fue lo que pasó. El Trinche es como Maradona: a él se le perdona todo. La gente no se enojó por el hecho de no haber jugado ese partido, y mucho menos después de saber cómo fue la historia”, apunta el entrevistado.
“Todo el mundo sabía lo que era el Trinche, y Lambert hizo todo lo posible para que no jugara. Era nuestro ancho de espadas. Carlovich fue un tema del que siempre se habló en el pueblo. Hay que tener en cuenta que él no había jugado en todo el año y sin embargo estuvo en la primera final, cuando no tenía porqué hacerlo. Gracias a eso, hoy todo esto tiene la relevancia que tiene”, desliza.
Menna resaltará con destacable e irreprochable orgullo que la de Argentino fue la última camiseta que vistió el Trinche, y que ese último partido, en el que la defiende, está registrado en video. “El mito de que jugaba bien, claramente es cierto. Si con 42 años tenía la calidad que tenía… ni hablar. Estas imágenes demuestran que él era un jugador superior. Realmente es una cuestión de orgullo total para el club y para todo Monte Maíz”, cierra.
Su zurda poética al fin está inmortalizada en un video de poco más de 5 minutos de duración. Cuando el Trinche toma la pelota y tira un taco, la muchedumbre ruge detrás del alambrado y todo es devoción por su fútbol. Con sus pies dibujó sonrisas en Monte Maíz: tan sólo lo que siempre supo hacer.