Por Paolo Balladelli (*)
Las hepatitis virales son una de las enfermedades infecciosas que representan mayor carga de enfermedad y mortalidad a nivel mundial, por lo que constituyen una clara amenaza para la salud pública.
Según un informe de la Organización Mundial de la Salud (OMS), las hepatitis B y C causan anualmente 3 millones de infecciones nuevas, y poco más de 1 millón de muertes. En la Región de las Américas, cada año hay 10.000 nuevas infecciones por el virus de la hepatitis B, que podría estar causando hasta 23.000 muertes anuales; y 67.000 nuevas infecciones por el virus de la hepatitis C, que podría estar causando hasta 84.000 muertes anuales.
Esta problemática se agrava por el desconocimiento del diagnóstico. En la región solo en el 18% de las personas con hepatitis B crónica la infección llega a diagnosticarse, y apenas 3% recibe tratamiento; y la infección se diagnostica solamente en 22% de las personas con hepatitis C crónica, y de ellas 18% reciben tratamiento.
En Argentina se estima que la mitad de las personas con hepatitis C no está diagnosticada con la enfermedad. Un diagnóstico temprano a través de una extracción de sangre permite a las personas realizar el tratamiento adecuado que en el 95% de los casos elimina el virus, evitando enfermedad crónica y muerte por esta causa.
Junto al diagnóstico y tratamiento, también es necesaria la vacunación. Desde que se introdujo la vacuna contra la hepatitis A al calendario nacional en la Argentina, se redujo drásticamente el número de casos y disminuyeron a cero los trasplantes pediátricos por falla hepática fulminante debido a esta enfermedad. Es necesario que todas las personas se vacunen contra la hepatitis A y B, y se realicen por lo menos una vez en la vida un test para la detección de hepatitis C.
Es urgente trabajar para erradicar la hepatitis como una amenaza para la salud pública para el año 2030, acorde a los Objetivos de Desarrollo Sostenible, deteniendo su transmisión y acelerando la reducción de las infecciones crónicas y muertes a causa de esta enfermedad. La carrera hacia la eliminación de la hepatitis viral para el 2030 atraviesa un momento crucial: si perdemos el rumbo ahora, el progreso entrará en una fase de meseta y hay riesgo de recrudecimiento.
El éxito de la eliminación pasa por ampliar las cinco intervenciones clave, que incluye la vacunación contra la hepatitis B; la reducción de daños; la seguridad de las inyecciones y de la sangre; el diagnóstico y pruebas analíticas; y el tratamiento y atención. Esto solo es posible a través del fortalecimiento de los servicios de salud pública sostenidos a nivel subnacional y nacional.
Es por ello que este año el lema del Día Mundial contra la Hepatitis, que tiene lugar cada 28 de julio, es “La hepatitis no puede esperar”. Las personas con hepatitis, con o sin diagnóstico, no pueden esperar: necesitan una respuesta.
(*) Médico representante interino de la Organización Panamericana de la Salud/Organización Mundial de la Salud (OPS/OMS) en Argentina.