Como tantas veces, la fotógrafa de La Capital Celina Mutti Lovera fue este miércoles a la mañana a cubrir un acto frente a Tribunales Federales, en este caso por una audiencia de la Cámara de Apelaciones en Entre Ríos 435. Llegó temprano, antes de las 9, y comenzó con los primeros registros.
Pero no era una jornada más: se concentraron los familiares del militar Argentino Del Valle Larrabure secuestrado en 1974 por el Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP) y fallecido un año después en cautiverio. Piden juzgar el hecho como un delito de lesa humanidad. A unos metros de distancia estaban los integrantes de Hijos, que se oponen al intento de “reflotar la reflotar la teoría de los dos demonios” (los crímenes de lesa humanidad son los que comete el Estado).
En medio de esa tensión histórica, Mutti Lovera capturó detalles de los manifestantes que a esa hora eran mayoría: los carteles de “Todos somos Larrabure” y las banderas de Argentina. Hasta que un hombre de unos 50 años dio un paso al frente y se enfrentó a la fotógrafa mientras hacía su trabajo. Le sacó varias fotos con un celular sin decirle nada.
Celina giró y no vio a nadie atrás de ella.
–¿Por qué me estás sacando fotos? –preguntó sorprendida.
–Igual que vos, estoy sacando fotos.
–No, yo estoy trabajando para un medio de comunicación. Vos me estás sacando fotos a mi, ¿para qué? Mostrame las fotos.
El hombre evitó exponer las imágenes pero después accedió. Celina advirtió que tenía por lo menos cuatro fotos de ella. Insistió en saber por qué le estaba sacando fotos y entonces intervino un tercero que buscó minimizar lo ocurrido.
–Acá no pasó nada, siempre pasan estas cosas.
–No, no pasan estas cosas. El señor me estaba sacando fotos y no me quiere decir para qué.
La discusión no cesó y la trabajadora de prensa terminó rodeada por cinco personas. Los familiares de Larrabure empezaron a levantar la voz. Le gritaron: “Con ustedes siempre pasa lo mismo. El país está así por culpa de ustedes”. A pesar de la presencia de varios agentes de Prefectura en el lugar, ninguno intercedió.
“Me sentí intimidada. No pasó a mayores, pero es intimidatorio que una persona te apunte con el celular así, desafiante, sabiendo además de quiénes estamos hablando”, contó la fotógrafa a Rosario3.com.
“Juegan con eso de generar miedo y te lo generan porque yo estaba sola y además sabía a quiénes tenía enfrente. Se sienten con cierta libertad de actuar así”, añadió con respecto al “clima de época”, en donde los juicios por delitos humanos contra represores se posponen (como Feced III) y a los genocidas se les otorga el beneficio de la prisión domiciliaria.
Por todo eso, el Sindicato de Prensa de Rosario (SPR) repudio el hecho a través de la Comisión de Libertad de Expresión y Formación Profesional y expresó su preocupación por este tipo de intimidaciones.
“Desde esta Comisión se expresa la gravedad que reviste el hecho de fuerte tono amedrentador, más aún si se tiene en cuenta que provino de un sector que reclama por el freno al proceso de juzgamiento de los genocidas y a quien molesta el trabajo de lxs periodistas destinado a mostrar lo que ocurre”, agregó el SPR.
Fuente: Rosario3