España era uno de los pocos países de la Unión Europea (UE) -junto con Portugal- en los que la ultraderecha no está representada a nivel parlamentario, ya que tras la dictadura de Francisco Franco, que terminó con su muerte en 1975, los sectores más reaccionarios de la derecha nacionalista se integraron en el conservador Partido Popular (PP). Además, durante mucho tiempo, se consideró que el país era inmune al auge nacionalista por el recuerdo reciente de la dictadura. El partido ultraderechista se dio a conocer a través de su carismático líder Santiago Abascal, hijo de un destacado dirigente vasco del PP amenazado por la organización separatista vasca ETA, quien inspirado en las tácticas del presidente estadounidense Donald Trump promete hacer a «España grande otra vez». Con propuestas reaccionarias contra la inmigración, el aborto o las leyes que protegen a las mujeres de la violencia machista, Vox había logrado atraer principalmente a la clase alta y conservadora. Pocos analistas preveían que conseguiría extenderse más allá. Sin embargo, la sureña región de Andalucía, que tiene una de las tasas de desempleo más altas de Europa y es el punto de entrada de miles de migrantes africanos que llegan a España por vía marítima a través del Mediterráneo, se convirtió en terreno fértil para el discurso populista y antiinmigración que enarbola Vox. Antes de que se publicaran los resultados oficiales, la líder del Frente Nacional francés y ex candidata presidencial, Marine Le Pen, felicitó a Abascal, con quien mantiene contactos dentro de la alianza de partidos de la ultraderecha nacionalista europea, que integran Alternativa por Alemania y La Liga de Matteo Salvini, entre otros. «Mis cálidas felicitaciones a nuestros amigos @vox_es quienes, esta noche en España, obtienen una puntuación muy significativa para un movimiento joven y dinámico», escribió Le Pen en su cuenta de Twitter.]]>
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