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La experiencia inigualable de interactuar con los lobos marinos, todo el año en Puerto Madryn


Estos animales no tienen estacionalidad, es posible encontrarlos en la zona durante todo el año, con mayor o menor concentración de ejemplares según la época

Por Claudio Benites – especial para Télam

La ciudad de Puerto Madryn está asociada a las ballenas, protagonistas principales del gran espectáculo de avistaje que se repite cada año de mayo a diciembre, pero no son protagonistas excluyentes, ya que hay algunos actores secundarios que también se roban la atención y hacen las delicias de los visitantes: los lobos marinos.

A diferencia de la Ballena Franca Austral, los lobos marinos no tienen estacionalidad: es posible encontrarlos en la zona durante todo el año, con mayor o menor concentración de ejemplares según la época, pero siempre dispuestos a sacarle una sonrisa tierna y muchas veces una carcajada al visitante, cuando se animan a alguna pirueta extraña en ese hábitat natural, que es el agua, donde se mueven con una agilidad y una velocidad llamativas.

Hay distintas opciones para poder observarlos, desde una distancia prudencial, o interactuando con ellos en el agua, bajo la estricta supervisión de operadores expertos. En cualquier caso, la experiencia es algo muy difícil de olvidar.

Uno de los lugares ideales para verlos en acción es la reserva faunística de Punta Loma, una de las colonias más grandes y de mayor concentración de ejemplares.

Esta reserva se encuentra a 17 kilómetros del casco urbano de Puerto Madryn. Para llegar hasta allí hay que tomar el Boulevard Brown hacia el sudeste hasta la Universidad Nacional de la Patagonia. Allí nace el camino de ripio, a través de la Ruta Provincial Nº 1, que lleva a la lobería.

En el lugar, es posible ver, desde un observatorio en lo alto de un acantilado, el apostadero de lobos marinos de un pelo y también la colonia de gaviotines sudamericanos, algunos cormoranes y, en temporada de ballenas, alguna madre con su cría en las inmediaciones.

La reserva de Punta Loma puede ser visitada todo el año, teniendo en cuenta los horarios de bajamar, ya que cuenta con la presencia permanente de animales y se transita por senderos interpretativos.

“El aspecto de esta especie varía más que el de cualquier otra familia con la edad y con el sexo. Los machos adultos tienen el cuello muy largo cubierto de pelaje espeso y grueso en relación al resto del cuerpo. Su hocico es corto y levantado, adornado con largos bigotes”, explicó Marcia Schunk, guía del Área Protegida Punta Loma.

Detalló, además, que la longitud total del animal puede llegar hasta los 3,50 metros. Las hembras no pasan los 2,50 metros, sus formas son delgadas y elegantes, el cuello no adquiere el mismo grosor que el de los machos y carecen de melena.

“Los cachorros, al nacer, miden poco más de 40 centímetros y están cubiertos de un pelo corto y lustroso de color casi negro y son los más inquietos”, explicó Schunk mientras mostraba cómo jugueteaban en el agua.

Desde el observatorio la vista es imponente, no solo por los lobos que se desplazan debajo, sino por la imponente visión de la ciudad de Puerto Madryn a lo lejos, con el azul intenso del mar bañando la ciudad.

La otra opción para disfrutar de los lobos es el buceo y snorkeling, una de las experiencias más subyugantes que ofrecen las transparentes aguas del Golfo Nuevo.

Habrá que enfundarse en un traje de buzo, cubrirse adecuadamente para enfrentar las frías aguas del Golfo y lanzarse a la aventura de esperar una interacción que, indefectiblemente siempre, supera las expectativas.

Es necesario abordar una embarcación que sale de Puerto Madryn hacia Punta Loma con la pleamar y luego de una navegación de aproximadamente 20 minutos se llega a la zona de buceo.

Una vez allí, ya sea con snorkel o con equipo autónomo, se podrá disfrutar de una natural interacción con los lobos marinos, una experiencia asombrosa que brinda contacto directo con uno de los mamíferos marinos más sociables.

No es necesario ir en busca de los animales, ellos solos se acercan a la embarcación, fondeada a unos 200 metros de la costa para no molestar o interferir con la vida de los ejemplares que allí se encuentran.

Sólo hay que flotar y moverse lentamente y en minutos, decenas de ejemplares, en su mayoría hembras y crías, comienzan a rodear y a “jugar” con el visitante. Algunos se animan a una interacción mayor, cuando se recuestan sobre el hombro o apoyan la cabeza sobre un brazo o simplemente se acuestan sobre el vientre mientras se hace “la plancha”.

La excursión tiene una duración total de 3 horas, con casi una hora en el agua, no requiere de conocimientos de natación (el traje de neoprene otorga flotabilidad segura) y se ofrece a partir de los 6 años.