Policiales

La esposa de Marcos Peña sufrió un robo y contó todo


Luciana Mantero, esposa del jefe de gabinete Marcos Peña, vivió un momento de gran nerviosismo cuando fue víctima de un robo en la vivienda en la que se tomó uno días de descanso con la familia en Uruguay y, fiel a su oficio de escritora, decidió contarlo con un relato breve en Facebook.

El incidente se registró el lunes 25 de diciembre, pero recién trascendió en las últimas horas. Fue en la casa donde los Peña vacacionan desde hace varios años en el balneario de Guazuvirá y que hasta ahora había sido un lugar de relax y placer muy apreciado por todos.

Mantero tituló su relato «El caso del robo del ducle de Cachafaz y el adversario tocando la puerta» y detalló con minuciosidad el susto que sufrió esa madrugada al darse cuenta de que desconocidos habían ingersado a la finca cuando los moradores, ella misma, dormían.

«La noche en que empecé a leer El adversario (por cierto, un librazo) y me dormí presa del horror, sonó la alarma de la casa donde arrancó mi veraneo», cuenta Mantero, y agrega: «Eran las 3 de la mañana. Escuché el ruido monótono pero potente y lo incorporé al sueño: venía caminando por un médano de noche cuando arrancó in crescendo esa alarma chirriante de pulso metálico, como un cascabel que golpea una campana, como el timbre de la escuela que abría en mi infancia el recreo, o lo cerraba». No había dudas ya de que se trataba de «algún amigo de lo ajeno».

En su crónica, relata: «Me acomodé para el costado y justo cuando estaba entrando otra vez en ese estado entre plácido y temeroso sonó un estallido, un cristal rompiéndose en mil pedazos, justo abajo de mi cuarto, en el comedor oscuro de esa casa de veraneo y este balenario tranquilo en el que en hasta hace poco dormíamos sin poner llave a la puerta, terminó de perder su inocencia».

«De un salto (ya éramos dos de cuatro los que estábamos alertas) prendí las luces, bajé corriendo la escalera al grito de ¿Quién anda ahí?». Y re respondió a sí misma: «Y entonces vi, abajo a la izquierda, en un rincón de esa pared de pequeñas ventanas, un charco de vidrios y me di cuenta que mi bolso, que había dejado apoyado, brillaba por su ausencia», sigue Mantero.

«Me acerqué de golpe mientras el resto salía de los cuartos con cara de dormidos y grité ¡Hijos de puta! a la oscuridad de la noche. En seguida pensé que en el bolso, por suerte, no había nada importante. Y nos pusimos a debatir qué hacer», se enoja.

«Llamamos a la Policía, que llegó a los 10 minutos -añade-. Dos tipos con cara de resignación para decirnos que la habíamos sacado barata y que esa era la tercer alarma de la noche en aquel balneario en el que día y noche andamos todos en ojotas».

De inmediato, cuenta que al abrir la puerta «salieron con las linternas y las armas a dar una vuelta y encontraron a 20 metros mi bolso tirado con todo revuelto: medicamentos, un quitaesmalte a medio usar, un toallón de dibujo infantil. Faltaba una sola cosa: el dulce de leche Cachafaz que guardaba como un tesoro para el mejor momento de mis vacaciones. Quedó asentado en el expediente de la denuncia».

Finalmente, considera que tuvo que «deletrearle al oficial la marca del manjar argentino. Nos reimos un buen rato mientras pensábamos que con ese dato bizarro, si Almodóvar la filma, nadie se la cree. Lo que empezó como un mal sueño, terminó casi casi -poniéndole mucha onda- como un mal chiste», concluye la mujer del jefe de gabinete de Mauricio Macri.