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«La discriminación a los mayores pasó de latente a presente por la pandemia»


La especialista Lía Daichman brindó su opinión en una entrevista por el "Día de Toma de Conciencia del Abuso y Maltrato en la Vejez", que se conmemora el día de mañana

La pandemia por el coronavirus hizo que los prejuicios preexistentes que estaban latentes sobre las personas mayores, como su falta de productividad o su incapacidad para desenvolverse solos, se expresaran en el discurso y en medidas concretas, advirtió a Télam la reconocida médica gerontóloga Lía Daichman por el Día de Toma de Conciencia del Abuso y Maltrato en la Vejez, que se conmemora cada 15 de junio.

Comprometida con las personas mayores desde sus inicios como médica, Daichman tiene una reconocida trayectoria a nivel nacional e internacional que incluye, entre muchos otros cargos, la actual presidencia del Centro Internacional de Longevidad (ILC) y la ex presidencia de la Red Internacional contra el Abuso y Maltrato en la Vejez (INPEA).

Actualmente, desde la sede Argentina del Centro Internacional de Longevidad (ILC) impulsó junto a otras organizaciones como Help Age International, la Sociedad Argentina de Gerontología y Geriatría (SAGG), la Asociación Gerontológica Argentina (AGA), GerontoVida-, universidades y organismos públicos la campaña «Que florezca el buen trato» por el Día Mundial.

En ese contexto, mañana se realizará un congreso virtual de 10 a 18 (hora argentina) bajo el lema «Nuevas formas de discriminación y maltrato en tiempos de Covid-19» que ya cuenta con más de 900 inscriptos, en el que se abordarán diferentes aspectos como el impacto socio-sanitario de la pandemia, la situación de las residencias, el abordaje mediático, entre otros.

A un día del encuentro, Daichman dialogó con Télam sobre estas temáticas y aseguró: «Si bien avanzamos mucho, la pandemia nos demostró que todavía nos falta para erradicar el abuso y maltrato hacia las personas mayores».

Télam:¿Cómo impactó la pandemia en las personas mayores?

Lia Daichman: Lo primero que uno advierte es que en todos los países del mundo los gobiernos tomaron medidas en relación a las personas mayores que son indebidas e inconsistentes.

En Argentina, cuando casi no había casos, lo primero que se dijo es que las personas de más de 65 años no tenían que salir de sus casas. Ni a hacer las compras, ni a trabajar, ni a cobrar, a nada. Pretender esto para alguien de 65 o 70 que hasta ese momento era completamente autónomo, que son la mayoría de las personas mayores que viven en la Ciudad de Buenos Aires, es inaceptable.

Se creó un miedo y un pánico en esa gente que todavía hoy cuesta revertir. Yo trabajo como médica en una institución y veo que muchas personas mayores tienen tanto terror de salir que no hacen consultas. He tenido urgencias de pacientes que tuvimos que llevar a operar de la vesícula o que hicieron accidentes cerebrovasculares porque no habían hecho su consulta a tiempo. Esto es una locura porque la mayoría de los centros de salud está preparado con el área que atiende pacientes con Covid-19 bien diferenciada y no hay riesgo de contagio.

Esto pasó en todos los lugares del mundo, en Inglaterra, en India. Cuando esto pase, vamos a tener más muertos por problemas cardíacos que por coronavirus.

T: Teniendo en cuenta que efectivamente las personas mayores se enferman más gravemente y mueren más, ¿cómo se tendría que organizar el cuidado sin que pierdan su autonomía?

LD: Lo que hay que tener en cuenta es que una persona mayor no es un niño o niña. Pensar que no va a saber qué hacer y por eso se tiene que quedar adentro es una mirada paternalista asquerosa. Hay que tenerles confianza, son suficientemente responsables para moverse minimizando los riesgos de contagio. Y esto lo podés ver en el súper, en la farmacia, en la verdulería donde las personas mayores están con su barbijo, mantienen la distancia, se ponen alcohol en gel, no salen más de lo que necesitan salir y no van todos juntos a correr por Palermo o Parque Centenario.

T: ¿Qué pasó con las dinámicas familiares?

LD: Muchos hijos e hijas han asumidos roles de censores: no salgas, no te muevas, yo te llevo, y eso es un mal uso del poder, es abusivo. Como el lenguaje abusivo de los medios de comunicación que llaman a todas las personas mayores «abuelitos» o «abuelitas».

T: Ahí llegaste a otro tema…¿cómo está la imagen de la persona mayor hoy en los medios?

LD: Habíamos avanzado bastante, pero en estos días el tratamiento de los medios está siendo terrible, salvo algunas excepciones. Las imágenes y el discurso sobre lo que sucedió con el Apart Incas de Belgrano, por ejemplo, fueron pésimas. La idea que quedó después de eso es que en todas las residencias las personas están en peligro y no es así. La verdad es que aquí hubo algunos casos de coronavirus en residencias geriátricas pero no hemos tenido los muertos que han habido en otras partes del mundo en estas instituciones como en Canadá o Inglaterra, donde la pandemia puso de manifiesto lo mal que se estaba trabajando.

T: En ese caso la pandemia actuó como un fenómeno que visibilizó una realidad preexistente, ¿en qué otras situaciones pasó eso?

LD: Con la discriminación, claramente, que pasó de ser latente a presente, porque siempre hubo un prejuicio sobre que las personas mayores no sirven, no son productivas, son una carga para la sociedad y no son capaces de hacer nada por solas, lo cual es completamente falso. Y a partir de la pandemia se hizo presente ese viejismo en el discurso pero también en las medidas que se tomaron.

Por eso para este 15 de junio lanzamos la campaña «Que florezca el buen trato». Durante años hemos sembrado, hoy las personas mayores reconocen más sus derechos y defienden su autonomía, hay que trabajar para que la pandemia no se lleve todas esas semillas.