El sábado, las Fuerzas Democráticas Sirias (FDS), una alianza kurdo-árabe, anunciaron el fin del «califato» del EI que llegó a controlar un territorio tan grande como Reino Unido, a caballo entre Irak y Siria. Pero esta victoria tras casi cinco años de combates no pone punto y final a la lucha contra la organización yihadista más temida de la historia moderna, advirtieron las FDS y la coalición internacional liderada por Estados Unidos, que las apoyan.
Sigue habiendo yihadistas en el desierto que va del centro de Siria hasta la frontera con Irak así como células «durmientes» listas para volver a la acción, incluso en los territorios controlados por los kurdos. Algunas de esas células ya reivindicaron atentados.
«En el futuro inmediato, el EI se concentrará totalmente en las tácticas de guerrilla y en los ataques puntuales y no en los esfuerzos de reconquista de los territorios» en Siria, dice Tore Hamming, un experto de los movimientos yihadistas del Instituto Universitario Europeo (Italie). «Para el grupo es importante continuar mostrando su fuerza», añade.
El presidente estadounidense Donald Trump prometió el sábado que Washington continuará trabajando con sus aliados para «aplastar totalmente a los terroristas islamistas radicales».
Después de la victoria en el pueblo de Baghuz, el último reducto yihadista en el este de Siria, muchos combatientes de las FDS piensan ante todo en volver a sus casas. Pero con la caída del «califato» la autonomía de facto establecida por los kurdos en esta región del noreste de Siria en guerra se puede ver amenazada con la anunciada retirada de los 2.000 soldados estadounidenses.
Desde que Donald Trump lo anunció en diciembre, el presidente aceptó que 400 soldados sigan en Siria, sin especificar durante cuanto tiempo. Para los kurdos, la presencia estadounidense es la mejor garantía para evitar una ofensiva de Turquía, que considera las milicias kurdas sirias como «terroristas».
Para intentar mantener su autonomía en este territorio rico en petróleo, los kurdos intentan acercarse al régimen de Bashar Al Asad pero por el momento las negociaciones no avanzan y Damasco incluso amenazó con utilizar la fuerza para restablecer su autoridad.
«La presencia estadounidense en Siria es la mejor carta que tienen las FDS si quieren que Asad respete sus deseos de autonomía regional», según el analista Nicholas Heras, del Centro para una Nueva Seguridad Estadounidense.