Un informe de la UCA deja datos reveladores sobre el paso de los menores de 18 años y alerta a situaciones sin precedentes
La cuarentena impuesta por la pandemia del coronavirus fue particularmente especial para los niños y menores que con mucha resistencia tuvieron que afrontar un año «encerrados» y con la virtualidad como eje de sus actividades. Esto influenció en el aprendizaje y la salud, tanto física como mental.
Los niños de la mayoría del país estuvo casi nueve meses en confinamiento sin poder asistir a la escuela, ni actividades extracurriculares, la Universidad Católica Argentina (UCA) realizó un informe, en su Observatorio de la Deuda Social de la Infancia, en el que detalla factores preocupantes en cuanto a los niños argentino: mayor posibilidad de deserción escolar y gran caída de su bienestar.
Lo presentado por la UCA muestra que el 64% de los niños y adolescentes menores de 17 años en hogares pobres, además evidencia que al menos dos millones de niños sufrieron hambre durante el 2020. «El impacto más profundo se ha dado en los hogares con menores recursos socioeconómicos, psicológicos, educativos y de capital social”, aseguran en el escrito.
La firma de Ianina Tuñon, investigadora responsable del Observatorio de la Deuda Social Argentina, además de Fundación Cimientos; la Fundación Haciendo Camino y la Fundación Avina, avaló el informe llamado Efectos del Aspo-Covid-19.
“Los cambio de hábitos durante el ASPO como consecuencia de la no asistencia a clases, probablemente tuvieron efectos en la salud física, emocional e intelectual de las infancias”, aseguran. “Una caída generalizada de las consultas preventivas de la salud, el incremento de la insuficiente actividad física, el mayor comportamiento sedentario frente a pantallas, seguramente tuvieron derivaciones en problemas físicos, emocionales -como más ansiedad social, depresión, alteración del estado de ánimo, entre otras- e intelectual: mayor falta de atención y trastornos del sueño”, indicó el estudio liderado por Tuñon, según publica diario Perfil.
Además agrega que la deserción escolar se puede divisar en la educación inicial y secundaria. «Entre los primeros, como consecuencia de la incertidumbre que experimentan las familias sobre las condiciones sanitarias, mayor disponibilidad para el cuidado por la merma en las oportunidades de empleo, y caída en la oferta de centros de cuidado y educación”.
“Mientras que en la educación secundaria, el aumento de la deserción podría asociarse a múltiples factores: efecto desaliento, búsqueda de empleo, asunción de tareas de reproducción familiares o asociadas a la paternidad y/o maternidad”, sentenciaron en el escrito.
El informe también explica que las clases virtuales provocaron «situaciones de estrés y malestar psicológico en los hogares, el incremento de consumos nocivos, probablemente repercutieron en la vulnerabilidad de los niños y niñas y las prácticas parentales negligentes, además de la violencia doméstica y otras situaciones de maltrato físico y emocional”.
Y justifican en el final de ensayo que “con mayor disponibilidad de adultos para el cuidado, los chicos podían compartir más tiempo y actividades con sus adultos de referencia, pero muy probablemente las actividades educativas han consumido buena parte de esos tiempos e intercambios”.