Por Julián Schvindlerman - Profesor en la carrera de Relaciones Internacionales de la Universidad de Palermo
Con la cuarta guerra en curso entre Hamas e Israel desde que el Movimiento de Resistencia Islámico (tal su nombre en árabe) se hizo del poder en la Franja de Gaza en 2007, muchos espectadores contemplan azorados la nueva escalada de violencia.
Más allá de la coyuntura particular de la actual confrontación y la conjunción específica de situaciones que la precipitaron, un elemento crucial para entender este conflicto yace en una consideración de la cosmovisión yihadista de Hamas. El Hamas fue creado a fines de los años ochenta en el marco de la primera intifada palestina. Nació como un movimiento político, social y religioso que rápidamente devino en organización terrorista.
Desde entonces la causa palestina se vio tironeada por dos espacios en competencia por su liderazgo: la vertiente nacionalista y laica de la Organización para la Liberación de Palestina, por un lado, y el fundamentalismo religioso de Hamas, por el otro.
Aunque no esté organizativamente vinculada a otros grupos sunitas radicales como Al-Qaeda, Estado Islámico o Boko Haram, está sin embargo hermanada a todos ellos ideológicamente en su adhesión al supremacismo religioso, antioccidentalismo, homofobia, misoginia e iliberalismo.
Nótese esta declaración de Ismael Haniyeh, máximo responsable del movimiento en Gaza, tras la eliminación de Osama bin Laden en mayo de 2011: «Condenamos este asesinato y muerte de un guerrero santo árabe. Pedimos a Dios que le muestre piedad con los verdaderos creyentes y mártires».
En 1988 publicó «La Carta de Alá», su constitución fundamental, el anuncio público de cómo desea ser vista por el mundo. Allí declara que la paz con Israel es canónicamente contraria al islam, que llegará el día en que el islam derrotará al estado judío, e insta sin más a un genocidio mundial de la judería en un artículo que profetiza que aun cuando los judíos se oculten tras rocas y árboles, estos los delatarán para que los combatientes de la yihad los maten.
Sus líderes han dado eco a estos postulados. En julio de 2019, Fathi Hamad, líder de alto rango de Hamas, se dirigió a la diáspora palestina así: «Siete millones de palestinos afuera, basta de precalentamiento, ustedes tienen judíos a su lado en todo lugar. Deberían atacar a todo judío posible en todo el mundo y matarlos».
El jefe del ala militar, Yahya Sinwar, afirmó en octubre de 2017: «Atrás quedó el tiempo en que Hamas discutía reconocer a Israel. Ahora Hamas discutirá cuando acabaremos con Israel». En abril de 2021, otro oficial de Hamas, Talal Nassar, dijo acerca de los judíos a un canal turco: «Combátelos. Alá los castigará por medio de tus manos, los deshonrará, y te dará la victoria sobre ellos, y satisfará los pechos de un pueblo creyente».
Hamas es parte de la constelación yihadista global, aun cuando no proclame aspiraciones de dominio universal. El movimiento está enfocado territorialmente en Palestina y su guerra santa está orientada contra Israel, del mismo modo que los talibanes operan principalmente en Afganistán o Al-Shabbaab lo hace en Somalia.
Pero su ethos fundamentalista es prácticamente idéntico al de los más conocidos exponentes del islamismo mundial en sus creencias dogmáticas esenciales. Aunque esté invocando la defensa de la santidad de Jerusalem y el honor del pueblo palestino, su agenda política y religiosa es la del yihadismo: intolerante, dominante y ultra-violenta.