Así lo afirmó el titular de la máxima corte del país, tras el veto del presidente Bolsonaro a la adquisición de inmunziaciones originarias de China
La guerra de las vacunas contra el coronavirus que estalló en Brasil con el veto del presidente Jair Bolsonaro a la adquisición de inmunziaciones originarias de China puede ser definida por el Supremo Tribunal Federal, afirmó hoy Luiz Fux, titular de la máxima corte del país.
«Acuérdense lo que les que les digo, habrá una judicialización del asunto de la vacuna. No apenas sobre libertades individuales sino también sobre los requisitos para adoptar una vacuna», dijo Fux.
El magistrado se pronunció en medio del escándalo institucional generado por Bolsonaro, quien desautorizó al ministro de Salud, general Eduardo Pazuello, tras la decisión de comprometerse a adquirir 46 millones de dosis de la vacuna Coronavac, del laboratorio chino privado Sinovac, que desarrolla localmente el público Instituto Butantan, del estado de San Pablo, gobernado por Joao Doria, un exaliado y hoy principal rival del mandatario.
«No vamos a comprar la vacuna china de Doria», dijo Bolsonaro.
El jueves, el presidente fue a la casa del ministro Pazuello, infectado con coronavirus, y lo ratificó en el cargo durante una transmisión en vivo por Facebook.
«Hay quien manda y quien obedece», dijo Pazuello, un general en actividad, sobre su relación con Bolsonaro, un excapitán expulsado del Ejército por indisciplina a fines de los ochenta.
Así, ambos alejaron los rumores de renuncia del general -el tercer ministro de Salud en la pandemia- y evidenciaron que el jefe del Estado está en el comando del ala militar del Gobierno.
Alineado incondicional de Donald Trump, Bolsonaro dijo que no había comprobación científica de la vacuna china que desarrolla el instituto Butantan, la fábrica centenaria de vacunas que depende del estado de San Pablo, pero que es la principal proveedora de Brasil y de América Latina.
Sin embargo, el bolsonarista Antonio Barra, titular de la Agencia Nacional de Vigilancia Sanitaria (ANVISA) negó hoy que cuestiones ideológicas u posiciones del presidente sean tomadas en cuenta para el registro de vacunas.
«El presidente puede echar a un ministro cuando le parece, pero a un director de una agencia reguladora no puede, porque tiene mandato con aprobación de todos los poderes», dijo Barra, desmarcándose de su jefe político.
La posibilidad de que se judicialice la guerra de las vacunas es alta debido a que parte de la oposición presentó un recurso para que el Minsiterio de Salud retome la decisión inicial de incorporar, en caso de aprobación, a la Coronavac del estado de San Pablo al plan mundial de vacunas.
Bolsonaro se incorporó al consorcio de la vacuna del laboratorio Astrazéneca, conocida como la vacuna de Oxford, pagando casi 400 millones de dólares.
Un médico brasileño de 28 años, voluntario en las pruebas de esta vacuna en Río de Janeiro, murió el 15 de octubre de Covid-19, aunque fuentes citada por la TV Globo indicaron que había recibido un placebo.
El gobernador Doria insistió hoy en desarrollar lo antes posible los ensayos en 13.000 brasileños con la vacuna Coronavac para poder enviarlas a la Anvisa.
Para ello, anunció hoy que se abrieron cinco nuevos centros de referencia en las periferias de la ciudad de San Pablo destinados a probar la vacuna Coronavac, sobre todo entre voluntarios de barrios más pobres, los más afectados por la pandemia en la mayor urbe sudamericana.
Doria recibió el respaldo hoy en San Pablo del jefe de la Cámara de Diputados, Rodrigo Maia, quien prometió poner al Congreso como un puente para que la guerra de las vacunas sea pacificada.
El presidente Bolsonaro y su ministro Pazuello defendieron, también, la administración del remedio contra la malaria hidroxicloroquina para la Covid-19 en fase temprana.
«Yo tomé hidroxicloroquina y me siento mejor a dos días de haber pasado malos momentos», dijo el general Pazuello, quien recomendó a los brasileños hacerle caso a los médicos.