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La Casa del Lago de Constanza: la esperanza de ver luz ante la amenaza de ahogarse en profundas aguas


La obra rosarina lleva al público a una casa que nunca termina y deja infinitas sensaciones y análisis se presenta los domingos de octubre en el teatro La Escalera

¿Se imaginan un lago en medio de una gigantesca casa que parece no tener límites? ¿Es una posibilidad o simplemente un serendipia, de esas que siempre está ahí, pero nunca encontró luz? ¿Puede haber más de un lago? ¿Cuántos? Todas estas preguntas surgen a partir de La Casa del Lago de Constanza, una obra rosarina que pone al público como un actor más y que todos los domingos de octubre se presenta en el teatro La Escalera (9 de Julio 324).

Cinco actores en escena, una dirección fornida y el público, de ambos lados, que forma parte de la obra. Un teatro que se presta, hasta exclusivamente, a la imaginación y lo que propone la obra. Todo es el combo para llevar adelante una puesta en escena que atrapa y deja mucho hilo en el carretel. «La Casa del Lago de Constanza propone diálogos y lo considero importante. impulsa un espectador activo que ve la obra y se queda charlando sobre lo que fue. La carga metafórica es lo más interesante. No buscamos que el espectador venga y se va a su casa, sino uno que pueda llevarse algo», comentó ante CLG María Victoria Vitta, una de las actrices que junto a Javier Fernández, Pablo Minervino, Lilinana Oppidio Igareta y Paula Carnovali invitan a pasar a una casa con muchas habitaciones, pero con pocos límites, todo dirigido por Mailín Sylvester.

La obra transcurre en la casa del Señor Leiton (Minervino), un hombre que fue perdiendo la vista mientras el paso del tiempo lo estancaba en su hogar. Él es dueño de lo que la imaginación deja ver como una mansión con decenas de cuartos y huéspedes que pasan a ser sombras, debido a la imposibilidad de verlos. Allí convive con su esposa Ana (Vitta), que sufre una rara enfermedad, y dos mujeres que cuidan de la pareja: Magdalena (Oppido Igareta), muy cercana al Señor Leito, y Elena (Carnovali), una joven mujer que con su curiosidad comienza a derribar las paredes, que están y no están.

En medio de esa situación llega Pablo Burman (Fernández), un seminarista que llega a la mansión (¿será de esa magnitud?) de Leiton para entregar un paquete de libros, uno de los máximos entretenimientos del dueño de casa.

«La idea de transformar la sala en una casa y que la gente no entre a un teatro sino a la casa, y poder jugar, nos da la posibilidad de crear. La gente ve la obra y al público que tiene enfrente«, comentó Vitta y recordó que en la obra «se menciona la idea de las sombras y de los cuartos que están ocupados pero nunca se ve por quién. En definitiva el público que está del otro lado se transforma en parte de la obra».

Mientras la obra transcurre aparecen más sombras, cuartos, música y un sin fin de idas y vueltas, hasta un baile en una clara imagen hilarante de lo que acontece en la casa. Vitta explicó así los vaivenes de la obra: «Hay particularidades de cada uno. Todo el elenco hizo comedias más cómicas y todos venimos haciendo trabajo en el humor, está ahí y no podemos evitarlo. No es algo de la dirección, sino que más intrínsecas de cada uno y también sirve para aliviar el peso de una obra muy simbólica».

No obstante, a medida que el Señor Leiton interactúa con Burman y se recrudecen las disputas entre Magadalena y Elena con la enferma Ana como eje, el sonido de la sala comienza a dar muestras de la presencia de una anomalía que tenía a todos los personajes esclavizados. Burman, que no era parte de esa casa, siente y hace sentir el raro aura con la cual se convive allí y la tensión sube.

El sonido de agua cayendo irrumpe como si una cascada estuviera en la sala central de la casa. El público ya forma parte del elenco que mira lo que será un lago, en el cual algunos eligen sumergirse y otros escapar.

Como la Alegoría de la Caverna de Platón, el Señor Leiton, que cierra sus ojos a fuerza de su enfermedad, deja de observar y reduce su mundo a un puñado de personas que avalan su poder hasta la aparición de la luz, o de Burman. Cuando finalmente los habitantes  pueden quitar su mirada del dueño de casa (o casona, o mansión, quién sabe…) de un lado queda un lago donde sumergirse y del otro un cielo soleado típico de una tarde primaveral (NdR: esa apreciación es causada por la imaginación ya que en la obra nunca se define la estación del año).

La Casa del Lago de Constanza llega a La Escalera para generar más preguntas y alentar a la imaginación. Motivar el análisis crítico y tratar de exponer los lagos de cada espectador/integrante de la casa. Pone en juego varias relaciones de poder, le da lugar a la violencia de género y al sistema patriarcal. «Dicen que el sol quema los ojos», esboza sobre el final Ana, que paso años encerrada en la casa del Señor Leiton y a medida que transcurre la obra parece que se va recuperando de su enfermedad mediante la luz que Burman trae del «afuera». «El lago depende de cada uno. Yo lo pienso como un límite y es una buena pregunta ¿Dónde está el límite que vemos?», planteó Vitta sobre la reflexión que deja la obra.

Se define el final pasado por agua y los actores celebran una vez más poder abrir las puertas de La Casa del Lago de Constanza y de estar arriba de un escenario. Frente a un calendario que advierte la llegada del 1º de enero pueden llegar a quitarse las asignaciones culturales debido a una ley sancionada en 2017. «La cultura nos da vida a los artistas y cuando hablamos de un espectador activo también hablamos de un espectador que piense que existe la posibilidad de ir apagando la luz del teatro, de la crítica y de la reflexión», retrató Vitta, sobre esta posibilidad.

Lo cierto es que en el Congreso de la Nación hay un proyecto de ley para prórroga por 50 años para garantizar los fondos destinados a las actividades culturales en todo el país y ya tiene media sanción de la Cámara Baja. «Es en la cultura como es en el día a día de cualquier trabajador. Pero vivir en la creatividad nos da la posibilidad a los actores de sortear esas dificultades. Es algo que se viene peleando hace mucho y todavía estamos corriendo para presentar todos los proyectos que tenemos sabiendo que el año que viene probablemente vamos a perder mucho de lo ganado», explicó la actriz que le da vida a Ana y replicó: «Abrir la cabeza desde el arte es un compromiso político que tenemos».

Ficha técnica

  • Dramaturgia: Adriana Verónica Tursi
  • Dirección: Mailín Sylvester
  • Diseño gráfico: Guadalupe Vilalta
  • Vestuario: Soledad Yranzo y María Virginia Aparicios
  • Diseño y asesoramiento de maquillaje: María Victoria Pajón
  • Asistencia técnica: Belén López Medina
  • Fotografía: Julián Marcus
  • Prensa: Maximiliano González
  • Tiempo: 80 minutos aproximadamente.
  • Redes sociales: Intagram: @lacasadellagodeconstanza. Facebook: La Casa del Lago de Constanza
  • Funciones: Domingos de octubre a las 20.
  • Lugar: Teatro La escalera (9 de Julio 324, Rosario).